La suerte de la cougar…

Todo lo que debes saber sobre estas mujeres

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Llegas a la escuela de tu hermanito a recogerlo. Esperas unos minutos en la fila y, de repente, aparece una doña des-pam-pa-nan-te. Más o menos en sus 40’s, de cabello largo, sensual, con ropa entallada (que además le luce muy bien a la canija) y además, resulta que es la mamá de Memito, un amigo de tu brother. Le sacas plática, intercambian dos que tres chistes, le pides su teléfono y te lo da. Le mandas un mensaje y a los pocos segundos te contesta. La cosa se pone color de hormiga. Una pizca de pimienta para darle sabor a tu aburrida vida.

¿Qué las hace tan fascinantes?

¿Por qué llaman tanto la atención?

¿Cómo las conquista uno? 

Tenemos (casi) todas las respuestas…

Qué es una cougar

El término cougar surgió cuando Valerie Gibson, una columnista canadiense, platicaba con un amigo que asistió a un bar y vio a una mujer mayor queriendo hincarle el colmillo a los chamacos del bar como si fuera un puma (cougar). Después ya se volvió toda una experta y hasta escribió la ‘Guía para mujeres maduras que salen con hombres jóvenes’. Son mujeres seguras de sí mismas, francas y no se andan con rodeos (¿como para qué, a estas alturas?), son independientes, solteras o divorciadas en busca de nuevas experiencias. Están metidas en una onda feminista, liberal… Todo esto las convierte en seres fascinantes.

El encanto de unos añitos de más

Seamos realistas: Estar con alguien menor implica –si bien nos va– una energía incansable y uno ímpetu por dejarte satisfecho/a que dan ternura. Pero eso sí, difícilmente tiene la suficiente experiencia como para saber qué puntos tocar para llevarte directito al nirvana y sin escalas. A pesar de que las cougar son otoño, como dice José José en 40 y 20, guardan un verano que cuando miran a los de 20, los queman.

La víctima y su presa

Mientras las mujeres mayores tienen experiencia (saben qué les gusta y qué no), los jóvenes (no todos, hemos de aceptarlo) tienen menos argüendes emocionales. Una situación de gana-gana. 

Cómo la conquisto

No te guíes por las etiquetas que les han colgado: que si siempre usan ‘animal print’ o que si salen solas a bares a devorar hombres. No. Cuando salgas con alguna, escúchala y pregúntale por sus intereses. Si comienzas a ver que la cosa fluye y te saca algún tema sexoso, ya la hiciste. Hablar de sexo siempre es una cosa deliciosa. 

¿Y si resulta que yo soy la cougar y ni enterada?

Ah, pues relájate. Olvídate de los tapujos, comentarios o ideas de la prehistoria. Lo sabes: mañana tendrás una sonrisota de oreja a oreja, así que lo que puedan llegar a decir, que se te resbale. No te sientas en desventaja, pues tú tienes la experiencia y ellos, la calentura y la creatividad erótica. ¿Qué más le puedes pedir a la vida?

Qué sale de una relación con una cougar 

Pues como en todo: puede o no haber futuro. En realidad no es una cuestión de edades, sino de compatibilidad y de ganas, como en todo. Si la onda se convierte en algo puramente carnal, disfrútenlo. Su vida será más feliz que ayer. Lo importante será poner, como en todo, las cartas sobre la mesa desde el principio. Hablando se entiende la gente. No se vayan con la idea prejuiciosa de que ellas querrán casarse y tener más hijitos, porque la neta es que muchas más bien huyen del asunto; tampoco supongan que sólo andan buscando a quién amar. Hablen y punto.

Ahora viene la buena ¿has tenido (o tienes) un affair con una cougar?, ¿con algún jovencito?