Dueña de una obra abundante en afecto, la ilustradora Paulina Márquez transporta a sus lectores a un mundo cargado de sonrisas y añoranzas. Sus cómics narran historias complejas sin necesidad de diálogos y retan al lector a encontrar el sentido a través de las miradas y gestos de los personajes. Sus ilustraciones anuncian calma: una nube de colores entre cables de luz, el retrato florido de una amiga, una chica que flota en el agua.

Checa nuestra entrevista con la ilustradora Paulina Márquez

1¿Cuál es el recuerdo más bonito de tu infancia?

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Foto: Paulina Márquez

2¿A qué le tienes fobia?

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Foto: Paulina Márquez

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3¿Qué te ha hecho reír mucho últimamente?

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Foto: Paulina Márquez

4¿Cómo es la calle donde vives?

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Foto: Paulina Márquez

Al platicar, con la ilustradora Paulina Márquez, me dice que dibuja desde los 6 años: “Recuerdo que en la escuela tenía una compañera que dibujaba muy bonito –señala–. Un día le dije que me enseñara y lo hizo. A partir de entonces empecé a dibujar. Cuando tenía 14 me gustaba leer xxx Holic, de Clamp, un manga que mezclaba fantasía con realidad. Me gustó mucho el equilibrio que tenía y quise hacer cómic. Luego crecí y decidí hacer ilustración. Ahora estoy haciendo cómics otra vez, porque puedo hacer historias más completas. Estudié música muchos años y eso me permite meterle a mi trabajo un ritmo que una sola ilustración no me da”.

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Paulina nació en Jalisco y tiene 24 años. Cinco de ellos estuvo en el coro de la catedral de Guadalajara y otros 7 estudió piano. Lee a Murakami, le gustan las películas de Miyasaki y su novela gráfica favorita es A city inside, de Tillie Walden. En su infancia hubo mucha música clásica y manga. “Me gusta el K-pop –cuenta–: se me hace muy interesante como ligan lo visual a su música. Me gusta el indie, Mozart, el impresionismo musical, sobre todo Debussy. Armo playlists para cada proyecto que hago.”

Por las mañanas trabaja en un estudio de videojuegos y por las tardes se dedica a dibujar, a veces en su casa, a veces en un café. “Cuando estoy en mi casa dibujo en la cama –ríe–, porque la silla que tengo no es silla: es un banco de piano. Para sacar ideas me gusta ir a otros lugares donde no tenga que interactuar con la gente, aunque la haya. Por eso me gusta ir a los cafés: la gente está en su rollo y yo puedo estar ahí sentada y nadie me pela, pero yo sí los estoy viendo a ellos. De ahí saco nuevas ideas”.

Sobre qué es lo que inspira a la ilustradora Paulina Márquez , explica: “Me he dado cuenta de que mis historias están inspiradas en momentos de mi vida que me marcaron mucho o en cosas que quería tener de niña. Por ejemplo: yo nunca tuve una mejor amiga. Utilizo los recuerdos, pero desde otro punto de vista.

Hasta ahora ha sido diferente para cada historia: generalmente son cosas que pienso cuando estoy sentada, recuerdos de la prepa. La primera que hice, Puertas (Periferia Cómics), la tuve que hacer en 24 horas. Lo único que sabía al principio era que quería dibujar puertas, porque me gusta mucho la personalidad que dan al lugar al que vas a entrar. Para Nostalgia fue otro concepto, más como armar un rompecabezas”.

Sus historias más intensas no tienen diálogos. “A mí casi no me gusta escribir: es una de las razones por las que no había hecho cómics antes. En la materia de guionismo me fue mal. Hasta que no hice una historia sin guion, a partir de imágenes, me di cuenta de que no necesitaba escribir lo que iba a dibujar. Ese fue el punto de partida”.

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En su trabajo, la ilustradora Paulina Márquez encuentra magia dentro de lo cotidiano. Hay en sus dibujos añoranza por algo que todavía no sucede: nostalgia del futuro. Hay conciencia de lo efímero y al mismo tiempo devoción por la singularidad de los buenos y malos momentos. La sorpresa que habita en cada una de sus viñetas forma un lenguaje propio que mueve el corazón.

“Primero me provoco un cierto sentimiento a mí –apunta–, pero cuando mi trabajo lo leen los demás, les causa otra cosa. Mientras despierte algo en el lector, yo estoy contenta”.

Este año, Paulina Márquez ganó el premio nacional de novela gráfica convocado por Tierra Adentro. En relación con los recortes presupuestales hechos a la cultura, ella cree que su novela se imprimirá, aunque quizá no haya presentación. Lo que le preocupa es que no se vayan a publicar las obras de otros jóvenes autores. Su proyecto se llama Tormenta de mayo, historia de una niña que vive en un pueblito al que se muda otra niña que vivía en la ciudad. No se llevan bien, pero en algún punto tienen una visión del futuro. El motor de la historia es la amistad.

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