La Copa del 86: El himno que no se pudo tocar

Anécdotas de Melquiades Sánchez, la voz del Azteca

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Capítulo III

A sus 86 años, don Melquiades Sánchez aún tiene la fortaleza de hace 28, para recordar los momentos de tensión y alegría que vivió en el Mundial del 86.

La voz oficial del Azteca me cuenta cómo desde un palco del estadio, pidió las alineaciones, montó los himnos nacionales antes de cada partido y dirigió las ceremonias de inauguración y clausura.

Nos dieron el Mundial

Melquiades no ganó concurso alguno para ser la voz oficial del Azteca, se dio como una casualidad de la vida cuando él trabajaba como locutor en el Sistema Radiópolis y en 1966 -año en que se inauguró el estadio- prestó sus cuadros -porque también es pintor- para adornar los palcos. En ese momento sólo le dijeron que él se encargaría de darle voz.

Ese detalle lo puso en un plano muy cercano con el Comité Organizador y de primera mano supo que Colombia no pudo organizar ese Mundial porque no tenía estadios con la capacidad que FIFA exigía para las diferentes fases del torneo.

Así que en 1983, México fue elegido para ser el primer país en tener dos Copas del Mundo… Don Melquiades ya había presenciado el primero en 1970, en el que disfrutó de la magia de Pelé.

Aunque también estuvo en duda por el terremoto del 85, a pesar de “estar de luto, con la conmoción por la tragedia, los organizadores decidieron continuar para levantar el ánimo de la gente, y se hizo y con el éxito que ya se conoce”, afirma.

La pimpeada al Azteca

Habían pasado 16 años desde el Mundial del 70 y 20 desde su inauguración, entonces el estadio tuvo que recibir una manita de gato.

“Se amuralló, todas las bardas que lo rodean se construyeron en 1986, el graderío se modificó porque antes había unos espacios bastante anchos, divididos por unas soleras de acero. Los achicaron y aumentó el aforo. Se crearon palcos especiales y con eso se ayudó a financiar esa sede del Mundial”.

Aunque mucha lana la puso una televisora como recuerda Melquiades: “fue una especie de Mundial de Televisa, lo que fue necesario se habilitó, sobre todo lo que respecta a equipos de transmisión y comunicación con todas las partes del mundo”.

La traición que impidió tocar un himno

Melquiades cuenta sus anécdotas con un tono muy orgulloso porque casi todo le salió bien, incluso después del abandono de unos técnicos estadounidenses que la televisora había contratado para encargarse de todo el sistema de sonido en el estadio.

“No sé si se espantaron porque había mucha seguridad en los palcos, así que yo me tuve que aventar solo el proceso de poner los himnos. Yo me encargaba de decir ‘enseguida presentaremos el himno nacional de México’, lo ponía mientras me preparaba para el otro”.

Nunca dejó esa chamba en manos de otros, siempre constató con aficionados de otros países si el himno que pondría era el correcto, como lo hizo desde el principio en el partido debut de la selección frente a Bélgica.

Pero ese día no había escapatoria para el error. 

“Jugaba Bélgica y me llevaron el himno equivocado. Unos belgas me dijeron ‘no es nuestro himno, es el de Alemania’. Entonces me di a la tarea de buscar el correcto y me lo llevaron desde Televisa y en el momento en que lo iba a poner ¡se fue la luz!“, Don Melquiades acusa mano negra pero sin querer ahondar en el tema continúa: “fue cuando el público se puso a cantar el himno nacional de México y causó mucha impresión porque lo hicieron a capela”.

El de Bélgica ya no se tocó, pero ese momento en particular, Melquiades Sánchez lo recuerda como “muy emocionante”. Luego regresó la luz y empleados de menor rango lo quisieron acusar del desperfecto, “pero da la casualidad de que yo hablé con el jefe y ya le dije cómo estuvo todo”.

Los hooligans

Era el partido Argentina-Inglaterra. La tensión política y social entre esos países por el conflicto de las Islas Malvinas, se reflejó en las gradas. Los temidos hooligans aparecieron y golpearon a varios aficionados a diestra y siniestra.

Su fama de provocadores y rijosos del futbol inglés obligó a los encargados de la seguridad a actuar de una manera poco ortodoxa.

“Me platicaron algunos amigos de la autoridad que los hooligans se asustaron porque, no sé en qué forma -una vez más no quiso ahondar en el tema- los amenazaron y ya no hicieron nada, se apantallaron. Afortunadamente no pasó a mayores”.

Tras bambalinas

Las críticas para las ceremonias de inauguración y clausura, fueron muy criticadas en su momento pues a través de la televisión se veían muy pobres.

Melquiades dice que una cosa fue lo que se vio en TV y otra la que sucedió en vivo desde el estadio.

“Yo tenía a un lado a Luis de Llano -quien se encargó de toda la parte artística- y no había un script preparado. Él me decía ‘enseguida viene esto’ y yo tenía que improvisar”.

Él siempre se las arregló para hacer su trabajo, incluso mandaba a su nieto Gabriel a la cancha para que le dictara las alineaciones por walkie talkie. 

Sus mejores recuerdos

Fue difícil notar las emociones de Don Melquiades, el profesionalismo de su trabajo estaba antes que disfrutar como un espectador más el Mundial, sin embargo, al preguntarle sobre sus momentos favoritos de esa Copa, por fin contó:

El gol de Negrete (de media tijera ante Bulgaria en octavos de final) lo recuerdo muy bien porque ese día (15 de junio) yo cumplía 20 años en el estadio y para mí fue un gol conmemorativo. Tampoco me olvido de la ‘mano de Dios’ y el ‘gol del siglo'”, aquellas dos joyas que Maradona regaló el 22 de junio ante Inglaterra.

Pero sobre todo, el momento del himno nacional mexicano a capela, algo que también vivió en carne propia el protagonista de nuestro Capítulo IV.

(Capítulo I ‘El Mundial de Neza: del pasto falso a la visita de Rod Stewart’, dando clic aquí)

(Capítulo II ‘Partidos infumables y un gol de tijera; contrastes del México 86’, dando clic aquí)

(Capítulo IV ‘Fernando Quirarte: El Mundial del 86 desde el vestidor del Tri’, dando clic aquí)