El lago de Texcoco como un símbolo para quienes habitamos sobre él, su evolución territorial, su proceso histórico de desecación y las múltiples intervenciones humanas son algunos de los elementos que Adriana Salazar Vélez reúne en esta “investigación artística” realizada entre 2015 y 2019, periodo en el que inició la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México y su posterior abandono.

Este proyecto, que empezó como tesis, toma el modelo de enciclopedia porque se mantiene abierto y puede tener varios tomos, pero en su concepción buscaba alejarse de las “formas de circulación, producción y explotación” vinculadas a las artes visuales. “Yo vengo de las artes visuales –apunta Salazar– y quería que no fuera capturable en una forma de producir desde el gozo puro. La escritura fue un proceso liberador que me permitió construir imágenes, figuras, arquitecturas de pensamientos casi escultóricas”.

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De esa forma, la artista, escritora e investigadora colombiana asentada en la Ciudad de México se permite construir desde la primera persona, algunos conceptos que definen esas cosas vivas o muertas. Un par de ejemplos: “Agua. Te saludo: soy el agua.

“Siempre me transformo y por eso mi voz a veces se confunde con la voz de las cosas sólidas, de la tierra, incluso del aire: en casi todo hay un poco de mí, adherido a las moléculas de otros elementos…” o “Concreto. Soy la nueva roca, el nuevo sólido, el nuevo estrato de la tierra…”.

Otras entradas, en cambio, se realizan a través de la documentación y el análisis de las implicaciones que tuvo y tiene la megaobra abandonada en la zona que hace 40 años todavía era un lago.

Esta Enciclopedia de cosas vivas y muertas “critica el extractivismo del lago como cuerpo de agua y territorio, critica la gestión del gobierno, las economías neoliberales y los grandes capitales que llegan a poner cosas fuera de su lugar. También es una autocrítica –confiesa la autora–, porque yo vengo de un contexto colonizado que sigue vibrando en el presente”, ya sea en forma de aeropuerto, mina, refinería, presa o termoeléctrica.

Así, pues, el proyecto también es político, social e histórico: mantiene una postura ante la realidad impuesta de facto y señala un hecho irrefutable: la intervención del ser humano en la naturaleza sólo acelera la extinción, que es, a su vez, un proceso acumulado en distintas capas de tiempo. En este caso, la desecación del lago repercute ahora mismo en forma de inundaciones, desabasto de agua, hundimientos y mayor impacto sísmico en todo el Valle de México.

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“Con el lago se extinguen plantas, peces, animales terrestres. Pero también se refiere a las muertes humanas que vienen con la conquista del territorio, a la imposición de progreso sobre la marginalidad y el despojo de las tierras de los habitantes de las comunidades cercanas. Es como el regreso de los muertos vivientes del colonialismo porque vuelve con los mismos instrumentos por un territorio que no se deja conquistar, porque es un lago que intenta regresar, que intenta revivir”.

La devastación de la naturaleza, según documenta Adriana Salazar en este libro, es parte de una crisis mayor que incluye la desigualdad, un modelo económico insostenible, megaproyectos que revelan nuestra fragilidad, y todo eso se manifiesta ahora mismo, durante esta pandemia. “Vivimos como anestesiados en medio del ruido metropolitano capitalista, pero nos hemos encontrado con esta realidad que amenaza acabar con la vida y ahora la vemos muy cercana, directamente en nuestros cuerpos”.

Qué: Enciclopedia de cosas vivas y muertas: el lago de Texcoco, Adriana Salazar Vélez

Dónde: Pitzilein Books, 2019

Cuánto: $330

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