“El parabrisas estaba cubierto de una mezcla violácea de mucosidad y espumas. El taxista lloraba y conducía mientras se limpiaba con un pañuelo disculpándose”. Así narró en Twitter el usuario Benjamín E. Morales (@tuministro) la experiencia de un engaño en taxi de la Ciudad de México, por el cual perdió mil pesos.

En esta ciudad, no todo es lo que parece. Y es que –desafortunadamente– hay chilangos que se aprovechan de la buena voluntad de la gente y de las desgracias de otras para sacar dinero.

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En los taxis de la Ciudad de México hay de todo, por ello te compartimos algunas anécdotas de pasajeros que superan la ficción.

En marzo pasado, Benjamín y su novia abordaron un taxi en el cruce de Torres Adalid y Avenida Universidad, en la colonia Narvarte. El chofer, que se encontraba visiblemente nervioso, recibió una llamada en la que supuestamente intentaba calmar a un familiar al expresar su mal estado de salud; sin embargo, este sería solo el preludio para conseguir un dinero extra.

“Sí, papá. Ya voy para la casa. Tengo que trabajar. Sí, fui a oncología. Me sacaron las placas. No te preocupes, papá. El dolor es muy fuerte. Pero necesito juntar para la comida y para las medicinas. Sí, papá, fui con tu tía, pero fue muy grosera. No nos quiso ayudar”, fue parte de la conversación telefónica que Benjamín escuchó.

Al enterarse de la supuesta tragedia, el joven y su novia intercambiaron miradas en un intento de planear cómo ayudar al taxista, de más de 40 años de edad, que sufría frente a ellos.

“Entonces pasó a contarnos que tenía cáncer terminal de pulmón y que sentía que se estaba quemando por dentro”, relata el usuario de 35 años, quien describió que después el chofer empezó a vomitar una especie de sangre, mientras seguía manejando y disculpándose con sus pasajeros.

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Al sentirse completamente conmovidos, la pareja reunió el dinero que tenía, aproximadamente mil pesos en efectivo, y se lo ofreció al señor de cabello oscuro, tez morena y con pocos dientes.

No obstante, el engaño en taxi no terminó ahí. El pasado viernes 26 de julio Benjamín abordó una unidad, ahora en la esquina de avenida Eugenia y Doctor Vértiz, también en la Narvarte, donde una voz le sorprendió: “Sí, papá. Fui a oncología. Se me están cayendo los dientes. Es un dolor horrible, papá. Sí, tengo fiebre. No, tú tía me dio una tarjeta de Metro y me dijo que me lanzara a las vías para que dejara de dar pena”.

Tras reconocerlo, Benjamín interrumpió constantemente los intentos del chofer por lanzar nuevamente el anzuelo, por lo que le contaba que también tenía un amigo taxista con cáncer.

“Llegamos, otra vez, a mi destino. Le pagué los 20 pesos que correspondían y le deseé suerte”, se lee en la publicación de redes sociales.

En entrevista con Chilango, Benjamín lamenta que haya gente que viva con tal desesperación o alienación, al grado de comerciar con la empatía.

“No me siento mal ni bien porque no traté de ayudarlo para sentirme bien o mal, solo traté de ayudar. Supongo que de alguna manera lo hice, solo que por suerte no tenía cáncer. El otro caso es que me sacara una pistola, que no hubiera disfrutado mucho”, reconoce.

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“Prefiero sentirme rehén de cierto grado de humanidad a sentirme rehén de la violencia. Y si te sacan lana con el puro ingenio, bueno, hasta ahí hay arte. He pagado más dinero por un mal concierto”, agrega.

Ante las críticas de algunos usuarios en redes sociales, que acusaban de falsa la historia, Benjamín aclara que le desagrada la idea de que ofrecer ayuda pueda ser materia de debate.

“Todo mundo necesita ayuda, incluso la rata necesita ayuda. En una sociedad como esta, tan desigual y golpeada, todo mundo está tratando de sobrevivir. Quien sabe cuál sea la historia de este amigo que me tomó el pelo, pero estoy seguro que ha necesitado ayuda honestamente, y el país se la ha negado”, mencionó.

¿A ti, te ha pasado un engaño en un taxi, algo macabro o te ha tocado un taxista muy rifado? Comparte tu historia al correo [email protected].

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