Hace un par de meses, la editorial Sexto Piso publicó en nuestro país el libro Agujeros negros y ondas gravitacionales, del doctor Gerardo Herrera Corral, quien es investigador asociado en el Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN) en Suiza, y es autor de varios títulos de divulgación, entre los que destacan El Higgs, el Universo líquido y el Gran Colisionador de Hadrones; Universo: la historia más grande jamás contada; y El azaroso arte del engaño. Y en este nuevo volumen, se concentra en los dos más grandes descubrimientos científicos recientes: el hallazgo de las ondas gravitacionales y la fotografía de un agujero negro supermasivo.

¿Por qué particularmente escribir un libro sobre estos dos hallazgos?

Yo he escrito ya otros libros divulgativos y escribo ensayos en diarios con la idea de ir conversando con la gente, de ir comunicando qué es lo que está sucediendo en el mundo de la ciencia. Y a menudo la aproximación es la de comunicar los últimos sucesos, los grandes eventos. Ese es el espíritu también de este libro. Este libro es el relato de dos grandes hallazgos de los últimos años: uno es el de las ondas gravitacionales, que se detectaron por primera vez en septiembre de 2015 y el anuncio se hizo en febrero de 2016, y desde entonces 2017, 2018 y lo que va del año, se han estado midiendo más eventos extraordinarios de objetos que chocan y se funden a distancias gigantescas, hace mil o dos mil millones de años, agujeros negros o agujeros negros con estrellas de neutrones, y que al hacerlo generan distorsiones en el espacio y en el tiempo. El otro gran hallazgo se acaba de dar en abril de este año, pero también es un trabajo que comenzó hace dos años, en abril de 2017, cuando ocho telescopios del mundo se pusieron de acuerdo para mirar hacia el cielo durante cinco días en la misma dirección, a la misma región de la Constelación de Virgo, y ver ahí el centro de una galaxia que sabemos está ocupado por un agujero negro supermasivo. Es la primera vez que tenemos la evidencia directa de que existen estos objetos. Y yo creo que son los dos más grandes descubrimientos de los últimos años.

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Gerardo Herrera tiene un nuevo libro en Sexto Piso
Foto: Leonardo Pérez

¿Cuál es el impacto que tienen estos dos descubrimientos en la vida de una persona común?

Yo creo que hay muchas razones por las que los descubrimientos científicos en general, y en particular estos dos casos, tienen sobre la vida de las personas. Yo diría que hay siempre en los avances científicos tres aspectos que son importantes en la vida de las personas. Uno, que para poder hacerlos, para poder tomar esta fotografía o para poder medir las ondas gravitacionales, fue necesario crear instrumentos. No se les compró en un Oxxo. Un detector de estos no se consigue en ninguna parte. Es necesario hacerlo, inventarlo. Crear instrumentos. Por ejemplo, el detector LIGO, con el que se midió por primera vez la fluctuación del espacio y del tiempo, es el detector más sensible a las vibraciones que se ha podido construir jamás. Puede detectar miles de millones de veces vibraciones del tamaño de un protón. Es decir, la menor vibración que nos podamos imaginar, que es la de una onda gravitacional, la puede registrar. ¿De qué manera eso va a acabar en un instrumento que mejore nuestras vidas? No lo sé. Pero con certeza que los inventos, los desarrollos tecnológicos acabarán en algún momento en una aplicación en un hospital, en algún instrumento que nos ayudará en nuestras vidas. La otra es que hemos aprendido algo nuevo del espacio. Ahora sabemos de estos objetos, entendemos mejor cómo están hechos, cómo se comportan, y el conocimiento que adquirimos ahí no sabemos de qué manera un día lo podremos utilizar, pero eso eventualmente acabará siendo así. Pero la más importante es la que a mí me gusta subrayar, y es que estos hallazgos, en particular ya para hablar sobre las ondas gravitacionales y la observación de un agujero negro, vienen a confirmar una manera de ver las cosas. Nos dicen que la manera como entendemos el espacio y el tiempo es de una determinada forma. Es una manera de concebir la realidad, de entender la naturaleza, de ver el universo. ¿Y por qué eso es importante para la gente? Porque nosotros somos los únicos en el mundo, somos la única especie biológica que necesitamos esa visión. Somos los únicos que necesitamos hacernos una idea de las cosas, que necesitamos una cosmogonía, que necesitamos entender el universo, hacernos una idea de qué es el universo, de qué somos nosotros en ese universo. Y eso es lo que nos hace ser humanos.

