No somos invisibles

Ni nuestra voz, ni nuestras opiniones, ni nuestra lucha, ni nuestros cuerpos, ni nuestros derechos, ni nuestro trabajo, ni la diversidad de feminismos... ni nuestras vidas

Esto es una provocación. Aquel 12 de agosto de 2019, miles de mujeres tomaron las calles, agitaron letreros, rayaron paredes y rompieron los vidrios de la Procuraduría General de Justicia (PGJ-CDMX) por la violación de una menor de edad, presuntamente cometida por cuatro policías. Ese día, la llama que permanecía encendida desde 2015, con el grito #NiUnaMenos, se avivó.

A nosotras nos niegan el acceso a la violencia, no solo desde la autodefensa sino desde lo que expresamos, y por eso es que se indignan tanto cuando somos violentas en las marchas feministas. Los hombres se enojan y golpean paredes y es normal; las mujeres nos enojamos, pintamos una pared y el país se incendia, dice Frida Gómez, de 26 años, vocera del Frente Nacional para la Sororidad.


Durante la protesta / Al día siguiente
Icono alto a la violencia

Horas después de las protestas, las calles lucen sin basura, los monumentos sin grafitis y las estaciones de transporte listas para ser utilizadas.

En medio del aplauso por los operativos de limpieza, la tinta se borró, no así la memoria de las 10 mujeres asesinadas al día por agresiones intencionales, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) publicados en noviembre de 2019.

Para las mujeres hay una sensación de inseguridad todo el tiempo —explica Rosa Salazar, de la colectiva Terremoto Feminista— vivimos constante y reiteradamente, durante toda nuestra vida, un toque de queda. Hay rutas específicas que tenemos que seguir todos los días y pobre de ti si no las sigues, vivimos con nuestros derechos violentados y esta ciudad es especialista en eso. (...) El espacio público se nos ha negado todo el tiempo, se trata de ver quién sí tiene acceso permanente a la justicia y las mujeres no lo tenemos.

Ilustración anciana y niña

El movimiento feminista mexicano es centenario, tiene su origen a finales del siglo XIX y ha pugnado históricamente porque las mujeres tengan derechos: empezaron por los de la educación, siguieron los laborales y después los políticos, cuyo punto clave fue el año 1953, cuando una reforma en la Constitución dio pleno reconocimiento a la ciudadanía de las mujeres y se les otorgó el derecho al voto.

Sesenta y seis años después seguimos luchando por su pleno derecho a la salud, a decidir y a vivir seguras, pues –según datos oficiales– 2018 y 2019 han sido periodos con el repunte más alto en violencia de género en los últimos 29 años, lo que detonó la aparición de numerosos grupos de activistas en los que las mujeres han aprendido a reconocerse como víctimas de un abuso histórico y sistemático, fortalecen redes de apoyo y protesta, y en los que idean nuevas formas de manifestarse.

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(Con las protestas) no hubo un cambio institucional, pero a nivel personal y colectivo, entre nosotras, sí, porque ya no nos sentimos solas, sabemos que si algo nos sucede ahí va a estar la otra, que si el día de mañana no aparecemos, nuestras amigas van a salir a quemarlo todo por nosotras, entonces, eso te reconforta, ya no te lo hace tan difícil, explica Aquelarre Violeta, colectiva de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, que busca el acceso a la educación en un ambiente seguro.

Colectivas

Chilango entrevistó a las colectivas Aquelarre Violeta, Frente Nacional para la Sororidad, Las Constituyentes, Las del Aquelarre Feminista y Terremoto Feminista, quienes representan diferentes movimientos en la Ciudad de México.

Entre sus causas destacan el acompañamiento y la visibilización de las víctimas, las exigencias de transversalización de la perspectiva de género en las políticas públicas, y redistribución económica y de las asignaciones sociales. Todas ellas coincidieron en una urgencia mayor: el combate a la violencia contra las mujeres.

La revolución feminista

Al entrevistar a mujeres que han participado en las protestas y quienes han construido una resistencia a violencias machistas tan atroces como los feminicidios, pero también contra las más cotidianas, concluyes que el feminismo es una revolución.

No solo es una movilización en las calles, las colectivas coinciden en que es una era que implica mover conciencias, es un acto político.

Su formación ideológica y filosófica partió de la introspección personal y se fue a lo colectivo, acompañada de procesos teóricos y prácticos en la vida –y para la vida– de las mujeres, que aspira a llegar a las estructuras del sistema, narraron algunas de sus integrantes.

Cual imán, la indignación por el dolor de otra mujer atrajo la sensibilización de la actualidad: a las mujeres y niñas mexicanas nos están matando y violentando a diario.

Tan solo del 21 de noviembre de 2019 al 31 de enero de 2020 –tras la activación de la Alerta por Violencia contra las Mujeres– aumentaron en 19.87% las carpetas de investigación iniciadas por violencia de género, con respecto al mismo periodo del año anterior, de acuerdo con datos de la Fiscalía local.


