Este mes de junio en México, y en otras partes del mundo, celebramos el orgullo y la diversidad LGBTTTIQ+. Marchas con banderas arcoiris, trans, lenchas y no binaries llenan las calles de muchas ciudades del país. Este mes muchas marcas corporativas cambian sus logos con motivos LGBTTIQ+ aunque el resto del año veamos pocos esfuerzos por implementar políticas inclusivas para las poblaciones de la diversidad. También en este mes se estrenó Lightyear, un spin-off del personaje de Toy Story, Buzz Lightyear, producida por Pixar y Disney. En la película, en una escena de unos 3 segundos, se muestra al personaje de Hawthorne besándose con otra mujer. ¡Oh la escándala! La polémica no se hizo esperar.

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Circulan imágenes por las redes sociales de salas de cine advirtiendo a sus audiencias, palomitas en mano, que esta película contiene ‘ideología de género’. Diputadas panistas airadas movilizan a sus huestes para hacer fracasar la película, llamando a las familias a no asistir a los cines para que semejante osadía no ‘adoctrine’ a sus hijas e hijos con su ‘rayo gayficador’. Tenemos la última guerra cultural de la derecha servida.

Derechos en disputa

El éxito de los grupos mediáticos conservadores es hacer girar a la derecha el debate público y anular el imaginario político de posiciones progresistas o de izquierda. Su influencia y su capacidad de crear pánicos morales en la opinión pública es tal, que cada avance en la discusión por el reconocimiento de derechos y libertades para las poblaciones LGBTTTIQ+, provoca campañas con miedos infundados que desvían el debate hacia posiciones antiderechos.

Lo anterior sucede con el matrimonio entre personas del mismo sexo, el derecho a la identidad de género, la adopción homoparental o la educación integral de la sexualidad. Todas estas agendas han sido denunciadas bajo la consigna de ‘ideología de género’, despreciando con falacias años de investigación, activismos y luchas por el
reconocimiento de derechos sexuales y reproductivos y por la educación sexual, especialmente para las juventudes. Los derechos LGBTTTIQ+ –con políticas públicas insuficientes y precariamente desarrolladas–, no son la punta de lanza de la descomposición de la familia nuclear tradicional. En cambio, son instrumentos que buscan prevenir y atender problemas estructurales de la desigualdad social en México para las diversidades sexogenéricas.

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Juventudes LGBTTTIQ+ en riesgo

El caso de las infancias y juventudes LGBTTTIQ+ es especialmente grave. No existe registro estadístico estatal que permita conocer las características sociodemográficas de esta población. Y Sin información estadística, no hay posibilidad de inclusión en las políticas públicas. Solo la Encuesta Nacional sobre Discriminación del INEGI recoge que el porcentaje de personas lesbianas, gay y bisexuales (LGB) en México para 2017 era de 1.9%.

Por otro lado, de acuerdo con la Unesco, en México el 67% de las personas gay, bisexuales y transgénero son víctimas de bullying en las escuelas públicas y privadas del país. Además, el 59% de los estudiantes han utilizado expresiones homofóbicas en la escuela. La depresión y los pensamientos suicidas son algunos de los efectos generados por estas agresiones. Asimismo la Primera Encuesta Nacional sobre Bullying Homofóbico en México señala que 6 de cada 10 personas LGBTTTIQ+ sufrieron discriminación por su orientación sexual. Por si fuera poco, 3 de cada 10 fueron golpeadas.

Comunidad LGBT+ en México

La educación integral de la sexualidad como alternativa

A pesar de los pocos datos disponibles para este tipo de violencias, las recomendaciones de instancias internacionales como la UNESCO y otras agencias de las Naciones Unidas, así como del Relator Especial de Naciones Unidas sobre el
derecho a la educación, señalan la Educación Integral de la Sexualidad (EIS) como una herramienta fundamental para acabar con la discriminación contra quienes viven una sexualidad diversa. Según las Orientaciones Técnicas Internacionales sobre Educación en Sexualidad, la EIS se define de la siguiente forma:

“Proceso de enseñanza y aprendizaje basado en un currículo, sobre los aspectos cognitivos, emocionales, físicos y sociales de la sexualidad. Aspira a proveer a la niñez y a las personas jóvenes con los conocimientos, habilidades, actitudes y valores que los empoderen. Con ello se pretende hacer de su salud, bienestar y dignidad una realidad; desarrollar relaciones sociales y sexuales respetuosas; considerar cómo sus elecciones pueden afectar su propio bienestar y el de otras personas; y, comprender y asegurar la protección de sus derechos a lo largo de sus vidas”.

Las bases de la Educación Integral de la Sexualidad se nutren de la ciencia y el pensamiento crítico. También tienen como fundamento a los derechos humanos y como perspectiva a la equidad de género. Esta perspectiva reconoce las diversidades, no sólo en términos de identidad de género y orientación sexual, sino también la diversidad racial, etaria y las discapacidades. Busca impulsar una ciudadanía sexual provista de herramientas que afirmen una visión positiva de la sexualidad y el placer, centrada en el encuadre del curso de vida. Es decir, que busca que en cada etapa de crecimiento se ofrezcan las herramientas necesarias para lidiar con las transformaciones corporales, afectivas, emocionales y cognitivas.

Educación para la sexualidad

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Una educación integral de la se a la altura de nuestra niñez

La EIS aporta contenidos y metodologías para traducir y explicar lo que ya sucede en los cuerpos de las juventudes, cuyas necesidades que deben ser escuchadas y respondidas con narrativas a la altura de las subjetividades diversas que nos rodean. Entonces, ¿cuál es la escándala? ¿Un beso entre dos morras en mitad de una película enteramente llena de significados que reifican los roles de género, o que como sociedad no tengamos las herramientas para explicar que ese beso es parte de un sinfín de besos que nuestras juventudes se pueden llegar a dar a lo
largo de la vida?

Les debemos a nuestras niñas, niñes, niños y adolescencias una educación a la altura de los retos y cuestionamientos que nos plantean. Se requiere una Educación Integral de la Sexualidad que contribuya a vivencias más plenas, dignas y placenteras de nuestra sexualidad.