¿Y qué dicen de nuestra especie?

Dice lo que en cierta manera ya sabemos: que somos curiosos, que tratamos de imaginar y que lo logramos, y que hemos podido imaginar al universo y que lo que observamos nos va confirmando esa imaginación. Y que esa imaginación tan potente es, seguramente, la misma que nos va a salvar de los problemas individuales que nos atormentan y de los problemas colectivos que enfrentamos, como un medio ambiente cada vez más deteriorado, así como de los grandes problemas políticos.

Podría pensarse que hay un “desinterés” por la divulgación científica o poco acercamiento por parte de los lectores a estos temas…

Yo creo que no, yo pienso que es al revés. Creo que cada vez hay más interés por parte de la gente por los temas de ciencia. De hecho, lo que yo percibo es que la nueva generación, los millennials, tienen un interés especial por la ciencia. En el ejercicio de dar charlas, en las redes sociales, en los ensayos que publico en periódicos, el público es de jóvenes. Y es un fenómeno que me parece muy interesante. Yo creo que ahí viene una generación distinta a la generación adulta, que estuvo más preocupada por otros temas. Siento que, en México, los adultos siguen emocionados con la política, con esa gran telenovela que nos pasa todos los días y que entendemos muy fácilmente. Pero la nueva generación no. Yo creo que los jóvenes vienen ya hastiados y no están muy interesadas en nuestras viejas historias de corrupción.

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Diversas editoriales apuestan cada vez más por el ensayo y la divulgación. Yo pensaba en que, por una parte, había cierta idea de un desinterés en la divulgación, y también quería preguntarle si la Academia contribuía a esa especie de aislamiento, porque me da la impresión de que los grandes divulgadores también han sido vistos por parte de la Academia sin la misma seriedad. Sagan, Dawkins, Feynman, entre otros, parecieran incluso ser vistos con desprecio por tratar de explicar los descubrimientos.

Sí, es correcto. Existe un poco esa actitud por parte de la Academia. En los siglos y siglos que tiene la Academia ha representado una cierta seriedad. Hay determinados formatos del gremio que son respetados y que quizá también tienen una función: la de comunicar que hay cierta contundencia en lo que se dice, es una manera de reforzar lo que se quiere expresar. Seguramente que tiene algún sentido esta parte solemne que tiene la Academia. Y entonces viene un poco el contraste cuando alguien se acerca a la gente y le quiere platicar qué es lo que hace. Sí, es cierto, existe eso. Pero también existe, por otro lado, la pasión por lo que se hace. Y cuando uno está apasionado de lo que hace o se emociona por lo que descubre y ve, por las ideas, entonces esa pasión, esa emoción, lo empuja a uno a compartirlo con otros. Decía Carl Sagan que no podía entender que los científicos no quisieran hablar de lo que hacen, porque la relación que los científicos tienen con la ciencia es una relación de amor, y cuando uno está enamorado, quiere que todo el mundo lo sepa.

¿Tiene que ver en algo el aparente “distanciamiento” hacia estos temas por parte del público con el que nos hagan sentir vértigo o ansiedad y que nos confirmen que somos más pequeños de lo que queremos aceptar?

No, yo creo que hay una percepción generalizada de que la ciencia es difícil. De que la Física es complicada, de que las ideas que los físicos manejan son abstractas, que lo son, y que la abstracción nos cuesta trabajo. Hay otras áreas de la ciencia que son más descriptivas, que tienen más el formato de un relato. Uno puede o no memorizar unos nombres tan complejos como los diferentes componentes de una célula. Eso puede ser una complejidad, pero es un tema de memoria o de pronunciación, pero no nos presenta un reto conceptual. En cambio la Física sí requiere de la imaginación, de abstracción, y eso a veces significa un esfuerzo. Si yo le digo a la gente que estamos buscando una quinta dimensión, le va a imponer de inmediato una idea descabellada y una idea que no puede imaginarse. Eso de entrada ya pone un muro.

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