Era el principio de la década de los sesenta cuando empezaba el auge de James Bond en el cine. Por su interpretación como el agente secreto creado por Ian Fleming, Sean Connery había cautivado al público cinéfilo en el primer filme de la saga, El satánico Dr. No. Al ver el éxito, la dupla de productores conformada por Albert R. Broccoli y Harry Saltzman se animó con una segunda película, Desde Rusia con amor, para la que requirieron al actor mexicano Pedro Armendáriz, quien traía consigo la muerte encima y así trabajó.

Pedro Armendáriz, un abrupto adiós

Encumbrado como ídolo del cine nacional, pionero en abrir las puertas al talento mexicano hacia Hollywood, el actor aceptó interpretar a un espía turco llamado Karim Bey para ayudar al 007 en su nueva misión. No sabía que durante el rodaje en Londres, consecuencia de fuertes dolores en la cadera, le iban a diagnosticar cáncer de riñón en etapa terminal con metástasis en pulmón y esófago.

Devastado por la noticia y los daños físicos que avanzaban con rapidez en su cuerpo, Pedro Armendáriz quiso terminar la película para poder garantizar la seguridad económica de su familia con el sueldo que iba a percibir. Fue apoyado por la producción para desarrollar varias de sus secuencias sentado o recargado en algo porque le costaba mantenerse de pie.

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Culminada su participación, se internó en el Hospital de la Universidad de Los Ángeles, California, para tratarse el mal cancerígeno, sin embargo, a sabiendas de que nada había por hacer para salvarlo, se tomó tiempo de redactar cartas a sus seres queridos y conocidos para detallarles que no estaba dispuesto a sufrir la agonía con fuertes dolores en los huesos, por lo que había tomado una decisión importante: quitarse la vida.

Dejó las cartas sobre una mesa antes de dispararse al corazón con una Magnum 357 que introdujo de contrabando al hospital. Así, el 18 de junio de 1963 se suicidó Pedro Armendáriz sin siquiera haber podido ver en pantalla su última actuación como aliado de Sean Connery. Con su muerte cobró fuerza la historia de la maldición radioactiva que trajo consigo la película El conquistador de Mongolia.

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¿Víctima de radioactividad?

Fue en 1956 cuando Pedro Armendáriz se sumó a un elenco hollywoodense liderado por el mítico cowboy John Wayne para filmar El conquistador de Mongolia. Con 220 personas en la producción, el rodaje fue en una zona desértica de Utah, sitio donde el gobierno de Estados Unidos había llevado a cabo pruebas nucleares en la frontera con Nevada.

Dicha anécdota pudo pasar de intrascendente de no ser porque 91 personas se enfermaron de cáncer y 46 murieron como consecuencia de este mal tras haber estado expuestas a los altos niveles de radiación acumulados en el lugar.

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Junto a Pedro Armendáriz, el director de la película (Dick Powell) también vio afectada su salud de manera acelerada con la aparición de un linfoma y falleció el mismo año que el actor mexicano, 1963; versiones coincidieron en señalar que fue producto de haber filmado en una región contaminada de residuos atómicos.

John Wayne, por su parte, fue diagnosticado con cáncer de pulmón en 1964 y se sometió a una cirugía para que se lo extirparan, sin embargo, no pudo evitar el cáncer de estómago que en 1979 acabó con la leyenda del género western. En su caso se ha querido negar la idea de que la radiación en Utah tuviera algo que ver, ya que el actor era conocido desde tiempo atrás por sus adicciones al tabaco y al alcohol.

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Lo cierto es que a mediados del siglo pasado el suicidio de Pedro Armendáriz sacó a la luz un tema que ocupa y preocupa en la actualidad, y que para muchos se hace de interés general gracias a series como Chernobyl.

Pero, ¿qué pasó con la película El conquistador de Mongolia? Dale clic aquí.

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