La guerra es un infierno, y no lo decimos nosotros, es una de las frases más recordadas del general William Sherman. En la nueva película de Sam Mendes sobre la Primera Guerra Mundial, 1917, esa idea se ve en primer plano. Desde búnkers infestados de ratas, ciudades hechas ruinas, hasta cadáveres de amigos y enemigos expuestos indiscriminadamente por todo el campo de batalla.

Sergio Mendes suele ser recordado por lograr pegarla con dos exitazos de la franquicia de James Bond, Skyfall y Spectre, pero a diferencia de estas películas, 1917 no destaca precisamente por la acción o las peleas. Tampoco las enaltece, cada vez que la muerte acecha, se siente la desesperación, muestra dicho infierno como es, pero visualmente retratado de una manera que quizá nunca hayamos visto ejecutarse así: una experiencia inmersiva de una (aparente) sola toma.

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La trama de la película queda muy clara desde los primeros minutos, dos jóvenes soldados ingleses son enviados a una misión imposible: deben cruzar tierra desconocida para advertir a otro grupo de soldados que están a punto de caer en una trampa de los alemanes. La vida de 1,600 soldados, el hermano de uno de estos dos jóvenes incluído, está en riesgo.

Esta historia tan redondita es lo que permite que la cámara de Mendes tenga más libertad de concentrarse en mostrar la devastación de la guerra. La película se compone de tomas impresionantemente largas, que permiten que la audiencia puede sentir que sigue cada paso de los cadetes que son testigos de los horrores de la Guerra Mundial, casi como si estuviera detrás de ellos. Estas tomas larguísimas son las que al final resultan en la sensación de ver una película de una sola toma. Algo como lo que se experimenta también en Birdman.

Si viste los Golden Globes entonces sabes que 1917 dio de qué hablar durante la ceremonia. Precisamente esta imagen que tratamos de pintar es lo que lo ocasionó. El efecto de una sola toma a través de algo que no es naturalmente bello, como lo es el caos de una guerra, y que además no descuida la fotografía ni por un segundo. Es decir, cuando el infierno se vuelve bello, o al menos estético.

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La película además muestra de una manera fiel lo que las guerras hacen a las personas que deben lucharlas: la misericordia puede transformarse en violencia, un líder puede deshacerse en debilidad, y en general, cómo es necesario sustraerse de la realidad para sobrevivirla.

Foto: Universal Pictures

1917 no es sobre dichos horrores sino que es una historia de heroísmo, basada en los relatos del mismo abuelo de Mendes, es por eso que emocionalmente también es dura. Toda la película se sostiene en estos héroes se anteponen uno al otro para sobrevivir, pero sobre todo, anteponen el destino de 1,600 desconocidos para intentar conseguir la misión.

Al final, es posible que el mensaje que 1917 sea irónico: permanecer unidos y entregarse para salvarse, en este caso, de una guerra. ¿Pero no es ese mismo sentir lo que podría evitar que una guerra se originara en primer lugar?