Desde que tenía 7 años, Luis expresó que no estaba cómodo con el género que le habían impuesto y aparecía en su acta de nacimiento.

Un día le comentó a su mamá, Tania Morales, que se identificaba más con sus compañeros hombres.

—Me gustaría ser hombre, yo quiero ser hombre, le dijo.

—Claro, los hombres la tienen más sencilla, yo también quisiera los mismos derechos de los hombres, respondió ella.

“Pensé: ‘Todas las personas nos sentimos así, es normal’, pero entendía que teníamos diferentes acercamientos a esta idea de ser hombre’”, recuerda Luis.

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Su madre dice que él intentó en varias ocasiones hacerla entender que era hombre, como la vez que pidió ser “PitelPan” y no “Campanita” en su fiesta de tres años.

“Pensé: ‘Peter Pan es más divertido’. Le hice su disfraz (…) Como esa fueron muchas. De todas las películas, él siempre era el chico”, rememora.

Cuando Luis tenía 11 años, le insistió a su mamá que su orientación sexual no era como la heteronormal.

“Entonces fuimos a una librería y compramos ‘Este libro es gay’. Fue la forma de ella de decirme que me apoyaba, que me entendía”, considera Luis.

Tras leer el libro, el niño entendió qué es la orientación sexual y la identidad de género.

“Yo tenía una idea de las personas trans diferente. No tenía referentes, los que tenía eran los que había visto en películas y series, que muestran a personas trans como trabajadoras sexuales, personas sin casa, personas que tienen VIH.

“Es difícil que un niñe se identifique… Ver cómo es una persona así fue impresionante. Encontré una palabra que describía mis vivencias hasta ese entonces”, dice.

Fue así que Luis sintió la necesidad de que sus documentos fueran acordes a su identidad de género.

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Infancias trans: el difícil camino para cambiar un acta

A diferencia de las personas adultas trans —que pueden cambiar su identidad de género con solo pedirlo en el Registro Civil— un menor de edad trans debe recurrir a un largo proceso jurídico.

Dicho proceso implica pruebas y exámenes psicológicos. Cumplir con esos requisitos no garantiza un fallo favorable.

Tras conocer cómo es el proceso, los abogados de Luis —su madre Tania Morales y Noe Luis Ortiz—consideraron que se trata de un camino discriminatorio para las infancias trans.

“No quería que mi hijo pasara por esto, es un juicio horrible. Es pedirle a la persona que compruebe cuál es su género y que además otra persona apruebe que eso es real”, explica Tania.

Por esa razón, recurrieron a otra vía para lograr el cambio en la identidad de género.

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Otro de los problemas para lograr el cambio de identidad de género en un acta es el costo del proceso y el desgaste emocional.

Luego de analizar sus opciones, interpusieron un amparo contra la decisión del juez del Registro Civil de negarles el cambio.

Argumentaron que el derecho a la identidad de género está incluido en el de la identidad de cualquier persona y que inicia desde el nacimiento.

Incluyeron una carta en la que Luis asegura: “Mi nombre, por elección, es Luis. Sí, en efecto, un nombre muy común. Pero como yo lo veo, no existe otro como el mío. Cada vez que alguien se refiere a mí pronunciando esa monosílaba, de dos vocales y un siseo al final, me llega una tranquilidad embriagadora.

“Es la emoción de saber que soy capaz de plantarme frente al mundo y narrarme, de saber que por más compleja que sea la situación en la que me encuentre, yo sigo siendo Luis”.

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El periplo legal se prolongó durante dos años y medio, pero, al final, lograron la modificación.

Con la decisión a su favor, en 2019, Luis, de entonces 16 años, fue solo ante un juez del Registro Civil para que le expidiera su acta de nacimiento sin un requisito extra a los que se piden a las demás personas.

“Fue increíble. Además, fue importante porque cuando fui al Registro Civil a hacer el cambio, la única persona que tuvo que pedirla fui yo, seguía siendo una persona menor de 18 años, pero nunca hubo intervención ni de mi papá ni de mi mamá ni de mi familia, sino que fue mediante un consentimiento informado.

“Ese hecho es importante porque valida que la única persona que puede determinarse, nombrarse, es uno mismo”, asegura el joven.

Aunque lograron el cambio y publicaron el machote del amparo que utilizaron, tanto Luis como Tania Morales saben que esa vía no es la idónea.

