Los asesinos seriales han sido objeto de fascinación en la cultura popular durante siglos. Desde Jack el Destripador hasta Jeffrey Dahmer, pasando por Ted Bundy o Charles Manson, este tipo de criminales han inspirado películas, libros y hasta canciones. Por supuesto, México y CDMX no son ajenos a la mezcla de horror y misterio que causan las historias de asesinos seriales.

Pero ¿por qué los asesinos seriales causan tanta fascinación a la gente? De acuerdo con el sociólogo Scott Bonn, una de las mayores autoridades en el tema, el efecto que las historias sobre este tipo de personajes produce es similar a ver una película de terror; es decir, una mezcla entre la adrenalina de sentir miedo y la tranquilidad de que, a pesar de esa sensación, se está en un ambiente fuera de riesgo. Asimismo, parte de la atracción que causan a algunas personas las historias de estos personajes radica en el misterio: la necesidad de entender lo que motiva a alguien a cometer crímenes tan atroces.

Dicho lo anterior, el problema radica en que muchas veces las películas o novelas ofrecen versiones idealizadas o romantizadas de los asesinos seriales, de su intelecto o de su carisma. En realidad se trata de personajes que en su momento aterrorizaron a sus comunidades, porque el temor que causan radica en que se trata de crímenes reales de los que cualquiera podría ser víctima. Repasemos algunos casos en la historia de CDMX.

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“El Chalequero”

El primero de los asesinos seriales en la historia de CDMX es Francisco Guerrero Pérez. Conocido como “El Chalequero”, llegó a la capital en 1862, a la edad de 22 años. Comenzó a matar cuando tenía 40 años. Asesinó a 20 mujeres trabajadoras sexuales entre 1880 y 1888, cuando finalmente fue detenido. Estuvo encarcelado hasta 1904 en Lecumberri, pero poco después de salir cometió otro asesinato y fue sorprendido in fraganti, por lo que regresó a la misma cárcel, donde falleció en 1910.

Foto: Wikimedia Commons

“El estrangulador de Tacuba”

El de “Goyo” Cárdenas es quizá el más polémico de los casos de asesinos seriales en CDMX. Y es que, pese a sus crímenes, terminó siendo ovacionado por la Cámara de Diputados. Cárdenas era un estudiante de química que en 1942, cuando tenía 27 años, violó y mató por estrangulamiento a 4 mujeres en el barrio de Tacuba. No fue atrapado por sus crímenes, sino que él mismo terminó confesándolos tras ser internado en un hospital psiquiátrico. Por lo anterior, se le trasladó a Lecumberri, donde comenzó a estudiar derecho y se convirtió en defensor de otros presos.

Debido a su historia de rehabilitación, el gobierno de Luis Echeverría le otorgó un indulto y lo presentó ante el Congreso, donde fue homenajeado como un caso de rehabilitación social. Fuera de la cárcel, obtuvo su licenciatura en Derecho y murió en libertad en el año 2000. El criminólogo Alfonso Quiroz Cuarón contó su historia en el libro El caso del estrangulador.

Asesinos seriales CDMX
Foto; Wikimedia Commons

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“El Caníbal de la Guerrero”

Uno de los casos más recientes de asesinos seriales en CDMX es el de José Luis Calva Cepeda, “El Caníbal de la Guerrero”. Fue detenido en 2007 en su departamento en la colonia Guerrero luego de que familiares de su pareja, Reyna González Amador, reportaron su desaparición. A ello se sumó el hecho de que vecinos de Calva Cepeda reportaron un olor fétido proveniente de su hogar. Cuando la policía ingresó, encontró partes del cadáver de Reyna en el refrigerador, en un sartén y en un plato con limones, lo que hizo inferir a la policía que consumió su carne. Posteriormente, las investigaciones lo vincularon con los asesinatos de al menos 2 mujeres más. “El Caníbal de la Guerrero” se suicidó en la cárcel 2 meses después de su detención.

Asesinos seriales en CDMX

“El Sádico”

Entre 2004 y 2006 una serie de asesinatos aterrorizaron a la CDMX. Los cuerpos de las víctimas, hombres gays de mediana edad, aparecían dentro de maletas en algunas de las principales avenidas de la ciudad. Uno incluso fue abandonado en las inmediaciones del Metro Chabacano. Fue hasta el 23 de enero de 2006 cuando las autoridades lograron detener al responsable: Raúl Osiel Marroquín. El asesino, quien recibió el sobrenombre de “El Sádico”. era un exmilitar que se dedicaba a secuestrar a hombres homosexuales en la Zona Rosa. Solía jactarse de que sus propias víctimas se acercaban a él. Por algunas de sus víctimas pedía rescates, pero a otras las asfixiaba y mataba con bolsas de plástico.

Marroquín nunca mostró arrepentimiento por los asesinatos, por lo que se considera que se trató de crímenes de odio motivados por homofobia, En 2010 finalmente fue condenado a 280 años de prisión por los 4 homicidios que se le comprobaron. No obstante, se considera que el número de víctimas podría ser mayor,

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“La mataviejitas”

Otro de los casos de asesinos seriales que estremecieron a CDMX fue el de “La mataviejitas”. Entre 2003 y 2006 se registraron varios casos de mujeres adultos mayores que fueron asesinadas en sus propios domicilios. El modus operandi era el mismo: una mujer entraba a las casas ofreciendo sus servicios de limpieza y, aprovechando que sus víctimas vivían solas, las asesinaba para después robarles. La responsable de estos homicidios era Juana Barraza, una exluchadora profesional que finalmente cayó el 25 de enero de 2006 cuando alguien la vio salir de un departamento poco después de cometer uno de sus crímenes. En total, Barraza mató a 17 personas. Por ello, recibió 759 años de cárcel.

Asesinos seriales CDMX

“Jack El Estrangulador”

Finalmente, un caso particular es el de Agustín Salas del Vale, conocido como “Jack El Estrangulador”. A él se le atribuyen cerca de 30 asesinatos de mujeres trabajadoras sexuales. Sin embargo, solo fue procesado por uno, que ocurrió en 1993. En los 4 años anteriores, desde 1993, se reportaron varios casos de mujeres asesinadas por asfixia en los hoteles de la capital. El mismo modus operandi hizo a las autoridades asumir que se trataba de un mismo responsable, a quien se le bautizó como “Jack El Estrangulador”. Tras la detención de Salas, los crímenes cesaron. No obstante, nunca se comprobó que hubiera cometido los otros asesinatos.

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