¿Alguna vez te has preguntado sobre la educación de nuestros antepasados mexicas? ¿Quiénes iban a la escuela y qué temas veían en sus lecciones diarias? ¿Cómo llevaban a cabo sus castigos por desobediencia? Para que no te quedes con las dudas, hoy te contamos cómo y cuáles eran las escuelas en Tenochtitlán.

¿Cómo eran las escuelas en Tenochtitlán?

Anteriormente te hemos hablado sobre otros aspectos de la vida cotidiana en Tenochtitlán, así como del ambiente que imperaba en los mercados de nuestros ancestros mexicas. En esta ocasión, te detallaremos el desarrollado sistema de educación que mantenía a flote los otros aspectos sociales de la época.

En primer lugar, es necesario decir que la formación académica era uno de los aspectos más importantes en todos los estratos en Tenochtitlán. No importaba si se trataba de familias nobles o de escasos recursos, ya que todos por igual debían acudir a la escuela para recibir su formación.

Si bien toda la educación comenzaba en casa con aspectos básicos de la vida religiosa y nociones del oficio familiar, los jóvenes acudían sin falta a la escuela entre los 10 y los 15 años. Cabe destacar que todas las mujeres adolescentes continuaban con su formación en casa, la cual las preparaba principalmente para realizar labores domésticas.

Asimismo, existían dos instituciones diferentes para los jóvenes mexicas en función de su rango social y de su nobleza. Se trata, por un lado, del Telpochcalli y, por otro, del Calmécac. A continuación te detallamos las diferencias entre ambas escuelas en Tenochtitlán.

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El Telpochcalli

Este espacio educativo estaba dirigido a la población común, es decir, a los macehuales o macehualtin, quienes no contaban con un rango político especial ni con títulos de nobleza. Al Telpochcalli ingresaban todos los jóvenes sin excepción para recibir una educación que les permitiera desarrollar correctamente su oficio en el futuro.

Como parte de su formación, los jóvenes solían adquirir conocimientos avanzados del oficio al que se dedicarían por el resto de su vida. Sin embargo, al tratarse de una sociedad basada en los asuntos bélicos, todo el alumnado recibía instrucción para la guerra y nociones para el uso de las armas.

En este sentido, los egresados del Telpochcalli podían participar en las conquistas de los pueblos vecinos y, si destacaban por su habilidad durante las batallas, tenían la posibilidad de ascender en su rango social.

Reglas estrictas

Por otra parte, durante sus lecciones los jóvenes memorizaban cantos heroicos de su pueblo, las historias sobre sus dioses, el calendario de rituales (para preservar sus tradiciones) y otros aspectos importantes de la vida religiosa de los mexicas.

Asimismo, todos los alumnos debían seguir una rutina muy estricta que abarcaba muchos ámbitos de su vida: Tomar un baño de agua fría por la mañana, ingerir un desayuno muy ligero y dedicar la mayoría de su tiempo a su formación. Cuando egresaban, los jóvenes ya estaban listos para desarrollar su labor en la sociedad, casarse y formar una familia.

Al tratarse de una escuela para todo el pueblo, era común encontrar un Telpochcalli por cada barrio o conjunto de casas, de modo que no era necesario acudir muy lejos del hogar para recibir la educación en esta escuela.

El Calmécac

Por su parte, el Calmécac era la escuela dedicada a los jóvenes de la realeza, a los descendientes de las familias nobles y a los hijos de sacerdotes y guerreros de alto rango. Ya que en este espacio se formaban los siguientes gobernantes, sacerdotes, jueces y estrategas de élite, la exigencia era todavía mayor.

Los estudiantes ingresaban desde muy jóvenes y llevaban su vida al interior de esta institución. Para convertirse en los líderes adecuados de una sociedad predominantemente guerrera, los jóvenes debían llevar a cabo todo tipo de penitencias que fortalecieran su carácter. Por ejemplo, se pinchaban el cuerpo con puntas de maguey, realizaban ayunos y andaban con ropas ligeras en el frío.

Además de aprender sobre técnicas para la guerra, los jóvenes que acudían al Calmécac recibían formación sobre teología, música, historia, economía, astronomía, economía, cuestiones morales y aspectos de higiene. Asimismo, debían dominar todo el calendario de ritos, el lenguaje culto y las matemáticas.

Una escuela para los altos rangos y con castigos severos

Si bien esta escuela estaba reservada para los altos rangos de la sociedad, también podía suceder que un joven destacado del Telpochcalli fuera trasladado al Calmécac para terminar con su formación. O bien, alguien destacado del Calmécac podía tomar lecciones de guerra en el Telpochcalli si destacaba en esta área.

Ante los actos de desobediencia y desacato, los jóvenes de ambas instituciones recibían castigos muy severos. Si se portaban indecorosamente o faltaban al respeto a sus superiores, podían sufrir pinchazos con espinas en su cuerpo o ser semiasfixiados con el humo de chiles quemados.

Aunque se trataba de dos instituciones sumamente estrictas, lo cierto es que los jóvenes terminaban sus estudios y contaban con herramientas importantes para destacar tanto en lo académico como en lo social y familiar.

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