Ecatepunk: Forma de llamar a una colonia del Estado de México, que es considerada una zona peligrosa, Ecatepec. No vayas a Ecatepunk de noche y solo porque te pueden robar.

Así figura la definición de ‘Ecatepunk’ en el Diccionario México, un diccionario colaborativo en línea que recoge joyas del lenguaje informal, como “al chile”, “se baja por los chescos” o “arre con la que barre”.

I – Ecatepunk con la música en las venas

De cómo Ecatepec recibió esta curiosa denominación, quizá nunca lo sabremos. Lo que sí es cierto es que el punk y los territorios salvajes y agrestes siempre han estado ligados. Antisistema y renuente a la domesticación por naturaleza, el punk rock, o simplemente punk, toma su nombre de un vocablo que significa “basura” o “suciedad”. Con sonidos crudos y disruptivos, el punk es periferia pura, como Ecatepec lo es también a su vez.

En Nezahualcóyotl, Tlalnepantla y por supuesto Ecatepec, bandas como Síndrome, Masacre 68 o Decadencia permeaban con su sonido estridente desde los 80 del siglo pasado, y sus letras antigubernamentales llenaban los hoyos funky —lugares cladestinos— para los jóvenes. ¿Quién fue el genio que bautizó como ‘Ecatepunk’ a Ecatepec? No tenemos conocimiento, pero ese héroe anónimo logró capturar en un ágil juego de palabras todo el espíritu de una generación que encontró en ese municipio la cuna de un movimiento ideológico y musical que subsiste hasta hoy.

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II – Punk en la periferia

Hablar de punk es hablar de periferia. Y sabes que has llegado a la periferia de la periferia, cuando un lugar no aparece en Google Street. Tal es el caso del Ramones Casa Club. Aunque oficialmente la dirección que aparece —si lo buscas en internet— es Acerina 144, no te vayas a ir con la finta, ahí no es. Este museo ramonero se encuentra en la calle paralela, Morelos.

Y esta observación no es “de okis”, ya que para llegar a la Ramones casa Club hay que subir 150 escalones, difícil situación para un chilango poco habituado al ejercicio o para una persona con discapacidad motriz. Pero una vez cumplido este peaje, nos encontramos en la fachada con una icónica chamarra ramonera en su muro exterior y una placa metálica que nos indica que hemos llegado.

Ahí ya nos espera Alex Garrido —el Roka para la banda—, quien con sus gafas negras y chaqueta del mismo color, nos tiende la mano y procede a explicarnos el porqué de esta placa.

Este diseño es el logo de los Ramones, pero intervenido, a la mexicana. En el logo original el águila sostiene una rama de olivo y un bate de baseball; en este caso tiene un mazo azteca y un nopal. Cabe destacar que cuando Arturo Vega, el creador del logo original de los Ramones vio nuestra versión, le gustó tanto que no le cambió nada.

III – Un no-museo

La Ramones Casa Club es un museo que se niega a llamarse como tal. Punk hasta la médula, Alex, El Roka, nos explica por qué:

La gente es la que lo ha llamado museo por todas las cosas sobre los Ramones que hemos logrado reunir. En el mundo solo hay 3 museos de los Ramones: uno que está en Alemania, otro en Brasil y este. Pero a mí no me gusta que le digan museo, es una Casa Club. ¿Sabes por qué? Porque este es un lugar para la banda, es su casa. Aquí no cobramos nada por entrar. Además tenemos un espacio para toquines, pero tampoco queremos que se nos reconozca nada más como un lugar de tocadas. Es un espacio donde le rendimos tributo a una banda que fue un parteaguas en el punk rock.

Una vez adentro de la Ramones Casa Club, es fácil perderse en los detalles. Cualquier fan de la banda estaría salivando al ver la variedad de memorabilia que hay de los Ramones aquí. “De los orgullos de la colección están algunos acetatos que son rarísimos, la gente cree que son placas o adornos, pero no, si los pones en un tocadiscos, suenan”, dice Alex orgulloso.

Nos gusta que la gente se meta hasta la cocina. Aquí pueden encontrar gafetes de todas las giras que hicieron los Ramones. También está enmarcado un boleto original de cuando vinieron a México. En esa ocasión le tuve que decir al de la entrada que no lo rompiera, porque todos los boletos para entrar los partían en dos. Al final me lo dejó y está aquí en esta pared. Por este lado puedes ver a ‘La Ramona’, una rockola que funciona y que toca puro rock & roll.

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IV – Una camiseta especial

Cuando uno cree que las sorpresas ya pararon, subimos por una escalera de caracol al primer piso de la Ramones Casa Club donde encontramos con playeras de las diferentes giras de los Ramones y una que tiene una historia muy especial.

Si me preguntas quién era de los Ramones el más duro de sacarle un autógrafo, ese era Johnny Ramone. Pero antes de morir, en la cama de su hospital firmó 200 camisetas para los fans, y Arturo Vega, quien fue uno de sus managers y su amigo de toda la vida, consiguió 2. Una se la quedó él y la otra está aquí, es un verdadero tesoro.

Además de las playeras, discos y hasta patinetas, hay una pequeña terraza que llaman ‘Garden of Serenity’, que tiene una vista excepcional y que en este atardecer nos muestra que tiene el nombre ganado a pulso: se respira serenidad, mientras vemos los últimos rayos del sol ocultarse en el horizonte.

Aquí en Ecatepec, Ecatepunk para la banda, El Roka nos sigue contando anécdotas sobre la banda que marcó su vida. Si quieres conocerlo y a este espacio único en la ciudad y el país, basta con venir un martes o domingo, de las 4 de la tarde a las 8 de la noche. No se cobra nada.

Para llegar tienes que bajarte en metro Indios Verdes, tomar una combi en el andén A, y unos 20 minutos después pedir que te deje en “las bardas”. 150 escalones serán tu peaje de entrada, pero bien los vale este sitio que rinde homenaje a una de las bandas más importantes del punk. Hey, ho; let’s go!