Studio Ghibli ocupa un lugar muy especial en la industria de la animación contemporánea. El estudio nipón fundado en 1985 se ha encargado de construir un universo fantástico poblado por espíritus del bosque, brujas amigables y humanos que luchan por la supervivencia de su especie. Y, además, no todo lo ha hecho Hayao Miyazaki.

5 películas de Ghibli para sentirte en Japón

Entre los directores que se han hecho cargo de los proyectos de Ghibli, resulta indispensable mencionar a Hayao Miyazaki (1941-). Él, mas que nadie, se ha convertido en el principal referente del estudio a nivel internacional. No sin justa razón, pues le debemos la existencia de memorables animes como Mi vecino Totoro (1988), La princesa Mononoke (1997), El viaje de Chihiro (2001) y El increíble castillo vagabundo (2004); todos ellos filmes que destacan por su calidad tanto técnica como narrativa.

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Sin embargo, Studio Ghibli va mucho más allá de los once filmes que ha dirigido Miyazaki hasta el momento. Por el estudio han pasado importantes figuras del mundo del anime contemporáneo, ya sea como directores, encargados de animación o del arte de los filmes.

A continuación presentamos cinco películas imprescindibles del Studio Ghibli. Pero, que no fueron dirigidas por Hayao Miyazaki y que ocupan un papel importante en la historia del cine animado japonés.

1.- La tumba de las luciérnagas (Isao Takahata, 1988).

Una de las películas más tristes de la historia del cine nació en el Studio Ghibli. Las mismas mentes que concibieron a tiernos personajes como Totoro demuestran que son capaces de aproximarse a uno de los momentos más oscuros de la historia. Todo esto dejando a un lado la fantasía y abrazando un cruento realismo que busca conmover a la audiencia.

La tumba de las luciérnagas fue un proyecto dirigido por el recientemente fallecido Isao Takahata (1935-2018), cofundador del estudio. La película fue estrenada al mismo tiempo que Mi vecino Totoro, a manera de una función doble donde los responsables de Ghibli demostraban su capacidad de desarrollar filmes de ambos tipos: dramas y comedias.

La trama sigue la historia de Seita y de Setsuko, dos hermanos que han perdido a su madre durante un bombardeo a Japón y que ahora luchan contra el hambre, la pobreza y la indiferencia humana en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Se trata, ante todo, de una película que demuestra que se pueden crear proyectos profundos, trascendentes y conmovedores a través de la animación. Rompiéndose la falsa creencia de que el cine animado es exclusivamente para una audiencia infantil y con historias superficiales.

2.- Susurros del corazón (Yoshifumi Kondô, 1995).

Hasta la década de 1990, Studio Ghibli se había caracterizado por la alternancia de filmes dirigidos por Miyazaki y Takahata. El mismo paso del tiempo y el anhelo de expandir el estudio llevó a sus fundadores a buscar nuevos talentos que pudieran hacerse cargo de los proyectos venideros y, así, ampliar la oferta ante su ya cautiva audiencia.

De este modo se dio la oportunidad al talentoso Yoshifumi Kondô de dirigir Susurros del corazón, un filme basado en el manga de Aoi Hiiragi. La historia se centra en el proceso de autodescubrimiento de Shizuku, una adolescente que busca encontrar su vocación y desarrollar sus talentos. Se trata de una película que entrecruza una trama romántica con esta búsqueda personal por parte de la protagonista. En esta obra se presenta un relato que se apega firmemente al realismo, pero que incluye varias extraordinarias escenas fantásticas que ocurren en la imaginación de Shizuku.

Este proyecto fue bien recibido por las audiencias japonesas, contando con un spin-off: El regreso del gato (Hiroyuki Morita, 2002). Con este filme, Kondô se perfilaba como uno de los herederos de las glorias de Miyazaki y de Takahata; sin embargo, falleció inesperadamente poco tiempo después del estreno de su ópera prima como director.

