¿Qué ha puesto en tan poco tiempo a la cantante catalana Rosalía en oídos y boca de todos? ¿Qué tuvo que suceder para ese ascenso vertiginoso en las listas y en el gusto de las multitudes de esa artista de 25 años? Podríamos aventurar muchas hipótesis: sus colaboraciones estratégicas y geniales —“Antes de morirme”, con C. Tangana; “Brillo”, con J Balvin—, el acercamiento también genial a lo visual —sus videoclips y el show que preparó para Sónar el año pasado lo comprueban—, dos Grammy el año pasado…

Pero esas han sido más bien consecuencias de sus poderes. Su poder para deconstruir una relación en ese disco conceptual que fue El mal querer, y donde cada canción podía ser leída como un capítulo. Su poder para estirar el flamenco hasta situarlo en los terrenos del pop, ese que hoy ha sido reconfigurado por ritmos urbanos como el hip hop, el trap o el reguetón.

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Sus poderes, sin embargo, se remontan varios años atrás. En cierta ocasión, su padre la animó a cantar en una reunión familiar. Ella todavía era niña. Cantó. Al final, abrió los ojos y todos estaban llorando. Ella no entendió qué estaba pasando, pero ahí comenzó una intuición: algo era capaz de hacer con la música.

“No era consciente del todo”, cuenta Rosalía en entrevista. “Pero ese momento me marcó, y al cabo de los años entendí que la música era un lenguaje y un lugar desde el cual canalizar energía, que yo podía hacer en el escenario o en el estudio, componiendo”.

Su intuición la llevó a deducir que si ella se emocionaba, quizá podría conseguir que los demás también se emocionaran. Unos años después de aquel episodio, ya cuando tenía 10 u 11 años, supo que quería dedicar su vida a la música. Se dijo: “Quiero que todo mi tiempo esté dedicado a eso. Quiero aprender a hacer la mejor música posible, y ser la mejor intérprete posible también”.

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Hoy, ese don descubierto de manera temprana le da sentido a su trabajo. Cuando hace música, siempre está pensando en los demás. Se preocupa por que le llegue a los demás.

“Cuando estás en el escenario, siento que estás dando energía y estás recibiendo energía”, explica. “Y cuando estás en el estudio, componiendo, es importante que uno tenga un viaje interno, y que desde luego eso pueda tener un sentido para los demás cuando escuchen tus canciones”.

Entrevista con Rosalía

Algo que ha cautivado a público y crítica es que eres capaz de pasar de un cante flamenco a los ritmos urbanos con soltura. Cuéntame un poco sobre tus intereses musicales.

Llevo muchos años estudiando música, formándome, no solo en el escenario. He ido a clases de técnica vocal, armonía, composición, he estudiado historia de la música. En fin, todo eso ha hecho que descubra muchas músicas, no solo el flamenco, donde yo me he forjado más que en ninguna otra música; es mi gran inspiración y es la música que más condiciona —yo creo— mi sonido. Pero a la vez también descubrimos otras músicas, como el canto gregoriano, la música antigua. Me encanta Mozart, me encanta Bob Dylan, me encanta Caetano Veloso.

Con mis amigos, en la calle, escuché mucha música urbana, escuché mucho reguetón, mucho Tupac cuando era pequeña. Todo eso me ha condicionado a la hora de concebir mi música. La música africana, la música de raíz, me encanta. Me encantan las rancheras. Me encanta la música de Cabo Verde. Todas las músicas me inspiran, y creo que al final mi música es un reflejo, es mi visión de la música a la hora de hacer mi trabajo. Nunca pienso en la música de forma compartimentada, nunca pienso en géneros. Creo que El Mal Querer tiene que ver con muchas músicas diferentes, no solo con el flamenco. Es una referencia más dentro de todo lo que puede tener cabida. Creo que hay muchas influencias dentro de mi trabajo.

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Foto: Cortesía Sony

Hace unos días estrenaste “Con altura”, un reguetón en el que colaboras con El Guincho, J Balvin y Frank Dukes. ¿Qué detona ese tema?

“Con altura” es una canción que compuse en Miami. Es un homenaje al reguetón más antiguo, al reguetón playero. Creo que es una canción de pop, con una producción muy minimalista, muy actual, pero bastante radical. Es una canción de pop radical, yo creo, porque es agresiva, fuerte; no es un pop blando. La hemos producido Pablo [El Guincho] y yo en el estudio. Me fluyó muy rápido escribir ese estribillo y el verso, es una cosa que escribimos entre Pablo y yo. Frank hizo un canto tan bonito que suena debajo. Pablo trabajó mucho los ritmos. Y cuando ya estaba bien armada entre los tres, Frank, Pablo y yo, se la mandé a J Balvin, porque es muy amigo mío. Se la mandé por WhatsApp, porque estaba muy emocionada de cómo estaba sonando. Se la mandé a José y me dijo “wow, me encanta”, y se grabó su verso. En menos de 24 horas me mandó su verso. Creo que es un verso supercrudo, con mucha fuerza.

¿Vamos a escucharla en Ceremonia?

Te puedo avanzar que voy a estar tocando esta canción como una de las primeras veces en vivo. Tengo muchas ganas de presentar este nuevo espectáculo en México para mis fans de ahí, porque siento un cariño enorme, tanto en redes sociales como cuando he estado en México, en la calle. El cariño que yo recibo de mi público ahí es impresionante, y se merecen lo mejor de mí. Nunca he trabajado tan duro para preparar un espectáculo, así que tantas horas van a cobrar sentido cuando esté compartiendo en este festival con mi gente de México.