Contrario a lo que muchos podrían pensado, en la Roma todavía existe una cantina de verdad. No es un “reinterpretación de autor”, ni un rincón orgánico a modo de speakeasy, pero con aires de barrio. Es La Villa de Sarria: la más vieja, la única que desde 1937 sobrevive con el concepto tradicional y la que, por sí misma, podría ser buena historiadora de la zona.

Inicialmente fue propiedad de Pedro Errejón, un español que le puso así en referencia a una provincia del norte de su país. En 1962 se la vendió a José de Jesús Armas, un guanajuatense con 13 hijos que llegó a la capital para probar suerte. Y quien no tardó mucho en encontrarla.

A 80 años de abrir, esta cantina sigue reuniendo a vecinos de la cuadra, amigos nostálgicos, pamboleros de hueso colorado y hasta millennials en busca de experiencias retro. Adentro, la romería hermana a la gente. Algo extraño pasa: basta con atravesar sus puertas (que se abren de par en par), para empezar a platicar con todo mundo.

Cantina Villa de Sarria

Foto: Ollin Velasco

Hoy el negocio está administrado por Martín y José Luis Armas, hijos del dueño, y aún está ambientado a la usanza de tiempos pasados. Los guisos del día son gratis, siempre y cuando consumas alguna bebida. El lugar es chiquito, tiene una vieja rocola y ha consagrado un grito de guerra que anuncia la pronta llegada de una espumosa cerveza: “¡agua, mi niño!”.

Sin duda, la comida es uno de sus hits. Un equipo de siete hombres, quienes se encargan de sacar La Villa a flote, hacen todos los días cuatro guisados. Dependiendo de la suerte que tengas, puedes encontrar caracoles panteoneros, bisteces en salsa de guajillo, migas, pozole, caldo tlalpeño, sopa de cebolla, fabada y hasta mole de olla.

Sus infaltables son las quesadillas de papa, los frijoles charros, la carne tártara y sus 20 tipos distintos de salsas con chile habanero (que hacen con frutas como uva, mango o coco).

Villa de Sarria

Foto: Ollin Velasco

Ahora bien, si de beber se trata, también te tenemos buenas noticias. Son especialistas en “bolas” de cerveza de barril y tragos solos. Si eres amante de los cocteles, este definitivamente no es tu lugar. A lo más, encontrarás vodka tonics, sangrías y las famosas “piedras” curacrudas.

En su momento, Los Tigres del Norte, Óscar Chávez, así como numerosos boxeadores, futbolistas y periodistas fueron asiduos visitantes. Hoy podrías encontrarte a La Maldita Vecindad, Bengala o hasta a Pancho Cachondo echando tragos y botana en alguna de sus cinco mesas.

La Villa de Sarria es un oasis en medio de una de las colonias que más amamos, pero que más se han gentrificado en la CDMX. Antes de que la hidroponia toque a sus puertas, ánclate en la barra y deja que los meseros te canten “¡agua, mi niño!” todas las veces que quieran.

¿Dónde?

Eje 2 Pte 254, Roma, lun-jue 9–23 h, vier-sáb 9–2 h, dom 9–18 h, tc: todas.