Esta reseña contiene spoilers de El Camino, continua bajo tu propio riesgo.

Hace seis años con pañuelo en mano vimos el final de las cinco temporadas de Breaking Bad, pero sobre todo de uno de los personajes más icónicos de la televisión, el espectacular Walter “Heisenberg” White de Bryan Cranston. Fue este último episodio llamado “Felina” en el que pudimos despedirnos de Walter y hacer las pases con su destino.

¿Pero y qué pasó con su compañero Jesse Pinkman (Aaron Paul) que se le vio por última vez manejando un auto a toda velocidad hacia la libertad? ¿La alcanzó? El Camino: una película de Breaking Bad pretende sacarnos de todas las dudas.

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Vince Gilligan, creador de la serie, durante mucho tiempo aseguró que no continuaría con más proyectos relacionados a Breaking Bad excepto por Better Call Saul. Sin embargo, la presión de los fans (así como de muchas productoras felices de continuar la franquicia) lo convencieron. Esclarecer qué había pasado con Jesse resultó la excusa perfecta.

Ahora sí vienen spoilers, última advertencia.

La trama muestra lo que ya se había hablado durante mucho tiempo, el escape de Jesse y su camino a la redención, que en este caso es empezar una nueva vida con una nueva identidad en Alaska. Para ello vemos cómo hace todo lo posible por conseguir el dinero para lograr ese objetivo. En realidad no hay mucho más ahí, nada cambia, todo lo demás que conocemos de la historia permanece igual. Incluso da la impresión de que se trata de un episodio más de la serie pero que tiene una duración de dos horas.

La película inicia inmediatamente después de que Jesse escapa de El Camino, el lugar de Todd donde estuvo encerrado bajo tierra. Después llega con Badger y Skinny Pete para refugiarse y lo primero que se nota es que Jesse está teniendo problemas para recuperar su estabilidad mental pero también de sus ganas de volver a empezar y dejar todo atrás. Esto no se logrará sin cruzar algunas otras líneas.

Para hacer la historia aunque sea un poco interesante (y coherente) se muestran flashbacks con algunos de los personajes más entrañables de la serie, desde Jane (Kristyn Ritter) hasta, por supuesto, una breve escena con Walter White, donde este le recomienda ir a la universidad, estudiar algo y cambiar su vida. Estos cortes que muestran la línea del tiempo cuando transcurrió Breaking Bad son lo que sirve para llenar los huecos de la película, con pistas sobre lo que Jesse debe hacer, a quiénes cruzarse y de dónde obtener los elementos necesarios para lograrlo.

Además de los personajes, toda la película está llena de referencias, o más bien guiños a la serie. Encontramos el viejo coche rojo de Jesse, la oficina de Saul Goodman, la tarántula de Todd (quien se ve muuuy diferente a cómo lo recordábamos) y otros más. Sin embargo, ninguna aporta nada a esta “nueva” historia, haciéndola simplemente innecesaria.

Lo que sí provee esta película no es más que una oportunidad más de readentrarse a este universo y ver un poquito más de los personajes que extrañamos. Y aunque definitivamente no es la película palomera para perder el tiempo, tampoco llega al nivel de un buen suspenso, que bien que lo sentimos durante muchas partes de la serie.

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Ahora, ¿valió la pena? ¿Le hizo justicia? ¿Debería de haber más capítulos, películas o spin offs? Cada quién podrá hacer el ejercicio de reflexión y preguntarse si sus dudas fueron aclaradas o si realmente El Camino aportó algo que valiera la pena para la historia. Aquí pensamos que es arriesgado meterse con nuestros recuerdo y a veces la mejor manera de honrar una memoria es dejándola tal y como quedó.

Algo que podemos agregar es que el mismo Gilligan dijo en un entrevista que ahora sí preferiría dejar esta historia morir así y dedicarse a cosas nuevas, pero también terminó con un “uno nunca sabe”.