El que el trabajo nos desgaste emocional y físicamente al grado de afectar nuestra salud y nuestras relaciones personales es común, más no normal. Hablemos sobre el burnout y la cultura de trabajo moderna.

Muchxs conocemos el sentimiento: fatiga mental, ideas negativas, cinismo y cansancio generalizado. Elburnout, que podríamos traducir al español como síndrome de desgaste profesional, afecta a muchxs adultxs en edad laboral. Elburnoutse ha normalizado en la cultura actual, donde recibimos mensajes mixtos sobre cómo debemos procurar nuestro éxito profesional, nuestras relaciones personales, el ejercicio y la dieta.

A pesar de esta aparente normalidad, el burnout fue incluido en la onceava revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11)como un fenómeno ocupacional; un síndrome queresulta del estrés crónicoque caracteriza a muchos espacios laborales. Algunos de los síntomas delburnoutson:

  • El sentimiento de falta de energía y agotamiento
  • Distancia mental hacia nuestro trabajo
  • Reducción de nuestra efectividad profesional

Pero ¿de dónde proviene el burnout?

Aunque el síndrome de desgaste profesional se ha discutido más en años recientes, tampoco es enteramente un problema millenial o de la generación z. El término fue en realidad acuñado por primera vez en 1974 porHerbert Freudenberger, un psicólogo estadounidense. Y es que la idea del trabajo ideal tiene sus orígenes a principios del siglo XX. A partir de entonces cada generación ha sufrido frustración y agotamiento alrededor del tema laboral por un aparente choque entre la identidad y el deseo propio y las exigencias y dinámicas del mundo real.

Si hacemos un recuento histórico, las crisis económicas, las guerras y la precaria realidad que el freelanceo presenta para lxs jóvenes sugieren que esto siempre ha sido y siempre será así. Sin embargo, la realidad actual nos dice algo diferente.

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Expectativa vs realidad

En México, por ejemplo, las horas extras deben remunerarse por el doble del precio de una hora ordinaria según el Artículo 67, trabajar un domingo conlleva una prima de un 25% sobre el sueldo que percibe el trabajador por un día ordinario (art. 71)y los días de descanso y festivos se deben remunerar al doble (art. 73), pero en muchos espacios laborales nada de esto se cumple. Así también, las“prestaciones de ley” pueden no ser cubiertas si formas parte de la economía informal, a la cual se enfrentan muchxs jóvenes.

Esta disparidad entre la labor hecha y la recompensa recibida hace que muchxs deban tener más de un trabajo o arriesgarse a vivir en condiciones precarias. Así, hay un cruce entre las terribles condiciones laborales y el mensaje de que la precariedad es resultado de la falta de trabajo realizado. Un claro: puedes tener estabilidad económica si sólo renuncias a tus horas de descanso y aceptas que el mundo es como es, todxs sufrimos por el trabajo.

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¿Has llegado al punto del burnout? / Unsplash

¿Por qué ésta es una concepción capitalista?

Anteponer el trabajo que la salud o la felicidad sugiere una suerte de capitalismo internalizado. Éste es definido por Anders Hayden, profesor de ciencias políticas en la UniversidadDalhousiede Nueva Escocia, como la idea de que nuestro valor como personas (y nuestra autopercepción) está directamente vinculada con nuestra productividad: sentimos que debemos estar generando contenido, aprendiendo u ofreciendo servicios todo el tiempo. Por lo tanto, al sentir que no somos trabajamos lo suficiente, sentimos que no somos suficiente como personas. Esto tiene efectos negativos en la manera que pasamos la vida, desde el sentimiento de no poder nunca desconectarnos de nuestros trabajos hasta no permitirnos nunca descansar del todo ni tener tiempo de ocio.

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¿Y también es machista?

De manera generalizada el ambiente laboral tiende a hacer menos a las mujeres y otros grupos marginalizados porque no fueron creados con nosotrxs en mente. Así, los espacios de trabajo suelen premiar actitudes como la hipercompetitividad, las tandas pesadísimas de trabajo, las jornadas largas y la toma de decisiones impulsivas. Todas estas actitudes no sólo son también terribles para los hombres, sino que suponen que la persona promedio puede vivir así, cuando en realidad la persona promedio en la actualidad también tiene responsabilidades fuera del trabajo. Este ritmo era quizás sostenible para un hombre con ninguna responsabilidad en casa, pero es muy difícil que alguien pueda en realidad practicar la crianza responsable y vivir ritmos exhaustivos en el trabajo.

Adicionalmente, este tipo de relaciones entre compañerxs en la oficina puede fácilmente tornarse en el ejercicio de estilos tóxicos de liderazgo u hostigamiento laboral. Todo esto es terrible por decir lo menos.

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¿Cómo podemos combatirlo?

A pesar de lo horrible del burnout y la cultura del trabajo que lo promueve, hay maneras de prevenirlo y luchar por su erradicación. Esto sería posible, antes que nada, al promover un espacio seguro dentro del ambiente laboral; un espacio con múltiples vías de comunicación que sean efectivas y donde perdure el respeto. Lxs jefxs dentro de estos espacios, entonces, tendrían la responsabilidad de implementarlos y cuidar que la toxicidad no vulnere las relaciones profesionales.

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