Pasará el tiempo, pero los negocios más antiguos de la ciudad continúan ofreciendo sus servicios como hace más de 100 años. Desde el oficio de trabajar piel, hasta la afiladuría de cuchillos, ¿has visitado alguno?

Por si buscas un cinto de piel, que si el trombón necesita un arreglito, si te urgen velas para ahuyentar el mal yuyu… Los negocios más antiguos de la CDMX pueden ayudarte. Aunque ha pasado un siglo desde que estos lugares abrieron sus puertas, han sabido acoplarse al frenético ritmo de la ciudad. No es tarea sencilla, imagínense, tanto se ha vivido que incluso hay servicios y artículos que se convirtieron en obsoletos por los avances de la tecnología ¡y ya desaparecieron!

Lo cierto es que estos establecimientos han sido cobijados por la suerte y hoy en día puedes disfrutar de su servicio, además, de excelente calidad ya que el tiempo también es experiencia. Para que los tengas en el mapa, aquí te dejamos los negocios más antiguos y lo que puedes encontrar en ellos.

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Los negocios más antiguos de la CDMX

Peletería Migliano de 1889

Que nos perdonen los veganos, pero este conteo abre con una peletería que ofrece artículos de piel de excelente calidad: Peletería Migliano. Los artículos elaborados con este material suelen durar añísimos, su resistencia incluso les permite pasar de generación en generación, tal como ha ocurrido con este negocio del siglo XIX.

Ya saben como va la cosa, durante el siglo XIX y XX, México recibió a una gran cantidad de personas migrantes, sobre todo de Europa. En una de esas oleadas llegó Maurizio Migliano, un italiano que decidió ejercer su oficio de peletero en la ciudad. Una vez asentado mandó a construir un enorme edificio donde viviría junto con su familia, dejando el área de la planta baja para abrir su tienda.

Peletería Migliano es una chulada: a la entrada se encuentra el letrero empotrado en el edificio, pasando el umbral verás un anaquel de madera tallado en 1927 por la familia y antiquísimas vitrinas donde se exhiben cuidadosamente sus productos. Aquí venden todas las herramientas y materiales que requiere el peletero, talabatero y los reparadores de calzado; además de piezas de diferentes tipos de piel, herrajes, hebillas, estoperoles y marroquinería.

Dónde: Uruguay #116, colonia Centro Histórico


Taller Olarte de 1889

Bolívar es la calle por excelencia para comprar y reparar instrumentos musicales, pero a unas calles de ahí se encuentra el Taller Olarte, el cual se ha dedicado a la música desde 1889. Como buen negocio del Centro Histórico, aquí el oficio se ha pasado de generación en generación, el primero fue don Braulio Olarte, quien llegó de Huejotzingo a la CDMX alrededor de 1885; y hoy sus tatara nietos, se encuentran al frente del taller.

Braulio no era músico, sino que aprendió de un soldado francés al que conoció tras ser herido en batalla —en la Intervención Francesa—. Según nos cuentan, aprendió la reconstrucción y desabollado de los instrumentos de aliento: helicones, tubas, trompetas, oboes, clarinetes, flautas y saxofones. Para 1889 se instaló en la calle de Pescaditos —una peculiar y corta calle cerca de Pugibet— con un taller de reparación musical.

El Taller Olarte continúa abierto y reparando este tipo de instrumentos en su locación original, un espacio donde el tiempo se detuvo. La marquesina rotulada da la bienvenida a los visitantes, mientras que el interior es un museo con todo tipo de herramientas antiguas, trompetas francesas, reconocimientos, fotografías antiguas y una que otra figura kitsch de decoración.

Dónde: Pescaditos #8, colonia Centro. A un lado del mercado San Juan Gourmet

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Afiladuría Leura de 1890

¿Por tu casa aún pasa el afilador? Un oficio que se está perdiendo en la ciudad es el del afilador, hombres que recorren las colonias en bicicleta, pitando un silbato para avisar que ya llegaron a afilar los cuchillos, tijeras y hasta espadas de quien lo necesite. Además de este singular personaje que está en movimiento, también existen unas pocas afiladurías que cumplen el mismo propósito.

Muchos años atrás, este oficio era aún más necesario ya que se acostumbraba tener armas blancas —típico que la gente mantenía sus machetes, sables y puñales bien filosos por si se necesitaba—, incluso afilaban los estoques de los toreros. No se espanten, hoy en día las afiladurías le hacen, más que nada, a los cuchillos, al material quirúrgico y también de diseñadores.

Muy cerca del Mercado San Juan Gourmet se encuentra Afiladuría Leura, casa fundada en 1890 y encargada de dar filo a las herramientas de profesionistas y también de las familias de la zona. Su trabajo va garantizado, sino, pregúntenle a cualquier restaurantero o incluso a los estudiantes de gastronomía de las escuelas aledañas. Les das un cuchillo a punto de jubilarse y te lo regresan mejor que nuevo.

Dónde: López #111, colonia Centro


Cerería y Velas de la Soledad de 1894

En el lado oriente del Centro Histórico —entre Mixcalco y la Merced— se encuentra el barrio conocido como de la Soledad, un área famosa por los negocios oaxaqueños, la venta de uniformes y sus cererías. Antes la gente no acudía a un centro comercial a comprar todo, sino que se acercaban con los productores de cada cosa para surtirse, así que si necesitabas alumbrarte ibas a la cerería por velas de cera de abeja.

Cerería y Velas de la Soledad abrió sus puertas en 1894 y desde entonces ha confeccionado velas para iglesias, parroquias, primeras comuniones y hasta para el hogar. Su fama se debe a que utiliza cera de abeja, la cual dura mucho más que las de parafina y, según dice el despachador, produce un humo que no es tóxico al ser de origen natural.

Si buscas alguna vela para decorar tu hogar o si estás entrándole al negocio de las velas, aquí encontrarás de buena calidad. Ahora que si andas atrás de un cirio pascual, prepárate que este es su mero mole: tienen de todos tamaños y con decoraciones variadas. De hecho, son los encargados de surtir a la mismísima Basílica de Guadalupe y otras parroquias de la ciudad.

Dónde: Roldán # 17 esquina con callejón de Manzanares, colonia Centro Histórico


Camisería Bolívar de 1898

La frase de las abuelas “ya no los hacen como los de antes” aplica para todo en esa vida y no se puede discutir. Imagínense, antes la hechura de muchos artículos del diario era, casi casi, personalizada. Lo que más llama la atención son los negocios de sastrería y costuras donde confeccionaban la ropa según tu cuerpo, las tallas impuestas por la industria de la moda no existían y hasta te llevabas prendas hechas a tu gusto. El sueño.

Bueno, pues uno de estos lugares eran las camiserías, establecimientos dedicados a la confección de —sí, adivinaron— camisas para hombres. Pese a que se están perdiendo las buenas costumbres de la ropa hecha artesanalmente, Camisería Bolívar se mantiene abierta ofreciendo artículos para caballero de calidad. Desde su fundación en 1898 por Octavio Sánchez, se ha distinguido por un excelente servicio, a tal grado que se convirtió en una de las favoritas de la crema y nata del siglo XX.

Si andas buscando un trabajo a la medida, aún puedes solicitar la hechura de una camisa o traje a la antigüita. Asesórate con ellos sobre la tela, color, corte, y talla, aquí ellos son los expertos y están respaldados por más de 100 años de experiencia. Eso sí, ten en cuenta que un trabajo artesanal lleva su tiempo, así que si te urge para una ocasión especial es mejor que acudas con antelación.

Dónde: Bolívar #23, colonia Centro

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