En 1989, cuatro músicos suben al escenario, se escuchan carraspeos, acordes, “¡1, 2, 3, 4!”. Ese año mueren Mauricio Garcés, Chico Che… y nace Café Tacvba. Rubén Albarrán, Joselo Rangel, Emmanuel del Real y Enrique Rangel se apropiaron de la escena y desde entonces no han parado de meterle al taconazo, de fusionar música tradicional con rock, de poner en las cabezas de varias generaciones la banda sonora de sus vidas.

Se conocieron en la UAM; quizás se encontraron en la cafetería, rodeados del barullo de sus compañeros. Originarios de Ciudad Satélite, en un inicio se hicieron llamar Alicia Ya No Vive Aquí. Dijo de ellos la escritora Lolita Bosch que “al principio ensayaban en un garaje, no usaban batería y querían mezclar el rock and roll con diferentes ritmos folclóricos mexicanos”.

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Dieron su primer concierto en el bar El Hijo del Cuervo un 27 de mayo de 1989, en pleno centro de Coyoacán. Les costó trabajo sacar a la luz su primer disco, pero a partir de entonces vino una imparable avalancha de éxitos que ha continuado hasta hoy.

Tiempo compartido, transcurrido: “besos de tamarindo”. Los tacvbos narran historias, los cuentos de las mil y una noches mexicanas: la muerte chiquita, el puñal dentro del corazón, sempiternas lluvias de café que filtran la nostalgia. No hay un solo término musical que los defina, caben en muchos géneros que los enriquecen y distinguen. Hay poesía en sus letras, narraciones que nos llevan de la mano por mundos frenéticos llenos de historias, pero también por paisajes serenos: una mezcla que genera adicción auditiva.

Café Tacvba tiene ocho álbumes de estudio y cinco compilaciones. El tiempo circuló y llegaron los galardones: diez premios Grammy, seis MTV y miles de copias vendidas de sus discos, sumas de un camino en el que han sido fieles a sí mismos. Mutan, andan de un lado para otro, nunca están en el mismo lugar. Han hecho incontables giras por todo México y el mundo.

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El tiempo fluyó a través de las persianas, sin preguntarnos, a veces como un suspiro en medio de la pista, otras veces tan veloz como una locomotora. No me preguntes cómo pasa el tiempo es el título de un libro de poemas de José Emilio Pacheco, que viene a cuento porque este 2019 se cumplen tres décadas de que los tacvbos aparecieron en escena. De Pacheco tomaron un libro suyo para hacer una de sus canciones más entrañables: “Las batallas”, cuya letra resuena, florece y se expande en nuestro interior cada vez que alguien la pone: “No habrá una barrera en el mundo / Que mi amor profundo no rompa por ti”. Como escribió David Byrne, “un montón de asociaciones musicales nos dan vuelta por la cabeza, conectando con recuerdos y sensaciones recurrentes. Nos hacen lo que somos”.

La música de los tacvbos resuena con fuerza, nos reconocemos en ella. De todos los conciertos que han dado, me quedo con el del Zócalo capitalino en 2005. Ese día el Centro se estremeció debido a la energía de la chilanga banda que saltó al son de “No controles”. La comunión fue total. 170 mil corazones latieron con fuerza al mismo tiempo. “El amor es bailar”. Fue una celebración épica de la música y de los integrantes de una banda emblemática cuya trayectoria está forrada de grandiosidad.

Los tacvbos nos dijeron un día al oído que nos contarían todos sus sueños, historias que nos harían sentir bien, y nosotros los hemos escuchado desde el principio con todo el absoluto silencio del planeta.

CAFÉ TACVBA

  • Con nuevo unplugged, conciertos en CDMX, gira por el país y una serie biográfica, en 2019 Café Tacvba celebra 30 años de carrera.
  • De Control Machete a David Byrne, pasando por Maldita Vecindad, Calle 13, Fito Páez, Celso Piña y hasta Bad Bunny, Café Tacvuba ha tenido diversas colaboraciones.
  • Además de los diversos alter egos de Rubén Albarrán vocalista, ha apoyado activamente diversas causas sociales en México y Latinoamérica.