“La identidad de género sólo radica en tí y deberías de tener el derecho, no importa qué edad tengas, de pelear por ella y que sea reconocida”, sostiene Luis, quien a sus 17 años tiene todos sus documentos oficiales ya con su nombre.

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¿Qué falta por hacer para las infancias trans?

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Foto: Asociación por las Infancias Transgénero.

Las infancias trans que viven en CDMX aún tienen un camino largo por recorrer.

Desde 2019, el Congreso de CDMX tiene en la congeladora una reforma que facilitaría el cambio de sexo y nombre en el acta de nacimiento de un menor trans.

La finalidad de esa iniciativa es que se trate de un proceso administrativo y no judicial.

El dictamen de la llamada reforma de las infancias trans —avalado por la comisiones unidas de Administración y Procuración de Justicia y por la de Igualdad de Género— plantea que los niños y adolescentes puedan hacer el cambio ante el Registro Civil.

Para esto solo necesitarían el aval de uno de los padres o de una de las personas que tenga la potestad o tutela o de un familiar.

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En medio de protestas de grupos conservadores, la reforma fue impulsada por dos frentes.

Organizaciones sociales —entre ellas la Asociación por las Infancias Transgénero, fundada por Tania Morales— y con el apoyo de la diputada Paula Soto presentaron una iniciativa.

El también legislador Temístocles Villanueva presentó otra.

Ambas buscan cambiar los Códigos Civil y de Procedimientos Civiles capitalinos, por lo que se conjuntaron en una sola, que está a la espera de ser discutida en el Pleno del Congreso local.

Villanueva explica que el dictamen está paralizado porque la pandemia cambió el proceso para subirlo al Pleno.

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Sostiene que la mayoría de Morena no es suficiente, pues requiere votos de la oposición para que sea contemplada en el orden del día.

“Está en un limbo porque ahí quedó. El dictamen nunca fue discutido en el Pleno y no hay fecha o plazo para que sea discutido. Sólo se requiere voluntad política”, apunta.

Hasta ahora, el dictamen han causado controversia.

Especialmente la propuesta de que una persona menor trans solo requiera del aval de un padre, tutor o familiar y no contemple edad mínima para solicitar el cambio de sexo y nombre en el acta.

Tania Morales advierte que la organización que encabeza ha acompañado a menores desde los cinco años de edad, por lo que no está de acuerdo con que se limite la edad para solicitar la adecuación del documento.

Destaca que la reforma que desde 2014 permite a las personas trans adultas obtener su acta de nacimiento por la vía administrativa dejó fuera a las infancias trans, por lo que delimitar la edad repetiría la exclusión.

Señala que hay otra vía para reconocer la identidad de género de los niños y adolescentes trans.

Dicha vía es la que tomó el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien publicó un decreto para modificar el reglamento del Registro Civil y reconocer el derecho a la identidad de los niños y adolescentes trans.

Ese mismo camino, expone, podría ser replicado por la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

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“Esperemos que algún día sea diferente”

Actualmente, Luis cursa el segundo año de preparatoria, es activista y quiere estudiar Ciencias Ambientales en Alemania.

Confiesa que el impulso para formar parte del movimiento #MestruaciónDignaMéxico como persona menstruante y para lograr sus metas no sería el mismo de no haber sido reconocido legalmente.

“La seguridad que tengo hoy, las ganas de hacer cosas, la conciencia que tengo de mí, del mundo, de los derechos, de las desigualdades no la tenía. Me siento con más fuerza, porque estoy en paz conmigo y puedo ver hacia afuera”, señala.

El joven explica que estas ilusiones son alimentadas por los referentes trans que ha descubierto, desde científicos hasta héroes patrios que la historia oficial borró y que las escuelas también ignoran.

Su madre, Tania Morales, explica que si bien es cierto que el “mundo no es un lugar amable” para las personas trans, las familias tienen la posibilidad de cambiar y “no ser el inicio de esa violencia”.

“Como madres y padres quisiéramos proteger a nuestros hijes de todas formas, pero al pedirles que oculten algo que no pueden negar, nos sumamos a la gente que los lastima.

“Desde casa, podemos darles herramientas y fuerza para que sepan que tienen un entorno saludable”, dice.

Luis, quien ha sido víctima de esa violencia, coincide: “Ser trans implica discriminación y tener qué aceptar que la vas tener más difícil, por lo menos en esta sociedad. Esperemos que en algún momento sea diferente, pero también existe una comunidad increíble de personas trans, de la comunidad, de personas aliadas”.

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