Ya pasó un año, pero aún hay quienes conviven con los escombros del 19S, incluso quienes ya se acostumbraron a encontrar edificios cuarteados y señales de advertencia en su día a día.

“El estrés postraumático generalmente se presenta en los primeros meses después del hecho que lo detonó y conforme pasa el tiempo va disminuyendo. En situaciones tan fuertes como el sismo, en el que todo el espacio que habitamos se vulnera, resulta complicado restaurar la tranquilidad”, dice Francisco Salazar, psicólogo especialista en intervención en crisis.

Si a eso le sumas tener presentes recordatorios constantes como un inmueble con afectaciones —asegura el especialista— el organismo continúa sometido a estrés, a un temor, incluso, inconsciente que de no tratarse puede impactar la salud mental.

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Cómo es vivir junto a los escombros del 19S

Los vecinos de Coapa saben que después del 19S no serán los mismos. Quienes habitan al sur de la ciudad se pensaban menos vulnerables ante los terremotos, pues históricamente los daños se concentraban en el centro y otras zonas de la CDMX.

Después del desastre vino la desolación, las calles vacías, los muros quebrados, la ausencia de sonrisas, las montañas de cascajo y el temor de que vuelva a pasar: en Coapa se instaló el miedo porque los escombros del 19S siguen ahí.

“Vivo rodeada de zonas a medio caer —dice Liza Gallegos, vecina de la zona desde hace 25 años—. Atrás de mi casa está el Walmart que se dañó. Vivo a unas calles de Galerías Coapa. Para salir a mi trabajo, todos los días paso frente al colegio Enrique Rébsamen. Es muy difícil convivir con todo esto. El impacto emocional es muy fuerte, no hay día en el que me sienta segura”.

Además de la infraestructura dañada, el sismo mudó a mucha gente: los vecinos que solían saludar en las mañanas cambiaron de casa, las tiendas y cafeterías dejaron de dar servicio e incluso las plazas públicas y zonas comerciales dejaron de ser parte del paisaje de Coapa.

“No perdí nada, pero sí me quedé sin mi tranquilidad. Mi colonia cambió, cualquiera podría decirte que todo está normal, pero quienes la hemos vivido por años sabemos que no es así. Es triste que a un año no podamos levantarla”, dice Liza.

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“El recorrido de la muerte”

De su casa al trabajo, Alejandro Maciel hace todos los días un “recorrido de la muerte”, como él lo llama. Vive en la Del Valle y trabaja en la Condesa, junto a un edificio dañado en el cruce de avenida Amatlán y Fernando Montes de Oca.

“Cerca de mi trabajo los dos edificios de la esquina están dañados, uno de ellos fue mediático porque se le cayeron todos los ladrillos de los muros. En la misma calle hay otro que se achaparraron los pisos y uno más que no parece dañado pero está desalojado desde hace un año”, dice.

Alejandro cuenta que en el sismo del 16 de febrero pasado lo vivió en la oficina y observó el movimiento de las ventanas, la caída de vidrios y el crujir de los edificios dañados: “Me preocupa que están a nada de caerse, que una persona pueda estar pasando por ahí y ocurra algo, es un miedo que tenemos todos”.

El tiempo hace que te acostumbres al vacío —dice Alejandro— aunque convivir todos los días con los escombros del 19S no te permite olvidar, es un recordatorio diario de que algo no se ha solucionado.

Cómo superar el trauma

El sismo magnitud 7.1 nos acostumbró a vivir de dos formas, explica el psicólogo Francisco Salazar: están quienes ven con normalidad los escombros del 19S y los huecos que dejó, y gente que vive en estado de alerta permanente, que se sobresalta con el ruido de sirenas o al sentir un movimiento del suelo.

Alejandra Leyva, vecina de la Roma Sur, está de acuerdo con el especialista y asegura que, a un año del sismo, en su colonia parece que no ocurrió nada.

“Aún hay casas afectadas, pero la gente se comporta con normalidad. No hay asambleas ni discusiones vecinales como en otros lados. Incluso los departamentos que se desocupan los rentan a precios altísimos. Es como si quisieran creer que todo está bien”, dice.

De acuerdo con el especialista, quienes viven en estado de alerta permanente acumulan un desgaste mental que, a mediano plazo, “puede desencadenar otros problemas de salud como ataques de pánico, ansiedad, insomnio y problemas gastrointestinales”.

Para poder superar el trauma, el especialista recomienda llevar una alimentación saludable, dormir bien y alejarse del bombardeo de información, sobre todo ahora que se cumplirá el primer año del sismo.

Además, si los síntomas no bajan, lo mejor es acudir con un terapeuta y llevar a cabo las recomendaciones para el cuidado emocional.

“El temor va a pasar, quienes vivieron el 85 ya experimentaron que si bien no se olvida, aprendemos a vivir. Creo que además de quitar estructuras, las demoliciones nos ayudan a empezar a sanar, a no ver la tragedia como interminable. Nos recuerdan que seguimos vivos”, dice Jesús Antonio Rodríguez, vecino de la colonia Miravalle.

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