La limusina naranja es de los lugares más mágicos de la CDMX. Pues en sus estaciones y líneas pasan un montón de cosas inusuales y uno se encuentra con toda clase de personajes. Algunos de ellos son los vagoneros del metro.

Uno puede ir sumergido en sus más hondos pensamientos durante el trayecto, cuando de repente ingresa al convoy un multifacético vagonero con la perorata de vendimia.

A todo pulmón oferta sus productos de novedad. Sin embargo, no siempre suelen ser muy considerados, ya que algunos son muy tercos o te gritan hasta en el oído.

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Vagoneros del metro que todos reconocemos

De cualquier manera, el paisaje del metro no sería el mismo sin ellos. Por eso aquí recordamos algunos vagoneros del metro.

Los payasos/mimos

Estos personajes de cara pintada no son del agrado de muchos chilangos. Pero eso no les importa a varios vagoneros del metro que hacen sus rutinas en distintas estaciones.

Dicen chistes que la neta no dan risa o se acercan a uno intentando robarnos una risa. Pero lo único que logran es hacernos sentir muy incómodos.

Aunque eso sí, tenemos que admirar su maquillaje, pues es increíble que con el calorón que se siente en los túneles ellos sigan con la pintura intacta.

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El cantante con talento

Hay un montón de vagoneros del metro que se ponen a cantar a cambio de unas monedas. Sin embargo, uno de ellos se volvió muy famoso en 2014. Se trata de Pablo López, también conocido como Jahvel Johnsson.

Y es que en ese año dejó su vida en las estaciones y líneas de este transporte colectivo para saltar a la televisión. Pablo participó en el programa México tiene talento, donde conmovió al público y a los jueces.

El vendedor de rosas dark

“No cualquiera puede ser darks”, o bueno… quizás sí. O al menos eso es lo que se ve con esos vagoneros del metro que venden rosas góticas.

Parecen salidas del mercado del Chopo o de Coyoacán. Son de color rojo, azul, moradas o rosas, pero todas combinadas con negro. Algunas parecieran brillar y según los vendedores, son el perfecto regalo para la damita.

No sabemos si este producto se quedó de aquella época en la que los emos abundaban en la CDMX. Pero por alguna razón este producto pareciera nunca pasar de moda.

El vagonero ciego (que no es ciego)

Muchos vagoneros del metro venden productos para ayudar a llevar los gastos de alguna enfermedad o simplemente para ganarse el dinero del día.

Pero hay algunos que se pasan de gandallas y lucran con padecimientos falsos. Así es como todos hemos visto vagoneros “ciegos” o que “no pueden caminar” curarse como por arte de magia.

El estudiante

Pocas veces uno sabe la verdadera situación de los vagoneros del metro. Como en el caso anterior, también hay varios que dicen ser estudiantes que buscar ganar ingresos para continuar con sus estudios.

Para eso venden dulces o papas a precios muy bajos. Y la neta es que si vamos con hambre o antojo pues no les hacemos el fuchi y sí nos damos unas papas de a tres por $10.

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El de los productos milagro

Que si para las verrugas, los dolores de articulación, la diabetes, la hipertensión y cualquier mal que se te ocurra. Los vagoneros del metro siempre tienen la cura para cualquier enfermedad.

¿Lo mejor de todo? ¡Que no te costará más de $50! Aunque eso sí, ninguno de ellos se hace responsable por reacciones adversas o porque te untes todo el bote de pomada y no percibas ningún cambio.

El bocinero

Entre los vagoneros del metro uno de los más odiados es el bocinero. Y es que parecen Caballero del Zodiaco con su mochilota de 20 kilos en la espalda en la que cargan bocinas que cualquier sonidero querría.

Y no les importa que no quepa un alma más en ese tren. Ellos hacen lo que sea con tal de meterse sin importar que te golpeen con su instrumento de trabajo.

Además, ponen sus remixes a todo volumen hasta el punto de aturdirte. Hay quienes les compran con tal de que ya se bajen en la siguiente estación.

El que pone a bailar a todos

Sin embargo, de vez en cuando hay músicos o cantantes que nos hacen el día. Hay varios ejemplos de esta clase de vagoneros del metro que arman la fiesta en los trenes.

Ya sea porque ponen las canciones que todos nos sabemos, prenden el ambiente o simplemente porque nos agarran de buenas.

El rapero describe lo que haces

Ojalá todos nos pusieran así de buenas, porque también están esos “raperos” que improvisa sus rimas con todos los pasajeros que se les atraviesen.

Así es como estás en lo tuyo y de repente te das cuenta de que el rapero describe cómo vas vestido, lo que haces y cómo lo ignoras.

El reivindicado

“Buenas noches, yo no vengo aquí a robar, ni mucho menos a molestarlos, vengo a pedir una moneda de forma honrada…” Así es como algunos vagoneros del metro inician su discurso y ahí es cuando uno sabe que todo está mal.

Después de ese choro mareador, el vagonero te explica que es una persona que acaba de salir de prisión. Y que ahora quiere llevar una vida honesta y por eso te pide dinero.

Aunque claro, siempre te recalca que si quisiera podría asaltarte, pero no lo hace porque ya es una persona de bien.

Así que, con esos argumentos finamente desarrollados, a uno no le queda de otra más que sacar una moneda y rezar para que se baje en la siguiente estación.

Después de este recuento acerca de la diversidad de los vagoneros del metro, podríamos asignarles su insignia de Patrimonio de las hermandades de la limusina naranja. ¿Te ha tocado ver/escuchar a todos?

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