Sandra Martínez Galván siente un cariño entrañable por los felinos, tanto que decidió dedicar una parte importante de su vida al bienestar de estos animalitos. Por sus manos han pasado miles de gatos ferales, 13 mil para ser exactos, a los que ha esterilizado en Gatos Pingos con un método sin igual.

Se trata de la técnica TNR (Trap, Neuter, Return, que significa atrapa, esteriliza y libera). Así es como Sandra y sus amigos Arturo Jiménez e Yvonne García han logrado, con la asociación Gatos Pingos, darle una mejor calidad de vida a gatos que viven en las calles de la Ciudad de México.

“Los gatos significan todo para mí”, expresa Sandra. “Son seres mágicos, como de otro mundo, independientes, ágiles, traviesos, cada uno tiene su ‘gatonalidad’. Son mi vida. No podría imaginar mi existencia sin un gato”.

Además, con su labor ha logrado combinar dos de sus más grandes pasiones: los gatos y las operaciones.

“Siempre me han llamado la atención las cirugías, ver los organitos, tocarlos, saber cómo funcionan. La gente que me conoce me dice que estoy loca, que no es algo redituable, pero me encanta”, dice la veterinaria de 31 años de edad egresada de la UNAM.

Hasta ahora, la técnica TNR más grande en la que ha participado se hizo en Ciudad Azteca, duró 22 horas y en ese lapso esterilizó 70 gatos (36 machos y 34 hembras).

“Cada gato que cae lo celebramos, porque significa que vamos a mejorar su vida de alguna u otra forma. ¡Es muy emocionante!”.

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gatos pingos

Foto: Roberto Trejo

Inicios de amor gatuno

Sandra recuerda que toda la vida le han gustado los gatos y que desde pequeña ha convivido con ellos.

“Creo que mi mamá en lugar de un peluche me puso un gato en la cuna. Desde que nací los gatos han formado parte de mi vida”.

Asegura que no estaba consciente de la problemática de los gatos que viven en la calle hasta que estudió la carrera y su amiga Luz Ochoa la invitó a ser voluntaria en una protectora de animales. “La situación era más grave de lo que uno imaginaría. Se necesitaban campañas de esterilización para controlar las poblaciones de gatos”.

Comenzó limpiando areneros y haciéndole compañía a los gatos; después empezó a operar. “Ahí hice mis primeras esterilizaciones y a la fecha me siguen dando nervio porque sé que tengo una vida en mis manos”, dice Sandra, quien tiene 11 gatos en su casa.

El surgimiento de Gatos Pingos

Sandra conoció a Arturo Jiménez e Yvonne, director y responsable de la difusión, información y sección administrativa de Gatos Pingos, respectivamente, hace unos nueve años.

Arturo e Yvonne eran cuidadores de una colonia feral de gatos, en ese entonces “trampearon” la zona, cuando la técnica no se usaba en México y así se hicieron las primeras esterilizaciones. “Nadie sabía qué era TNR ni qué era un gato feral, incluso nosotros, nadie nos capacitó, fue ensayo y error. Veíamos páginas de asociaciones de otros países donde hacían TNR y pensamos que eso era lo que necesitábamos”.

gatos pingos

Foto: Roberto Trejo

¡Manos a la obra!

Los integrantes de Gatos Pingos suelen ser contactados por un cuidador de gatos que generalmente los alimenta y sabe cuántos son en cierta zona: una escuela, una oficina, un área habitacional…

Arturo Jiménez coordina la logística, que consiste en hacer una revisión del lugar para saber cuánto material deben llevar. “Una vez que está todo listo, necesitamos que los gatos estén ayunados (de 24 a 48 horas). Buscamos que estén muy hambrientos para que caigan rápido en las trampas”.

Mientras Arturo prepara las trampas y captura, Sandra e Yvonne montan el “quirófano” en un sitio limpio, cerrado y seco.

Una vez que los gatos caen, con un divisor que parece un tenedor gigante, los pasan a unas transfer cage más pequeñas. “Tenemos que ser bastante rápidos pero cuidadosos, porque los gatos están asustados, azotándose en la jaula y ahí debo buscar una piernita para inyectarlos a través de la reja. Uso un tranquilizante-sedante más el anestésico”.

La anestesia les hace efecto entre cinco y 10 minutos. La esterilización de un macho dura entre uno y tres minutos, mientras que la de las hembras entre cinco y 10. A los gatos también se les hace un corte de medio centímetro en su orejita izquierda y esa muesca indica que ese gato ya está operado. Sandra también se ha enfrentado a la situación de tener que dormir a algún gatito que esté muy lastimado.

“Es horrible porque entré a la carrera con la idea de salvar vidas, no de quitarlas. Afortunadamente, he tenido profesores que son una eminencia en bienestar animal, como Beatriz Banda. Alguna vez le dije que no podía hacer eutanasia y me respondió que tuviera en cuenta que también es un acto de amor porque se puede elegir que no sufran”.

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