Después de una semana de intensas protestas (físicas y virtuales) de trabajadores de la industria chilanga que exigían la reapertura de los restaurantes en medio del semáforo rojo, el gobierno capitalino decidió que la reapertura será el 18 de enero bajo ciertas condiciones y restricciones. Sin embargo, que puedan abrir podría no ser suficiente para el rescate de los restaurantes en CDMX, que están enfrentando su peor crisis.

Su petición de reabrir se encuentra con uno de los peores escenarios de la pandemia en la ciudad hasta ahora: hospitales saturados al 88% y contagios que no ceden. Para algunos restauranteros, reabrir es el respiro que necesitan en estos momentos para no cerrar de manera definitiva y conservar algunos empleos; para otros, solo un placebo para apenas sobrevivir y no la solución para la reactivación de la industria y la recuperación de empleos no en la inmediatez sino a mediano, largo plazo.

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Mientras tanto, el gobierno ha priorizado apoyos emergentes a trabajadores, condonación de algunos impuestos y algunos préstamos de 10 mil pesos cada uno. Ante la pregunta sobre la existencia de un plan de rescate, el titular de la Secretaría de Desarrollo Económico, Fadlala Akabani Hneide, dijo en Televisa que “hemos desarrollado programas integrales, como el programa Mi Beca para Empezar, apoyo a meseros (220 millones de pesos), 50 mil créditos de 10 mil pesos para pequeños empresarios”. Agregó “van analizando”, dialogando y llegando a acuerdos con cada sector empresarial.

Reabrir no asegura la supervivencia

Para algunos restauranteros y economistas, reabrir en semáforo rojo no es la solución que la industria necesita para recuperarse y garantizar fuentes de empleo a mediano y largo plazo. Por otro lado, también está el riesgo sanitario y el peligro de brotes a pesar de las medidas de bioseguridad.

“En términos financieros, la reapertura bajo estas condiciones no necesariamente implica una mejora —contó a Chilango Bernardo Bukantz, socio de Salón Ríos, Taquería Gabriel, Corazón de Pollo y Elvis—. Reabrir implica más gastos y no sé cuántos más ingresos, sobre todo por el tema de que solo se puede servir en exteriores, donde hay pocas mesas”.

En tres de sus cuatro negocios, las ventas a domicilio representan un gran porcentaje (más del 90 por ciento). Sabe que Salón Ríos es un lugar de experiencia y no de servicio a domicilio; pero hasta ahora los otros tres negocios lo han podido mantener a flote. Abrirá en cuanto se pueda, aunque Bernardo sabe que tendrá que repensar el concepto y esperar una recuperación larga. “Ni a mediano plazo regresaremos a las prácticas ni al modelo de negocio de Salón Ríos. Habrá que cambiar”.

Bernardo cree que esta reapertura incluso será el “tiro de gracia” para muchos restaurantes que cerrarán para siempre, pues insiste en que abrir bajo tantas restricciones implica gastos y nuevos problemas. “Cuando se hizo la primera reapertura, el tema de poner mesas en las banquetas no fue sencillo; no está fácil acceder a esos permisos. Es el mismo problema de siempre: el gobierno da un apoyo pero lo hace ambiguo, difícil de entender y no tan fácil de acceder a él. Estas no son las formas. La reapertura, así, no será suficiente para el rescate de restaurantes en CDMX ni tantito. El apoyo tendría que venir de otro lado, de parte del gobierno, con estímulos fiscales y estrategia”.

Lo que se necesita para el rescate de restaurantes en CDMX

Para Rodrigo Puchet, socio y director operativo de Sonia y Parrilla Paraíso, abrir los restaurantes bajo estas condiciones es solo “un tanque de oxígeno y la gran solución son planes financieros a mediano y largo plazo; que se haga una obligatoriedad a la banca privada para que suelte líneas de crédito y préstamos y se hagan acciones tributarias, no de subsidio ni de omisión, sino de refinanciamiento de todas las cuotas obrero-patronales, así como de los impuestos”.

La economista, politóloga y directora de la organización México, ¿cómo vamos?, Sofía Ramírez, explicó a Chilango que los empresarios concuerdan en que requiere acceso a crédito, lo cual “implica que haya una negociación del gobierno porque, por sí mismo, el sistema financiero no lo va a dar” y se necesita el respaldo del gobierno. Por ejemplo, en países como Turquía o Sudáfrica, el gobierno ofreció a los empresarios mecanismos de refinanciamiento y recomposición de la deuda, de acuerdo con información del Banco Mundial.

