¿En serio no conoces los árboles más ancestrales de la CDMX? En la Ciudad de México y sus alrededores podemos encontrar árboles que atesoran grandes partes de nuestra historia como país. Recorrerlos podría ser un buen ejercicio de reflexión hacía la riqueza de flora que tenemos en México y lo importante que es conservar nuestro entorno natural.

Además, tener una foto bajo los troncos de estos árboles alucinantes es siempre una buena forma de homenajear nuestro pasado. Acá abajo te dejamos los árboles ancestrales más famosos que hay en y cerca de la CDMX.


El Árbol de la Noche Victoriosa

El nombre de este árbol ubicado en la calzada México-Tacuba recién cambió de nombre el año pasado. Antes se conocía antes era el Árbol de la Noche Triste, pues hacía referencia al lamento que sufrió Hernán Cortez bajo esta especie después de su derrota contra el ejército mexicano que luchó por la independencia de nuestro país.

El árbol sobre el que recae esta historia tan significativa para México es un ahuehuete con más de 500 años de vida. Esta especie es originaria de nuestro país y se caracteriza por tener un tronco de gran tamaño que le asegura una vida milenaria. La mayoría de los ahuehuetes en nuestro país son protegidos por el valor que tienen para los mexicanos. En Náhuatl, ahuehuete significa “árbol viejo de agua” y se convirtió en un símbolo sagrado para nuestras culturas ancestrales . Este árbol está ubicado en la delegación Cuauhtémoc y el ejemplar está rodeado con información para que conozcas más de su historia.

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‘El sargento’ de Moctezuma

Este árbol es reconocido como el más viejo dentro de toda la extensión del Bosque de Chapultepec y quizá es el segundo más famoso de la Ciudad de México. Es conocido como ‘El sargento’ y según su historia fue un regalo al emperador Azteca, Moctezuma. El regalo fue hecho por el señor de Texcoco, mejor conocido como Nezahualcoyolt.

Al igual que el Árbol de la Noche Victoriosa, El sargento es un ahuehuete que vivió alrededor de 500 años. De acuerdo con las muestras que se han tomado, el árbol se secó debido a la contaminación en la ciudad en 1969. Si bien la especie ya no está viva, ir a ver sus vestigios te dejará impresionado. Puedes encontrarlo en la primera sección del Bosque de Chapultepec, tomando el acceso por la puerta ‘Las Flores’.


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El Árbol de los Acuerdos

Este árbol se encuentra en Texcoco dentro de la Universidad de Chapingo. El nombre surgió pues el lugar donde se encuentra esta especie con más de 40 metros de altura le pertenecía al presidente mexicano Manuel del Refugio Gonzáez Flores. El político vivía en esta Hacienda y discutía la mayoría de las decisiones importantes del país debajo de este árbol. Por eso se conoce como ‘Árbol de los Acuerdos’. De acuerdo con lo que se ha investigado, este árbol tiene más de 300 años. Actualmente, es bajo la sombra de esta especie, que los universitarios y académicos siguen haciendo acuerdos.


Ahuehuete de Chalma

Este ahuehuete tiene más de 230 años y mide 40 metros, por lo tanto, es uno de los árboles ancestrales que conforman esta lista. La especie reposa sobre un manantial que mantiene vivas todas sus raíces. Por su impresionante tamaño y el agua que lo rodea, el árbol se ha convertido en un símbolo de devoción principalmente para la religión católica. Debajo de su sombra se llevan a cabo limpias ceremonias religiosas y bailes ancestrales en su honor. También es común que las personas lleven ofrendas para que se les conceda un milagrito, por lo que al pie de este espectacular espécimen, se pueden observar todo tipo de regalos que van desde coronas de flores, hasta crucifijos adornados con listones.

El Sabino de San Juan

Este árbol ubicado en el barrio de San Juan en Xochimilco, es el más famoso de la zona por su tamaño y esplendor. También es un ahuehuete y de acuerdo con la SEDEMA tiene más de 600 años de vida. En 2018 El Sabino sufrió una cuarteadura debido a las lluvias, por lo que perdió la mitad de sus ramas y follaje. Afortunadamente, el árbol fue cuidado por la Alcaldía y los vecinos, quienes lograron que no se secara.

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