Amor por los juguetes

Jugueterías para adultos, ¡yeihh!

 
¡Jugueterías para adultos…! ¿No está increíble?
 
No sé ustedes pero a mí, de chavita, me encantaba ir a las jugueterías; me brillaban los ojitos de tanto juguete. Soñaba con tener ese que amaba. Ahorraba y luego iba –ilusionada– a comprarlo y disfrutarlo, sola o acompañada. Pues eso mismo me ocurre con los juguetes sexuales. Regreso a mi infancia temprana: me brillan los ojitos entre tanta novedad y me emociono igual que cuando tenía 7 años.
Les cuento que mi tesis de maestría fue un estudio exploratorio acerca de cómo tomaban las mujeres el tema de los juguetes sexuales… fue muy interesante ver sus respuestas. La mayoría no sabía mucho acerca del tema y se mostraba reticente ante la idea de utilizarlos, sobre todo si debían ser ellas quienes propusieran el tema y los tuvieran que comprar. En cambio, si su pareja se los ofrecía, estaban más dispuestas a intentarlo y ver cómo se sentían.
Es increíble que en pleno siglo XXI estemos tan cerrados al tema del placer… Sobre todo si pensamos que allá por el siglo XIX, en la Inglaterra de la época Victoriana, el tratamiento contra la "histeria" de las mujeres consistía en un masaje pélvico que continuaba hasta llevarlas a tener un “paroxismo histérico”… conocido hoy en día como ORGASMO.
 
Claro, en ese momento no se sabía que –en realidad– las mujeres no estaban histéricas, solo calientes y que la congestión pélvica sólo era el resultado de la represión sexual que vivían.
 
De hecho, la invención del vibrador se debe a esto. Los médicos se cansaban mucho de hacer los famosos masajes pélvicos e inventaron el primer vibrador para hacer mucho más eficiente y rápido su trabajo y no sudar la gota gorda en cada “masajito”. Después se volvieron cotidianos y terminaron vendiéndolos prácticamente en cualquier parte, eran un electrodoméstico indispensable en cualquier hogar.
Pero ¿no es ridículo? En cuanto la ciencia avanzó y se dieron cuenta de lo que sucedía en realidad con las mujeres, el vibrador perdió su reputación de electrodoméstico y la masturbación volvió a estar censurada… hasta el día de hoy.
Tons, los invito a darse una vuelta por el departamento de electrodomésticos modernos, en la juguetería que más les llame la atención. Si no quieren, no compren nada, sólo vayan a chismosear. Quién quita y ¡algo se les antoja! 
 
Histeria…  historia del vibrador.
¿Te imaginas vivir en un mundo donde fueras al médico cada que te sintieras deseosa y él te masturbara hasta llegar al clímax? Sé que hoy suena descabellado, pero en la Inglaterra de la época Victoriana, allá por el siglo XIX, era una realidad.
Obvio, no se sabía todo esto ni se le llamaba así y, por supuesto, no se tenía conocimiento que esto fuera lo que en realidad ocurría… De hecho, se pensaba que las mujeres sufrían de “histeria” –una enfermedad nerviosa que se da con mayor frecuencia en mujeres-: irritabilidad, congestión pélvica, insomnio, ansiedad, retención de líquidos y pérdida de apetito.
En esa época, cuando a una mujer se le diagnosticaba “histeria femenina” era indispensable que recibiera tratamiento médico, el cual incluía un masaje en la pelvis hasta hacer que la mujer en cuestión tuviera un “paroxismo histérico”… lo que hoy conocemos como orgasmo.
 
¿Nada mal el tratamiento, no?
El tratamiento, por supuesto, no conllevaba ningún riesgo; sin embargo, resultaba un tanto engorroso para el médico, que terminaba derivando a las pacientes con una matrona. Es por esto que el Dr. Mortimer Granville , estudioso de la histeria femenina, desarrolló unos artefactos eléctricos vibradores cuya función era masajear los genitales de las mujeres, provocando así intensos orgasmos para deleite de sus pacientes. Claro, todo esto, siempre con un afán meramente científico.
Así fue, como nació el primer vibrador… con el paso del tiempo y el aumento de la histeria en la población femenina, estos primeros vibradores se fueron sofisticando y haciendo más accesibles para toda la población, hasta volverse un artículo de primera necesidad en el hogar… siendo un electrodoméstico indispensable en la casa de cualquier familia distinguida.
Un siglo después, gracias a todas las investigaciones y los avances científicos en el ámbito de la medicina y la sexualidad se supo realmente qué es lo que ocurría con la famosa “histeria” y lo que –en realidad– causaban en las mujeres… fue así como el vibrador perdió su reputación como electrodoméstico.
Finalmente, hoy en día, encontramos vibradores de todos colores, texturas, tamaños y formas… Son un elemento indispensable en la mesita de noche de prácticamente cualquier mujer contemporánea –aunque permanezca escondido–, los fieles acompañantes que todas tenemos (o queremos), para esas noches de disfrute en soledad.
NOTA AL PIE. Cabe mencionar que, si prestamos nuestro vibrador o elegimos compartirlo con nuestra pareja para jugar, es importante el uso del condón para estar seguros y protegidos de cualquier tipo de enfermedad de transmisión sexual.