Pero también están los casos que no se registran en expedientes judiciales y que siguen normalizados, como la falta de oportunidades laborales, la cosificación de la mujer, la anulación de nuestras opiniones, la desigualdad económica, o la asignación de roles y funciones sociales según el género, que se traduce en estereotipos, estándares estéticos y de comportamiento, todo ello bajo la validación masculina.

Mujer feminista
Víctimas 2015
Víctimas 2015
Víctimas 2015
Víctimas 2015
Víctimas 2015
5 años de violencia
En 2019 todos los delitos contra mujeres registraron incrementos.
Mujeres feministas

Normalizar el feminismo

Ser feminista es una actividad de alto riesgo, según las integrantes de las colectivas, quienes enfrentan y esquivan críticas, ataques, señalamientos y prejuicios; sin embargo, la convicción de impedir que una mujer vuelva a sufrir violencia las mantiene en la lucha.

En universidades persiguen a las feministas, en los baños graban a las feministas, en las redes saben que eres feminista, entonces quieren ejercer contra ti una especie de castigo, es una punibilidad social, lamenta Frida Gómez, portavoz del Frente Nacional para la Sororidad.

Voceras, organizadoras e integrantes de las colectivas tienen perfiles multidisciplinarios, entre los que destacan abogadas, antropólogas, sociólogas, comunicólogas, licenciadas en ciencias políticas, especialistas en tecnologías de ciberseguridad y estudiantes.

Puños de protesta

Hay tantos feminismos como feministas que se asuman porque esa identidad se hace de una misma. Es un universo aparte: hay códigos, premisas, una ética formulada desde esos espacios de comunicación política. Es tan plural que nos permite, incluso, plantearnos la posibilidad de estudiar las diferencias y de autoconvocarnos como feministas diversas, explica Rosa Salazar, vocera de Terremoto Feminista y de la Asamblea Feminista Autónoma e Independiente.

Las del Aquelarre Feminista son defensoras del aborto para todo el país y de la marcha de las catrinas para visibilizar a las víctimas de feminicidio; Las Constituyentes intervinieron artículo por artículo la Constitución de la CDMX y la convirtieron en la Constitución Violeta, que destaca por su lenguaje incluyente, proyecto que repetirán con el ordenamiento federal; mientras que Aquelarre Violeta acerca talleres de defensa personal, inglés con perspectiva de género y sexualidad a mujeres estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, preparatorias y CCH.

La falta de políticas públicas

En 2007 la CDMX se colocó a la vanguardia de la agenda de género al despenalizar el aborto antes de las 12 semanas de embarazo; pero, señala Yndira Sandoval, activista, ex directora de unidades de atención de Inmujeres CDMX y una de las fundadoras de Las Constituyentes, a 13 años de distancia no existen políticas públicas reales que resguarden, aseguren y promuevan los derechos humanos de las mujeres.


Lo que hay son reactivos, paliativos para una gran emergencia nacional que (las autoridades) no terminan por reconocer. Qué grave que tenga que haber mujeres abogadas por tanta violencia. No puede ser que tu lana (como contribuyente) se vaya en cómo vamos a responder a esto que no reconocemos que existe, agrega.

Como un ejercicio de participación ciudadana, se instaló el Parlamento de Mujeres, donde se discuten y aprueban temas de la agenda de género, para después presentarlos como iniciativas en el pleno del Congreso de la Ciudad de México; no obstante, explica la diputada local Paula Soto, en todos los ordenamientos hay resistencias y más de 70% del total de iniciativas presentadas desde septiembre de 2019 sigue sin turnarse a comisión. “Cómo vamos a poder avanzar si el bloqueo a la igualdad viene desde cómo se están dictaminando las leyes en nuestra ciudad”, lamenta.

MIENTRAS TANTO, LOS FEMINICIDIOS NO PARAN

Eran mujeres (madres, hijas), no cifras

Icono alto a la violencia

Yazmín Pérez Haro, directora general de Igualdad Sustantiva de la Secretaría de las Mujeres de la CDMX, advierte que el marco normativo es robusto, pero carece de una armonización entre las leyes pasadas y las nuevas.

Cada vez que hay un problema, o modificamos la ley o inventamos una nueva ley, con eso no estamos resolviendo, pero sí se despresuriza la presión social, porque esas son nuestras culturas políticas y sociales, explica.

En noviembre de 2019, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, decretó la Alerta por Violencia en contra de las Mujeres en una ciudad que de enero de 2015 a diciembre de 2019 registró 261 feminicidios, de acuerdo con datos de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ-CDMX), a través de una solicitud de información hecha por Chilango, que integra 15 de las 16 alcaldías, con excepción de Cuajimalpa, de la que no se tiene registro de datos.

