“¡Pásale amigo!, ¿qué te damos? Tenemos tintes, pelucas, uñas, pestañas…”. Al escuchar estos gritos sabemos que hemos llegado al mejor lugar de la CDMX para comprar todo lo relativo a la belleza: la calle de Alhóndiga. Se dice que en la Ciudad de México encuentras de todo, solo hay que saber buscarlo. Y esta máxima aplica principalmente para su Centro Histórico. Ya sea que busques peluches, herramientas, mercería o hasta —como en este caso— artículos para soltarte el cabello y vestirte de reina, todo, todo, está aquí.

Si llegas por la calle de Corregidora, famosa por albergar tiendas de ferretería, es muy fácil seguirte hasta llegar a la calle de Alhóndiga, que se llama así porque alberga la Antigua Alhóndiga de la Ciudad, es decir, un almacén de granos. Fiel a la tradición del Barrio de La Merced, aquí la vendimia está a todo lo que da. Mechones por aquí, pelucones por allá, pestañas postizas kilométricas acullá. Todo lo necesario para la manita de gato se encuentra aquí, por lo que también se ha ganado el merecido apodo del “Callejón de la Belleza”.

Pásele que hay de todo.

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El tianguis de las uñas.

Justo donde termina el callejón y donde se une con la calle de Manzanares, hay una experiencia sui generis, que ningún habitante de la Ciudad de México debería perderse. En dos filas paralelas, más de 100 profesionales del cuidado de las manos y de las uñas están ofreciendo sus servicios. Las manos de plástico que hay frente a ellas muestran el catálogo de creaciones que está, literalmente, al alcance de tus manos.

Retratos, hormigas y alacranes: uñones llevados al extremo

“Yo tengo por ahí de 14 o 15 años en esto”, cuenta Elizabeth Alvarado, que es una de las iniciadoras de este pasaje. Veterana en este oficio, Doña Elizabeth ha sido la responsable de algunas creaciones que van desde lo MUY creativo hasta lo que raya en lo estrambótico.

“Uy no, me ha tocado de todo. Están las chavas que vienen con la foto del novio o de sus hijos y quieren que se las pongan en las uñas”, recuerda. Sin embargo, esto está muy lejos de ser lo más extremo: “Aquí me han traído de todo para encapsularlo en los acrílicos de las uñas. Las chavas buchonas traen desde hormigas hasta alacranes completos. Y aunque es un poco raro, pues es nuestro trabajo, y lo tenemos que hacer”.

Perrona como ella sola.

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El —largo— proceso de ponerse uñas (sí: la belleza cuesta)

En el local Monik’s Nails nos disponemos a comenzar con el ritual del embellecimiento de las manos. Primero te colocan un sanitizante, porque ante todo la limpieza. Después comienzan a trabajar en tu cutícula, para que el trabajo luzca como debe de ser. Mientras Yoselín está haciendo su chamba, la entrevista fluye. Le preguntamos por ejemplo si es que vienen hombres a hacerse las uñas, y ella responde que sí. “Sí vienen, pero son mucho menos que las chavas. Será como el 10% de nuestros clientes, y casi siempre nos dicen cosas como ‘pero no soy gay, ¿eh?’. Creo que los hombres todavía le tienen mucho miedo al ‘qué dirán’; todavía tienen muchos prejuicios”.

Lo que sigue es limar la uña y posteriormente irle colocando una pasta de acrílico, que se va moldeando. A esta técnica se le llama “uñas esculturales” porque es lo que hacen: utilizan la base de tu uña para crear una escultura, dependiendo del tamaño que hayas elegido. “El costo depende mucho del tipo de trabajo que quieras. A mí me toca que vienen y se hacen cosas más bien sencillas. Pero lo bueno de estar aquí es que además de que les ofrecemos precios mejores que los de los salones, si quieren algo más alocado pues se los hacemos porque tenemos toda la materia prima aquí a la mano en la calle de Alhóndiga”.

Un proceso largo hacia la belleza.

Y es precisamente lo que le pedimos: un diseño color rojo, con una decoración a mano alzada, con uña del número 6 y dos de ellas con pedrería; uno de esos uñones de nervios que le andarían haciendo la competencia a La Rosalía. Y como una obra de arte no puede quedarse sin firma, le solicitamos que le ponga la palabra “bichota”. El resultado es simplemente sensacional, listísimos para salir a conquistar esta salvaje ciudad.

Si tú como nosotros quieres ponerte unos uñones de impacto, a precios razonables y sobre todo con expertas que le saben a lo suyo, no puedes dejar de venir al Jardín de las Uñas. ¡Chica, te queremos ver triunfar!

Resultado final.

Dónde: Calle de Manzanares esquina con Alhóndiga, Centro Histórico

Cuándo: Martes a sábado, 10:00 a 19:00 horas.
Cuánto:
desde $150, dependiendo del largo y modelo elegido.