28 de marzo de 1993. Es una noche habitual en la panadería El Ángel: hay gente escogiendo conchas, panqués, cubiletes, donas y orejas. Los comensales salen con bolsas repletas para cenar, algunos más pagan; entonces sucede algo muy poco habitual: unos músicos con acento diferente y mucho crepé en el pelo se abren paso entre la clientela, están ahí para dar el último concierto de su gira… Esa banda era Soda Stereo.

La Gira Dynamo se realizó para promover el sexto álbum de la banda, el cual llevaba el mismo nombre. Gustavo Cerati, Héctor “Zeta” Bosio y Carlos Alberto “Charly Albert” arrancaron en Argentina, pasaron por Chile, Paraguay, Venezuela para terminar en México. Ocho días después de lo planeado originalmente, pues se agregó una fecha más. Daniel Kon, manager de la banda, simplemente les informó que tocarían en San Cristóbal Ecatepec, en el Estado de México, en un lugar llamado “El Ángel”.

Llegó el día del cierre y todo parecía normal, hasta que el chofer se detuvo en una panadería, abrió la puerta y dijo: “llegamos”. Dudosos, bajaron y entraron al expendio. 

Escenario improvisado y camerinos en los cuartos

Wady Rodríguez, iluminador de la banda durante los 90 cuenta que, a pesar de no salir de su sorpresa, y de pensar que se trataba de una broma, empezaron a bajar el equipo.  El iluminador también recuerda lo feliz que estaba el panadero, sobre todo, cuando los condujo al escenario que había improvisado; también cuando los llevó a los camerinos, que no era más que las habitaciones de la casa del panadero, que estaba emocionadísimo y no paraba de decirles que podían comer todo el pan que quisieran.

Ese cierre de gira en realidad era una fiesta de 15 años: el dueño de la panadería gastó todos sus ahorros para contratarlos y sorprender a su hija. Igual que Don Cangrejo

Pese a que la anécdota sugiere que casi, casi tocaron entre panes y charolas; el concierto se realizó en el jardín de la casa, en el escenario que les habían presumido: unas lonas de color naranja y blanco e iluminación “sencilla”; nada profesional, ni similar a los lugares en los que Soda Stereo ya estaba acostumbrado a tocar.

Nada de eso importó en cuanto las primeras notas de “En remolinos” llenaron el lugar, Cerati y compañía se entregaron al público e hicieron un recorrido musical que incluyó: “Juegos de seducción”, “Camaleón”, “Luna Roja”, “Cuando pase el temblor”, “En la ciudad de la furia”, “De música ligera” y “Persiana Americana”, entre otras.

La cosa se puso tan bien, que hubo encore, tocaron “Hombre al agua” y “Prófugos”.

Wady Rodríguez recuerda ese concierto como “el cierre perfecto, una velada íntima”, que concluyó con un baño de champaña al público y foto del recuerdo.

Imposible saber si esa ocasión Cerati dio sus famosas “gracias totales”, pero en una noche tan increíble e inesperada lo mejor es imaginar que sí. 

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