Omar Rodríguez no puede llamarle de otra forma a su familia mas que manada. En su casa, ubicada en Viaducto, calle Niceto de Zamacois número 20, vive junto a su esposa, cuatro hijos biológicos, un perro rottweiler de cuatro años y los ya famosos leones de Viaducto: dos leones blancos y una leona africana.

“Los tengo desde bebés, son parte de mi familia, son mi manada”, expresa el hombre de 48 años preocupado por el futuro de los reyes de la selva.

Tras el derrame cerebral que sufrió su esposa Cecilia en enero pasado, el apego emocional con los leones se hizo más fuerte pues “son parte importante de su rehabilitación”. Hoy, Omar le prometió, con voz entrecortada, que no se los llevarían. Sin la posibilidad de contestarle, ella sólo sonrió.

“¿Qué pienso hacer? Los voy a defender con todo lo que la ley me permita defenderlos. Porque no quiero que mis animales corran la misma suerte que los animalitos de los circos”, menciona en entrevista para Chilango.

¿Y los documentos de los leones de Viaducto?

El miércoles 10 de octubre, los leones de Omar fueron tendencia en redes sociales al ser captados en la azotea. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial de la CDMX (PAOT) llegaron al domicilio movidos por una denuncia ciudadana.

Las autoridades ambientales revisaron los papeles que Omar tiene en una carpeta: fotografías, documentos que acreditan la legal procedencia de los animales, números de chip, recibos y tasa de aprovechamiento de cada uno de los ejemplares. En el hogar también tiene instalado un aviario con dos guacamayas híbridas y una guacamaya azul y oro, de las cuales también tiene documentos.

leones de viaducto

Leones de Viaducto / Foto: Samantha Nolasco

Los mamíferos —indica— los compró en un criadero autorizado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) el 29 de mayo de 2017 por $50 mil cada uno. Primero adquirió a Gorda y Nohosh, ejemplar de león blanco. La más pequeña, Numbi, también ejemplar blanco, vino después y apenas cumplirá un año de vida.

“Tienen su legal procedencia, tuvimos una visita de Profepa y les exhibí los papeles que tengo; pero me hacen mención que lo que me falta es un Plan de Manejo (que expide la Semarnat), y ese lo realicé en el mes de junio, pero sigo esperando su respuesta”, menciona el dueño.

Incluso, asegura que las autoridades ambientales tenían pleno conocimiento de la situación de los leones de Viaducto, pues la azotea donde viven “está ambientada” con todas las observaciones que ha hecho personal de Profepa como ponerles sombra, troncos y bebederos.

Omar, que administra una comercializadora de alimentos, aclaró que además de que los leones son cariñosos y tranquilos, también gozan de buena salud. “Tengo su estado de salud expedido por un médico experto en fauna silvestre”, afirmó.

Sin embargo, tras la revisión de la Profepa, la Semarnat evidenció en un comunicado que “no se cuenta con las condiciones de estancia, alimentación, resguardo, contención y de seguridad para la sociedad civil, como lo establece el artículo 78, 78 Bis y 122 fracciones VI y X de la Ley General de Vida Silvestre (LGVS)”.

Fans de los leones

La vecina de la casa contigua María de los Ángeles Moreno López, de 63 años, declaró en entrevista con Chilango que “son muy tranquilos esos niños (los leones), desde chiquitos los conocemos”.

La habitante de la calle Zamacois también dijo que en los 40 años que conoce a la familia Rodríguez no puede decir nada malo de ellos y que, al contrario, son buenos vecinos que la han apoyado en situaciones difíciles como en la muerte de uno de sus hijos.

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Los leones de Viaducto tienen admiradores. Desde el patio de la escuela Universidad Insurgentes, ubicada sobre la avenida de Tlalpan, se puede ver la azotea de Omar Rodríguez.

Leticia Anguiano, de 53 años, declaró que ella hizo la recomendación a la directora de la escuela para que pusiera una protección y así “los muchachos ya no se asomaran, porque no está bien hablar mal de la gente, esos animales viven bien porque yo los he visto crecer desde donde yo trabajo. Los tienen bien, los tratan bien”, dijo en entrevista.

La vida de un león de azotea

“Yo no los crio para lucrar con ellos”, asegura Omar, quien expresa que su más grande deseo es ayudar a salvar los ejemplares de león blanco y que uno de sus nietos los conociera.

El líder de esta peculiar manada también aseguró que si un día Gorda o Numbi tuvieran cachorros los donaría a un refugio.

Foto: Samantha Nolasco

Pero mantener a los tres leones de Viaducto y un perro no es tarea fácil. Todos los integrantes de la familia conviven con ellos, los alimentan y juegan. Diariamente se alimentan con 30 kilos de carne entre los tres leones y Nerón (el perro). Comen todo crudo: pollo, carne de caballo y res, y para que obtengan calcio de manera natural, se les da retazo para que del hueso lo extraigan.

Además tienen agua en sus respectivos bebederos, así como un dormitorio especial y un patio enrejado que mide aproximadamente 40 metros cuadrados.

“Han sido criados con mucho cariño por eso es que los animales son así de dóciles, eso de que son un peligro pues no. El león no es como lo pintan”, afirma Omar quien tiene medidas de precaución en las tres puertas que mantienen a los leones en la azotea sin posibilidad de escapar.

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“Nunca han salido, este es su lugar”, dice Omar, “aquí les tocó vivir”. Al ser cuestionado sobre cuánto gasta en mantener a sus hijos salvajes, él sólo se limitó a contestar: me quedo sin domingos.

Hasta las últimas consecuencias

La tarde de este jueves 11 de octubre, la Profepa llegó al domicilio de Omar Rodríguez: nadie abrió la puerta. Aunque elementos de la gendarmería y dos camionetas de la Policía capitalina apoyaron el operativo, los familiares no obedecieron a la presión y no dejaron entrar a su inmueble a las autoridades que pretendían trasladar a los felinos a un sitio especializado.

Foto: Samantha Nolasco

En caso de que Omar se niegue a entregar los leones de Viaducto se hará llegar la notificación a la Procuraduría General de la República (PGR) para que ellos procedan debido a que se trata de un caso federal, al no contar con los permisos de Semarnat, confirmó a Chilango personal de la Profepa.

Dicha procuraduría procedió por presuntas violaciones a la Ley General de Vida Silvestre en materia de posesión de ejemplares de fauna silvestre exótica “sin contar con la autorización y por faltas al trato digno y respetuoso a los organismos, pues a los felinos les fueron extraídas sus garras”.

Omar podría recibir una multa de 20 a 5000 veces la Unidad de Medida y Actualización (UMA), es decir de $1,612 a $403,000, por faltar al trato digno a ejemplares de la vida silvestre. Y si el caso llega a la PGR se considera la pena de uno a cuatro años de prisión por delitos contra la biodiversidad y gestión ambiental.

“Yo les suplico que en lugar de que queden al resguardo de alguien, pues que queden al resguardo mío, aquí han estado y que sigan estando, yo soy responsable de los animales”, pidió Omar a las instituciones ambientales.