En junio de 2009, el Museo del Tiempo en la CDMX abrió sus puertas a los chilangos; hoy, sigue siendo un tesoro escondido que garantiza llevarte al pasado

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La pasión que creció en el Museo del tiempo en la CDMX

Cuando Markus Frehner tenía apenas dos años, tiró el reloj Patrick Philippe de su abuelo al inodoro “¡Me querían linchar!”, dice entre risas y añade: “Entonces me di cuenta del valor y la importancia de la relojería”. Este primer contacto despertó la curiosidad de Markus: a los cinco años ya era un aficionado de las antigüedades y cuando ya asistía a la escuela, su madre le preguntaba “¿ahora qué traes?” todas las tardes que regresaba a la casa.

El interés siguió creciendo, como lo confirman las 1500 piezas que conforman el Museo del tiempo en la CDMX que ahora dirige en el Centro de Tlalpan. Se trata de un auténtico viaje con destino al siglo XVIII y conclusión en el XX. Este comienza con la llegada al Barrio Mágico, que por sí mismo parece detenido en el tiempo.

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Un paseo de horas

Precisamente, a un costado de la alameda central se encuentra este recinto cuya modesta entrada es engañosa. Al cruzar el umbral, la iluminación del Museo del tiempo en la CDMX es perfecta para comenzar travesía. Un gran reloj de pared del porfiriato, un organillo realizado especialmente para el museo y una auténtica rockola de los años treinta con música de la época son los encargados de dar la bienvenida.

Lo sorprendente es que cada una de las piezas funciona a la perfección, al igual que el resto del acervo, compuesto por 6500 elementos que fluctúan constantemente según las necesidades de mantenimiento o reparación, hechas por el propio Frehner. “Más que las visitas, este espacio se mantiene de nuestros servicios relojeros para quienes también son coleccionistas”.

De hecho, si no hubiera sido por el taller, esta joya chilanga nunca hubiera existido. Hace una década, cuando la ubicuidad del smartphone se asentó, las empresas relojeras a nivel internacional vivieron una crisis de las que muchas no han salido. El impacto no tardó en llegar a los pequeños comercios, en especial por la falta de refacciones, resultado de la quiebra de muchas empresas.

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En ese momento, la colección privada de Markus era una inversión que planeaba vender posteriormente, pero la situación lo hizo pensar en una mejor idea: ponerla al acceso de todos los capitalinos con el Museo del tiempo en la CDMX. “Muchas personas, incluso las mayores, no conocen estos aparatos, aunque sean relativamente recientes, porque solo la aristocracia podía comprarlos”, comenta.

Las historias del Museo del tiempo en la CDMX

Pero si bien los relojes son un motivo recurrente a lo largo del museo, no es todo lo que se encuentra aquí. “La relojería es la madre de la mecánica y por tanto de nuestra tecnología. Lo que nosotros hacemos es más bien un paseo por el tiempo que empieza con la invención del reloj, pasa por las primeras cajas musicales, evoluciona y llega al cine y la televisión”, señala Markus, mientras ajusta los péndulos de varios relojes.

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El mobiliario en perfecto estado, la selección musical que se puede escuchar en los gramófonos, fonógrafos y las primeras radios; una máquina de coser que le dio trabajo a miles de mujeres en México y un molino de café que pertenecía a la familia Peugeot y cuya hija estaba casada con uno de los grandes fabricantes de relojes en París son algunos de los detalles que si bien lo parecen, no tienen nada que ver con la decoración del Museo del tiempo en la CDMX, Más bien generan una experiencia envolvente que nos hace sentir en otro tiempo.

Vivimos como nobles y también como el mexicano promedio a través de una curaduría de piezas específicamente representativas de piezas, épocas y lugares. Pero estas serían obsoletas de no ser por el recorrido guiado. Frehner se opone al uso de fichas y audioguías, cuando realizas un recorrido con él, te das cuenta por qué.

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Conoce el Museo del tiempo en la CDMX

Mientras recorres la construcción realizada por el arquitecto Antonio Rivas Mercado, Markus señala algunos objetos y te cuenta historias que parecen toda una novela: la relación entre la rockola y la mafia estadounidense durante la prohibición, por ejemplo, o la lucha entre naciones por controlar el mar creando el mejor reloj posible.

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Cuando vas en familia al Museo del Tiempo en la CDMX es aún mejor: chicos y grandes aprenden de forma colectiva y el paseo se torna en una clase con tu maestro favorito. Son sesiones extremadamente personalizadas y eso hace de cada visita una experiencia totalmente nueva. Sin embargo, esto no es siempre es posible, pues los fines de semana la cantidad de gente no hace posible detenerse por demasiado tiempo.

Por eso, lo preferible es asistir entre semana, con la agenda vacía y listo para perderte en otros tiempos, para jugar y descubrir las historias que cada una de estas piezas esconde. Esa es la verdadera clave para entender la mecánica de esta máquina del tiempo.

Dónde: Plaza de la Constitución 7, Col. Tlalpan Centro I

Cuándo: martes a domingo de 10:00 a 19:00

Cuánto: $60

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