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3.- El mundo secreto de Arriety (Hiromasa Yonebayashi, 2010)

Tras lo ocurrido con Kondô pasaron varios años antes de que se diera oportunidad a otros directores de hacerse cargo de un proyecto en el estudio. En 2010, Hiromasa Yonebayashi dirigió la película El mundo secreto de Arriety, la cual se basaba en la novela inglesa The Borrowers de Mary Norton. El mismo Miyazaki colaboró haciéndose cargo de la adaptación de la obra original.

El filme sigue a la familia de Arriety, unos seres diminutos que viven a escondidas y aprovechándose de los recursos de los humanos para subsistir. La aparente estabilidad de los protagonistas se rompe al momento en el que la protagonista comienza a interactuar con un joven humano, con quien entabla una gran amistad, demostrando que los borrowers no son tan diferentes a las personas.

Con esta película se demuestra el interés de Studio Ghibli por buscar nuevos talentos que sean capaces de preservar la tradición de calidad que siempre ha tenido el estudio. Sobre todo, destaca la gran animación y el diseño sonoro, resultando interesante cómo se juegan con las perspectivas y puntos de vista de los diminutos seres a comparación de los seres humanos.

4.- La colina de las amapolas (Gorô Miyazaki, 2011).

Si existe un personaje no muy querido por el fandom de Studio Ghibli, este es Gorô Miyazaki, hijo del creador de El viaje de Chihiro. Gorô debutó como director en 2006 haciéndose cargo de la adaptación de Los cuentos de Terramar de Ursula K. Le Guin, un proyecto que trajo problemas entre padre e hijo y la misma autora de las novelas.

Tras este conflictivo primer paso, Gorô logra remendar su carrera como director con La colina de las amapolas. Esta cinta se encuentra basada en el manga de Tetsurô Sayama y también contó con la colaboración de Hayao Miyazaki en la adaptación. A menudo, se ha considerado a esta producción una heredera espiritual de Susurros del corazón gracias a la hibridación de la temática juvenil (coming-of-age) con el romance y el realismo.

La trama se desarrolla en torno a un grupo de adolescentes que buscan salvar de la demolición a una casa de clubes que se encontraba en ruinas; todo esto en vísperas de los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964. El filme de Gorô Miyazaki logra envolver al espectador en la problemática que viven sus protagonistas, al mismo tiempo que destaca por su gran capacidad de recrear las inquietudes juveniles en un periodo tan complejo ideológicamente como la década de los sesenta.

5. La leyenda de la princesa Kaguya (Isao Takahata, 2013).

Isao Takahata, pocos años antes de su muerte, regresó a Studio Ghibli para hacerse cargo de La leyenda de la princesa Kaguya, su última película. Este largometraje animado ha sido reconocido internacionalmente como una de las mejores obras de la historia del cine, habiéndose encontrada nominada al Óscar a Mejor Película Animada.

La trama es un relato tradicional japonés que se centra en un cortador de bambú que encuentra a una pequeña niña entre las plantas, a la que adopta como su hija. La estabilidad de la familia se quiebra con el paso del tiempo y con el mismo destino que establece que la joven debe ocupar su puesto como princesa. Ante todo, se trata de una historia que demuestra la gran capacidad de Isao Takahata de conmover a la audiencia en todo momento.

Asimismo, este filme sobresale por el empleo de diversos estilos de animación a lo largo del metraje, siendo una obra muy cuidada técnica y narrativamente. El proceso de producción de la cinta fue complejo por la misma avanzada edad de Takahata y la minuciosidad del director. La leyenda de la princesa Kaguya, sin duda alguna, es un gran legado del cineasta para el cine animado.


Si bien la avanzada edad de Hayao Miyazaki y la dificultad que han experimentado los fundadores de Studio Ghibli para encontrar directores que puedan hacer frente a los retos de la industria de la animación han pausado un poco el ritmo de producción del estudio, este se encuentra activo. Recientemente se estrenó la tercera película de Gorô Miyazaki —Earwig y la bruja (2020)— y el mismo Hayao se encuentra trabajando su siguiente largometraje —¿Cómo vives?— a estrenarse próximamente.