Entre las acciones que contempla la medida están una ley para crear el registro público y banco de ADN de agresores sexuales, construcción de “Senderos Camina Libre, Camina Segura”, así como el exhorto para la aprobación de la Ley Olimpia, publicada el 22 de enero en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México.

No obstante, en el Programa de Gobierno 2019-2024 para la Ciudad de México, los derechos de las mujeres aparecen en el quinto punto del primer eje “Igualdad y Derechos”, por debajo del derecho a la cultura física y la práctica del deporte, y del derecho a la vivienda.

Las principales acciones de la agenda de género son: elevar el rango del Instituto de las Mujeres y convertirlo en Secretaría, crear una red de mujeres que promueva los derechos, genere redes solidarias para el empoderamiento y visibilice el acoso y la violencia para generar conciencia e información de los derechos y programas de gobierno, además de una red de abogadas en Ministerios Públicos y convertir los centros de atención a las mujeres —ya existentes— en unidades de atención LUNAS.

A pesar de que la jefa de Gobierno ha reiterado en eventos oficiales la importancia de la capacitación de los servidores públicos para mejorar la atención a mujeres, Yazmín Pérez Haro, directora general de Igualdad Sustantiva de la Secretaría de las Mujeres de la CDMX, señala que históricamente ha sido el as bajo la manga de la simulación en la agenda de género.

Explicó que una de las funciones de la Secretaría es darle seguimiento al resultado 13, que es una partida no etiquetada que busca incorporar la perspectiva de género en los entes públicos, a través de proyectos como la capacitación del personal, y que es menor a 1% del presupuesto total de la ciudad; pero, como la Secretaría de las Mujeres, la Comisión de Derechos Humanos y el Copred la imparten gratis “y es nuestro quehacer institucional, entonces eso les faculta a decir ‘ah, como ya subsané mi meta de capacitación, puedo ejercer este recurso en otra cosa’”.

Icono alto a la violencia

Pese a ello, Las del Aquelarre Feminista señalan que los procesos de impartición de justicia siguen desembocando en obstaculización y ejercicio de más violencia contra las mujeres, y eso empieza desde los policías y agentes del Ministerio Público, que son los primeros en tomar conocimiento de los hechos e integrar las carpetas de investigación, hasta los jueces, encargados de dictar sentencias. En consecuencia, la colectiva considera urgente hacer una limpieza de las instituciones.

Durante la reinauguración de la Agencia Especializada en Delitos Sexuales 6 —el pasado 3 de febrero—, Sheinbaum aseguró que desde el gobierno, es importante tener una visión de género y poner en alto el tema de la violencia contras las mujeres y su erradicación, no solamente porque es un tema fundamental que las organizaciones y las mujeres han visibilizado en nuestra ciudad, en nuestro país y en el mundo, sino que, como mujer, como jefa de Gobierno, no podría no hacerlo.

Para profundizar sobre el tema, ​Chilango​ solicitó una entrevista con la mandataria capitalina, que fue negada, y también con Ernestina Godoy, fiscal general de Justicia de la CDMX, pero no obtuvo respuesta.

Más allá de las pintas

Aunque han criticado mucho sus protestas e incluso sus formas de pensar, día a día, las colectivas feministas –conscientes de que los derechos humanos no están a la mano de todas– emprenden acciones alternativas para arrebatar los espacios públicos, privados, políticos e íntimos que históricamente han sido negados para las mujeres.

Hacen campañas de sensibilización ante las violencias, mantienen vigilancia sobre políticas públicas y acciones de gobierno, brindan acompañamientos psicológicos y jurídicos a víctimas y familiares, y procuran la visibilización de casos a los que la justicia no ha llegado.

Saben que, para fortalecer la organización feminista, es necesario hacer un análisis de la realidad para poder construir una agenda conjunta, cuya prioridad sea la erradicación de la violencia contra las mujeres.


Hay que fomentar encuentros locales, agendas estatales y luego regionales. Es un proceso estratégico que debe acompañarse de diálogos intergeneracionales, menciona Rosa Salazar, vocera de Terremoto Feminista. Nos toca porque tenemos el estigma de la centralización, como feministas de la ciudad, nuestro reto es generar procesos nacionales de articulación real.


Las feministas más jóvenes rescatan la necesidad de tener espacios para compartir sentimientos, sacar emociones y actuar, pues al final la lucha no es por las diferencias, sino por la unión.

Para Sandra Muñoz, del Frente Nacional para la Sororidad, el contexto violento mexicano reclama la acción sobre el purismo teórico y filosófico de las corrientes feministas. Puedo estar con mis tres compañeras que piensan exactamente igual que yo, en un cuarto hablando de eso y de cómo tenemos razón, o puedo estar afuera haciendo incidencia y haciendo que una mujer se sienta mejor un día.