Para Ramírez, que existan estos mecanismos y planes requiere que se hagan políticas públicas con visión para, por ejemplo, implementar programas de préstamo (otorgados solo a empresas con la mayor viabilidad de sobrevivir a la pandemia); sin embargo, “eso no se ha discutido en México”.

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En un comunicado emitido por México ¿cómo vamos? poco después de que se anunciara el regreso al semáforo rojo en la Ciudad de México y el Edomex, la organización alertó que los programas de apoyo “no son suficientes ni atienden a las principales necesidades de los negocios, tales como apoyos fiscales, aplazamiento de pagos a créditos o servicios, o acceso a nuevos créditos”.

Durante el primer semáforo rojo en CDMX, entre marzo y mayo de 2020, los sectores más afectados fueron el de comercio y servicios diversos (formal e informal). Justo los empleos informales, que son más de la mitad del país, son las personas más vulnerables en este momento –sin opción de exigir el respeto de sus derechos.

Chilango contactó a la oficina de comunicación de la Secretaría de Desarrollo Económico de la Ciudad de México para conocer cuáles son los planes para la reactivación económica de la capital mexicana. La respuesta fue que por el momento no hay más entrevistas.

¡Abrir para vivir! La reapertura como un respiro

“Yo no espero nada del gobierno, ni necesito que nos ayuden, ahorita preferimos que nos dejen abrir”, dijo a Chilango el chef Édgar Núñez, dueño del restaurante Sud777. Reconoce que la reapertura no será suficiente para rescatar a la industria restaurantera, pero “va a ayudar muchísimo”.

Para Emiliano Quintero, dueño de La Panera, la reapertura “es un respiro”; sin embargo, dijo que con las restricciones (de cupo y horario), apenas será para “perder menos (dinero)”. Según su testimonio, el plan del gobierno de la ciudad para la reapertura gradual considera a los restaurantes con terraza, distancia entre mesas de al menos 1.5 m, y un horario tentativo de 8 a 16 horas, lo cual “nos deja limitados (…) Es muy triste ver que muchos lugares van a cerrar”.

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Esto coincide con lo que dice Sofía Ramírez acerca de que la economía ya venía ralentizándose por lo menos dos años. “Lo cual es un problema porque muchas empresas no se van a salvar, en cualquier caso. Si en los últimos dos años (los restaurantes) no venían generando un colchoncito de ganancias, un mercado más sólido y mayor liquidez, esto les va a dar la estocada final”.

Y es que es claro que la venta para llevar o a domicilio no es suficiente para muchos restaurantes. “La reapertura para nosotros significa tener más ingresos (…) Obvio sabemos que no serán los ingresos de antes, pero sería una gran ayuda para nosotros y nuestros empleados”, dijo a Chilango María Loaeza, administradora de Pepe Coyotes, una taquería famosa (por tacos sabrosos y llenadores) en Coyoacán.

El inevitable riesgo de comer en restaurantes

Otro eje esencial del debate en el rescate de los restaurantes en CDMX es el factor sanitario. La razón de las autoridades para implementar el cierre de restaurantes y bares, es que son considerados como lugares con alto riesgo de contagio, pues son sitios en donde se juntan varias personas. Además, si bien entre los lineamientos de los restaurantes para operar en el semáforo naranja, se consideró el uso obligatorio de cubrebocas, éste forzosamente se tiene que retirar al comer.

Un estudio publicado en septiembre pasado por el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) encontró que los adultos diagnosticados con covid-19 tenían aproximadamente el doble de posibilidades de haber estado en un restaurante (14 días antes a la prueba) que aquellos que resultaron negativos. Otro estudio realizado en Corea documentó el caso de un contagio ocurrido en cuestión de minutos (pese a una distancia entre mesas de 4.5 m) en un restaurante cerrado y con ventilación artificial.

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“Lo malo de los restaurantes es que la gente va porque están abiertos —dijo a Chilango Cecilia Hernández, internista, alergóloga e inmunóloga clínica y quien actualmente atiende a pacientes de covid-19—. Las nuevas cepas son más contagiosas, entonces si vas a un restaurante es inevitable retirarse el cubrebocas y hablar, con lo cual aumentarán los contagios”.

Un aumento de casos sería catastrófico en un momento en que los hospitales se encuentran al límite de la saturación y de los esfuerzos del gobierno por ampliar la capacidad hospitalaria. “Entiendo que está grave la situación económica pero es muy alto el riesgo de contagio en un restaurante (…) Mucha gente se expone, sus trabajadores, los comensales y las familias”.

Hasta la publicación de este reportaje, hay 34,989 casos de covid-19 activos en la ciudad, mientras que la ocupación hospitalaria se encuentra en un 88%.

Hablando de cosas bonitas: