Sex Education es el tipo de serie que terminas de una sentada, y no piensen mal, que de eso se trata este show: derribar tabúes acerca de la sexualidad.

En ocho episodios se revela a cuenta gotas, los traumas sobre el sexo, la masturbación y las relaciones humanas del atormentando Otis (Asa Butterfield), que vive con su madre quien es una terapeuta sexual (Gillian Anderson) muy interesante.

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El característico humor británico acentúa los temas que aborda Sex Education; divorcio, abstinencia sexual, vaginismo, travestismo, homosexualidad, poliamor, aborto y la lista podría seguir.

Otis creció rodeado de charlas sobre sexo, pornografía y consoladores lo que lo convierte en un adolescente peculiar, que entiende a la perfección las relaciones sentimentales y sexuales.

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Por casualidad, la problemática Maeve (Emma Mackey), rebelde y antisocial, descubre en Otis un potencial “terapeuta sexual” y lo convence para dar consejos a sus compañeros del colegio a cambio de un pago.

Sex Education cumple su propósito

Por descabellada que parezca, la idea funciona bastante bien y va creando un vínculo entre ambos adolescentes, que sortean problemas con los que cualquier joven podría identificarse: los primeros amores, las primeras veces y el primer oso.

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Quizá la enseñanza más grande en Sex Education –además de afrontar la sexualidad con valentía— es entender que las diferencias precisamente son las que enriquecen la sexualidad.

Cada modo de oír, ver y sentir, crea un universo propio para los distintos personajes que van a apareciendo en la trama.

Una serie que se disfruta con la mente abierta, las piernas relajadas en el sofá y una frazada encima. Es el tipo de cosas que debes ver, cuando necesitas algo inteligente despachado con humor, Sex Education es la respuesta. 

Puntos para Gillian Anderson que luce radiante en el papel y deja atrás a la famosa agente Scully, además Asa Butterfield conecta con su personaje, logrando que olvidemos el paso del actor por el cine infantil.