No sé cómo pasó tanto tiempo fuera de mi radar, pero hace poco me enteré de este pequeño burger joint en Polanco. El Gringo Naco me llamó la atención porque se jacta de tener la hamburguesa más grande de CDMX, pero sobre todo por la expectativa de una burger creada por un gringo.

Dentro de lo que imaginé, el local es pequeño pero lo respalda la plancha chamagosa por la que, se ve, han pasado muchas burgers. El menú es amplio y recorre desde la más normal hasta la más bestial, como la Mighty Fucking Beast, con siete carnes, muchísimo queso y 10 mil calorías para el deleite de tus arterias.

Me vi conservador pero pedi la Big Boy Burger, suficientemente básica para la primera visita. Son 200 gramos de carne Angus con queso Monterrey Jack, salsa Redneck, lechuga, cebolla y jitomate. Sonaba bien, se veía bien. Salivé.

El primer mal augurio llegó cuando vi cómo cocinaron mis papas a la francesa. Eran de súper, del pasillo de los congelados. “Bueno —pensé—, seguro la carne se salva”.

Llegó luciendo espectacular: grande, jugosa, grasosa y con todos los elementos en su lugar. Pero no todo lo que brilla es oro. Después de la primera mordida la decepción fue instantánea. La carne: sin sabor, en otro término distinto al que pedí (¾), con poca grasa y casi que sin alma. Por más que la bañé en cátsup, ni así. Vaya, ni la salsa Redneck (tipo Mil Islas) le ayudó al saborcito. Me la eché —porque hay que terminarlas todas— pero salí triste y decepcionado. Nunca pensé que a un gringo le fallaría una burger.

Quizá lo único rescatable de la experiencia fue el pan, pero funcionó solo porque la carne y complementos no le exigieron mucho. Me dijeron en Instagram que “si no está el dueño, son muy malas”. Tendré que regresar para comprobarlo, pero después de esta primera experiencia no sé si eso sucederá pronto.

Gringo Naco

Dónde: Ejército Nacional esq. Temístocles, Col. Polanco

Cuánto: $110 en promedio

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