El Centro es el corazón de la Ciudad de México, no sólo por su localización geográfica, también porque a partir de este se desarrolló nuestra querida metrópolis. Aunque tengamos una relación amor-odio con este, tiene un lugar muy especial en nuestro corazón. Cuando llegan visitas de otros países, los llevamos a recorrerlo; si estamos buscando comprar algo específico, también acudimos a esta colonia. Sus calles esconden todo tipo de objetos y cientos de historias muy interesantes.

¿A poco sí? ¡Claro! El primer cuadrante de la capirucha ha visto de todo, permanece inmóvil ante el paso del tiempo pero, eso sí, evolucionando constantemente. Caminar por sus calles es un deleite, pareciera un museo vivo donde los edificios, escaparates y personas son un portal a otra época. ¡Vamos a descubrirlo! Agarra tu mochila y tarjeta del metro, hoy caminaremos tres calles muy chidas de esta colonia.

Tres calles del centro inmortalizadas en el tiempo

Mesones

Comencemos con una calle muy conocida: Mesones. El surtido que se oferta va desde los instrumentos musicales hasta velas, pero lo que realmente abunda aquí son las papelerías. Desde Isabel la Católica hasta Roldán podemos encontrar todo tipo de artículos en grandes almacenes, comercios locales y hasta ambulantes. Hay de todos los precios y calidades, desde los tradicionales hasta lo más kawaii.

Por otro lado, entre Bolívar y Plaza Vizcaínas hallarás tiendas musicales. Casa Verkaamp es una de las famosonas ya que abrió hace más de 100 años. Ya llovió. Ahora, si jalamos rumbo a la Merced, encontraremos negocios de productos y comida árabe —el más famoso el Al Andalus—. Durante la segunda mitad del siglo XIX, inmigrantes libaneses comenzaron a llegar a la ciudad, muchos de ellos optaron por ser comerciantes y abrieron sus tiendas en esta calle. En este cuadrante también abrieron las Casas Gayas, o sea, los prostíbulos legalizados. ¿De aquí vendrá la fama de la Meche?

Bueno, bueno, pero… ¿por qué se llama Mesones si no hay mesones? Su nombre data de la época colonial, por ahí de 1525, el señor Pedro Hernández Paniagua abrió el primer mesón de la ciudad en dicha calle. Según el cronista Luis González Obregón, en este lugar se daba asilo a los viajeros y se les vendía pan, vino, carne y otras cosas que cumplieran con el arancel. Tiempo después se sumaron nuevos mesones y cuartos de corta estancia, pero de ese pasado ya sólo quedan placas en algunas calles.

República de Chile

Si andas buscando un vestido de noche, a 20 de Noviembre y San Jerónimo debes ir. Pero si estás preparándote para tu boda o 15 años, la visita obligada es República de Chile. Aquí hallarás modistas, diseñadores y sastres para confeccionar atuendos muy especiales; también los accesorios necesarios para completar tu ofni. Los diseños que encuentras en esta calle le hacen competencia a los de tiendas departamentales, eso sí, con la diferencia de que aquí consumes local y apoyas a pequeños talleres.

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Otra ventaja es que incluso puedes personalizar la pieza de tus sueños, desde elegir entre materiales nacionales o importados, detalles especiales y hasta las costuras. ¡Toma todo mi dinero! Además, a estas tiendas las avala una tradición centenaria ya que —a diferencia de la historia de Mesones— República de Chile ha mantenido su tradición textil y de moda desde la época colonial. Antiguamente esta calle era conocida como Amaya, ya que en el número 50 vivió “el célebre bordador Amaya que dio nombre a la calle hacia el año de 1590”, así se lee en una placa.

Más adelante está la antigua casa de Don Manuel de Heras y Soto, uno de los testigos que firmó el Acta de Independencia, las ex oficinas de Ferrocarriles Nacionales y la casa del poeta Manuel Gutiérrez Nájera —datos sólo para apantallarlos—. Años más tarde la importancia comercial de República de Chile comenzó a crecer y fue durante el Porfiriato adquirió más atención. En la esquina con República de Cuba abrió la Cantina Chapultepec, a unas calles también aparecieron comercios con más caché, ya que utilizaban técnicas europeas o vendían productos importados.

Hoy en día permanecen los escaparates con maniquíes con poses poco naturales desfilando algunos modelitos. Diseños Fernández, Casa Chuy, Mikahela, Casa Adriana, Denise Gallery, Alta Moda Karen… tiendas que resisten y mantienen la tradición de la antigua calle Amaya.

Jesús María

Otro aspecto único del Centro es que le ha abierto la puerta a personas provenientes de distintos estados y países, lo cual hace que la combinación de productos que encuentras aquí sea infinita—obviamente estamos exagerando, pero ustedes entienden el punto—. Así como hay una calle con comida libanesa u otra dedicada a los productos oaxaqueños, pronto les contamos cuál es, también hay una con un pasado judío muy interesante.

En la esquina con Justo Sierra se encuentra la prueba más evidente de este pasado, ya que aquí se erige la Sinagoga Nidjei Israel, un impresionante templo que se encuentra abierto al público para preservar la historia. Si continuamos el recorrido sobre Jesús María, muy difícilmente encontraremos otros vestigios. La calle es conocida por sus tiendas de telas, textiles, cierres, hilos y todo artículo de mercería, así que si te laten las manualidades, seguro ya conoces aquí.

Parece irónico que la calle de Jesús María diera cobijo a los judíos que llegaron a la ciudad a principio del siglo XX, muchos de ellos como refugiados. Una vez en México tuvieron que adaptarse a la nueva cultura y encontrar una manera de subsistir, tal como la historia de la comunidad libanesa, así que le entraron al comercio. Se dice que las panaderías de la zona vendían panes tradicionales judíos, además, que había tiendas con alimentos kosher. De este pasado tradicional queda muy poco, puesto que la comunidad judía se mudó al poniente de la ciudad y en el centro sólo quedan algunos de los negocios que administran.

Mira acá: La casa maldita de Don Juan Manuel en República de Uruguay