El escenario es catastrófico: hay ladrillos rotos, varillas retorcidas, trozos de cemento, paredes derrumbadas. Los escombros están por todas partes. Pero ellos, los perros que integran a los binomios caninos de la Marina avanzan moviendo la cola y sacando la lengua como si se tratara de un dulce paseo por el parque. La diferencia es que no están de paseo, sino que buscan a sobrevivientes de un desastre.

A pesar de que en la actualidad nos invade una ola de “perrhijos” que salen a pasear en carriolas con moños y suéteres, aún hay “perros que saben que son perros”, como asegura el capitán de navío del cuerpo general diplomado de Estado Mayor, Israel Monterde Cervantes.

Desde septiembre de 2017, aprendimos que un puño en alto exige silencio total, pero Frida, Ecko y Evil nos enseñaron que un ladrido suyo significa esperanza de vida.

A nivel nacional, la Secretaría de Marina cuenta con 300 perros trabajando en distintas dependencias, de los cuales 45 se encuentran en la Ciudad de México, desde donde se trasladan a cualquier parte del país o del mundo cuando se requiere de su apoyo.

Perros que son perros

Los perros que forman parte de los binomios caninos de la Marina y trabajan como rescatistas inician con su entrenamiento diario desde que tienen tres meses de edad hasta que cumplen ocho años, cuando se jubilan y son puestos en adopción.

Al ser parte de la Marina, los perros rescatistas tienen una rutina bien establecida que incluye un rígido horario estilo militar.

A las 8:00 de mañana, los manejadores revisan el estado de ánimo y salud de la población canina. Posteriormente los sacan de las perreras y los llevan a caminar durante 15 minutos para que se estiren y desestresen.

Una hora después, a las 900, comienzan con su plan de trabajo que implica el repaso de la obediencia básica y hasta búsqueda en vehículos, bodegas y mochilas, o la simulación de un rescate. Estos ejercicios se alternan con lapsos de 15 a 20 minutos de descanso para no agotarlos.

A las 4:00 de la tarde se les da a comer por única ocasión en el día y la dieta es supervisada por un veterinario. Después los revisan para confirmar que no tienen ninguna lesión y que están hidratados antes de que sean puestos bajo una guardia que está al pendiente de ellos durante toda la noche.

FOTOS: SANTIAGO ARAU

El plan militar de adiestramiento incluye sesiones de sociabilización para los canes, debido a que la dupla que conforman los binomios caninos de la Marina es rotativa, es decir, hay dos manejadores por cada perro y los humanos se alternan para que cualquier manejador pueda trabajar con cualquier elemento de cuatro patas.

La designación y cambio de pareja depende del temperamento del animal, las condiciones de entendimiento e incluso de la química, ya que “no siempre el perro va a tener la misma efectividad en el trabajo con todos los manejadores”, explica el capitán de navío, cuerpo general diplomado de Estado Mayor, Israel Monterde Cervantes, quien reconoce que sí hay vínculos afectivos.

“La diferencia con los perros que uno tiene en casa es que los humanizamos porque los consentimos: si tienen frío, le ponemos un suéter; si no quiere caminar, lo cargamos; si no quiere comer, le damos galletas. Entonces esa parte de humanizar está totalmente descartada aquí. Estos perros saben que son perros”, señala.

Además, los manejadores tienen claro que esos perros no son mascotas y, aunque pasan la mayor parte de su tiempo juntos, están conscientes de que no deben mezclar el placer con los negocios, porque eso afectaría su trabajo y mermaría el propósito real de su misión: detectar a una persona.

“Ellos, así como nosotros, estamos realizando una función. Por ejemplo, quizá hay un perro que pudiera ser muy dócil para mí y si yo le doy cariño en exceso, pues el perro lo único que va a querer es que lo esté acariciando cuando no está realizando una labor. Sí se crea un vínculo, somos un binomio, somos uno solo, pero somos compañeros de trabajo”, dice el cabo oficinista Alberto Emmanuel Hernández Mares.

“En sí nuestra función especial es saber identificar sus movimientos corporales a la hora que nosotros estamos realizando una búsqueda”, agrega.

Pero los perros de los binomios caninos de la Marina no son los únicos que entrenan. Como si se tratara de una relación de pareja, la comunicación y la confianza son vitales, por lo que los manejadores son capacitados en primeros auxilios básicos para el perro, reconocimiento de narcóticos y explosivos, y funciones de rescate.

Los insuperables binomios caninos de la Marina

El objetivo de entrenar a un perro rescatista en la mayor diversidad de escenarios catastróficos posible es porque, solo así, los manejadores podrán mostrarle al perro que lo que se movió, lo que se cayó o lo que sonó no les va a afectar.

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“El perro trabaja de una manera distinta. Al estar buscando a alguien, nosotros como personas tenemos sentimientos pero el perro no. Esa es su rutina de diario trabajando de la manera en la que se entrenó. Así que se desarrolla de la misma manera en su entrenamiento que en una situación real”, detalla Monterde Cervantes.

Otra de las características que vuelve esencial a los binomios caninos de la Marina durante las labores posteriores a un desastre es que estos peludos pueden detectar a una persona a 10 metros bajo escombros, entonces son un valioso “apoyo especializado”, ya que actualmente no hay un equipo electrónico que cubra la capacidad olfativa que tiene el perro.

FOTOS: SANTIAGO ARAU

Los elementos de la Marina coinciden en señalar que el ladrido del perro cuando ha encontrado a una persona es la mayor satisfacción que pueda haber en su trabajo, debido a que los largos años de capacitación se ven reflejados, como cuando localizaron a una persona entre los escombros del Palacio Municipal de Juchitán, tras el sismo del 7 de septiembre de 2017 en Oaxaca.

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El fotógrafo Santiago Arau Pontones no sólo documentó a través de imágenes aéreas capturadas con drones el paso de la tragedia que dejó el sismo que azotó a la Ciudad de México el 19 de septiembre de 2017, también homenajeó las labores de rescate al inmortalizar a los binomios caninos de la Secretaría de Marina.

A más de un año del 19S, Arau –que durante los últimos años ha trabajado en documentar la vida en la Ciudad de México– buscó resaltar la labor tanto de los perros rescatistas, así como de los manejadores.

Los pastor belga malinois y la emblemática Frida –de raza labrador– lucieron para los retratos su equipo especializado: el visor que les cubre los ojos del polvo o sustancias tóxicas, un arnés al que se le puede colocar un cable para ascender y descender, y unas botas de neopreno que les protegen los cojinetes de sus patas.