Hace casi 65 años, los artistas del Jardín Sullivan CDMX decidieron hacer suyo un espacio de la Ciudad de México: un parque público cerca de Paseo de la Reforma, donde comenzaron a reunirse para mostrar su obra alejados del controlado y aséptico ambiente de los museos y las muy incipientes galerías de esos días.

Desde entonces, todas las mañanas de domingo este grupo de amigos se instala en el Jardín del Arte Sullivan, a espaldas del Monumento a la Madre, para exhibir sus creaciones a los paseantes. Al principio tuvieron gran éxito con las ventas, por lo que tuvieron que convertirse en asociación, con mesa directiva y comité de selección para dar forma y orden a aquella ebullición artística. Esta organización existe hasta nuestros días y se hace cargo también de los jardines del arte del sur de la ciudad, en la Plaza del Carmen y en Plaza San Jacinto, ambos en el barrio de San Ángel.

Jardín Sullivan CDMX
Foto: Lulú Urdapilleta

Para conocer el origen de esa asociación, tres veteranos artistas nos cuentan su historia y de paso nos revelan aspectos de su vida, dedicada a la producción y contemplación, en domingo, desde Sullivan, con plena libertad creativa.

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Artistas del Jardín Sullivan

Jardín Sullivan CDMX
Foto: Lulú Urdapilleta

Arrubarrena abandonó su trabajo como publicista a finales de los setenta para dedicarse completamente al arte y llegó al Jardín en junio de 1979, lo que le permitió dedicarse de lleno a la pintura durante la semana, además de hacerse cargo de tres hijos (dos de los cuales le acompañan ahora, con obra propia) en mancuerna con su esposa, ingeniera textil y supervisora en diversas maquiladoras. “Para nosotros todo salió del Jardín: en los 80 hubo años que llegué a vender 100 pinturas y otros tantos grabados. Por eso a las galerías no les gustaba tomar a artistas de Sullivan: estábamos acostumbrados a vender muy bien y a tener toda la libertad”.

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Hana Pozeilov nació en Israel y llegó a México en 1967 como invitada del gobierno para compartir sus conocimientos de gráfica y trabajo en metal. Para 1969 había hecho una solicitud para formar parte del Jardín del Arte, donde presentó obra en un formato original que decidió llamar esculpintura: obras en relieve creadas en metales de grueso calibre y después trabajadas al óleo. Para Hana, Sullivan también ha sido todo: “Mis hijos crecieron aquí en el jardín; los hijos de los compañeros les enseñaron a caminar, a andar en patineta, en bicicleta, todo. Aquí pasé mis embarazos… esto es mi vida y mi familia. Hace 4 años tuve un infarto cerebral y tuve que dejar de ir a San Ángel pero pongo mis cuadros en mi andadera y vengo aquí los domingos desde mi casa, que está muy cerca”.

Para Jorge Espinoza Carrizales (que además de pintor es violinista) el Jardín del Arte ha sido la gran plataforma de su vida: ha viajado con su obra a Colombia, Puerto Rico, Guatemala, Australia y Estados Unidos. Piezas suyas forman parte del acervo del Instituto Smithsoniano en Washington y de la colección del museo de la NASA en Houston: “Vivir de lo que me encanta hacer, desde hace casi 54 años, es la más grande de las satisfacciones y una verdadera bendición”.