Su mayor interés es hacer preguntas. La más grande ha sido ¿quién soy? Y como más allá de obtener una respuesta le interesa cuestionarse, decidió autoconocerse y explorarse a través del arte. Hace obras para plantearse dudas sobre su existencia, le parece insuficiente decir que es Abraham Cruzvillegas, que nació en la colonia Ajusco en 1968 y que se asume como un obrero del arte y no como un artísta, aunque sea al exponente más visible del arte conceptual mexicano.

Su carrera comenzó en los años 90 en el en el “Taller de los Viernes”, explorando junto a Gabriel Orozco y otros contemporáneos los entresijos del incipiente arte contemporáneo nacional mientras escuchaban música, presentaban sus obras en corto y reflexionaban sobre la necesidad de posicionarse en la escena global.

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Desde entonces su trayectoria se ha consolidado hasta convertirse en uno de los nombres clave del arte conceptual; su obra forma parte de colecciones en el Museo de Arte Moderno en Nueva York, la Tate de Londres y el Museo Jumex en México, sitios donde ha contado con exposiciones individuales y colectivas; además de bienales internacionales Kassel, Alemania (2012), la Biennale de Venecia (2003) y la Bienal de São Paulo (2002). También hizo una obra de teatro, ha creado esculturas, instalaciones, performances, dibujos y una película. Ha publicado ensayos, cuentos, poemas y letras para canciones que se han traducido al coreano, holandés, inglés, francés, alemán, turco y chino.

La historia del arte de Cruzvillegas es una mezcla de su historia personal, de su interés constante por apropiarse, modificar, adaptar o incluso destruir los cánones artísticos. Ha decidido reconocerse en los materiales con los que construye las esculturas y la base está ubicada al sur de la Ciudad de México, en su niñez. En la colonia Ajusco que en los años 70 se convirtió en un espacio de nuevos residentes en la que cada habitante construía su vivienda con lo que tenía y como podía, sin planes. Con preguntas e incertidumbres, de la misma manera en la que Abraham concibe su proceso creativo en un intento de comprenderse a sí mismo.

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“Desde hace veinte años he vivido intermitentemente fuera de la ciudad, pero mi casa es aquí, no siento haberme ido nunca. Con la distancia he aprendido a dimensionar su complejidad y a entenderla como a mi propia identidad: en permanente transformación, definitivamente inacabado. Al descontextualizarme me he percatado que en todo el mundo hay profundas desigualdades y podemos dejar de pensar que nadie sufre como nosotros o que el espíritu festivo es solamente nuestro. Esa imagen se diluye en un sentimiento humano y me permite ser local estando fuera, ser un chilango intergaláctico”, dice.

El trabajo de Cruzvillegas apuesta por la participación y la modificación, visualiza las artes como un movimiento solidario de cambio social, por ello, asegura, la cultura que se produce en la Ciudad de México recibe y transforma bajo la influencia de la ‘chilanguitud’. “Las obras que hacemos, aquí y allá, lo manifiestan de manera híbrida y feliz”.

ABRAHAM CRUZVILLEGAS

Estudió Pedagogía en la UNAM y ha sido caricaturista político, de ahí que sus obras tengan un ángulo incisivo y exploten el humor. Para cerrar el año, el artista mexicano expone Tautología sin título, en la 14 Bienal de Artes Mediales de Santiago, Chile.