¿Te ha pasado que dices algo al aire con tus amigos y de repente esa idea se sale de control?Así les pasó a Carlos y a Andrea de Fuzz and Brew, organizadores del primer concurso Viste al Baby Yisus. Lo que comenzó como un chiste local se materializó en un proyecto artístico tremendamente disruptivo que logró unir a vecinos y a personalidades creativas chilangas. Las propuestas de esta edición nos volaron la cabeza: reafirmamos que nada es estático, las tradiciones están vivas y cada persona las resignifica a su manera. ¡Ámonos recio!

¿Se va a hacer o no se va a hacer el concurso de Viste al Baby Yisus?

Los planes e ideas improvisadas suelen ser las mejores, ¿no? Pues así es como nació el concurso, de una tarde pasándola a gusto con los amics: “Estaba cerca el 2 de febrero y dijimos ‘hay que hacer un concurso’ y nuestros amigos fueron de ‘órale, jalo’. La verdad después se nos olvidó y no le dimos seguimiento hasta que una amiga nos preguntó qué onda. De repente llegó el Día de la Candelaria y nos lanzamos por los muñecos”, nos cuenta Carlos.

Inicialmente era algo petit comité, sólo la bolita de amigos le entraría a vestir al Baby Yisus, pero tras publicarlo en redes sociales más banda de la San Rafa se unió.

No creímos que tendría este impacto. Después salió de la colonia para llegar hasta los oídos de algunos creativos en Aragón. La neta fue un exitazo, la idea de resignificar la tradición como un juego es lo que la hizo irresistible.

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Vísteme de Kalimán

Cada participante tenía total libertad para vestir a su baby yisus, la única regla era no copiar diseños de internet. El ejercicio fue echar a volar la imaginación respondiendo la pregunta: “¿De qué te querías vestir cuando eras morro?” Ciertamente no con un ropón blanco, uno quería causar impacto con el personaje de moda, ser el ídolo de la chaviza —como el Power Ranger Rosa—. Bien lo dijo Yucatán a Go-Go lo cantó hace algunos años:

Ya llegó la primavera, ya me van a disfrazar con sus trajecitos ñoños. ¡Ay qué pena me va a dar! Yo quiero que me disfraces, mamita, de luchador. Quiero que me tengan miedo, yo quiero causar terror. Yo quiero salir de Rambo, de Chanoc o Superman. Yo quiero ser superhéroe. ¡Vísteme de Kalimán!

Aunque en la Merced ya se pueden encontrar algunos trajecitos diferentes como de taquero, futbolista y reportero, mamelucos de peluche y hasta overoles; el mercado aún es muy tradicional. Si lanzas algo que rompa con la formalidad eclesiástica, ¡que diosita te agarre confesado!, es considerado una blasfemia. El objetivo de Viste al Baby Yisus fue acabar con esta solemnidad: “Que la gente intervenga y no sea el niño dios de siempre, sino el niño dios que ellos quisieran ser”, dice Carlos, ya que hay espacio para todas las manifestaciones.

Baby Cholo, Xenomorfo, El Santo Niño Taurino, Baby Kali…

Al café llegaron aliens, astronautas, cholos, cantantes, personajes de películas, guerreros y hasta diosas. La pasarela de baby yisus estuvo impresionante —lit, como dirían los chavos—. El nivel tan perrón dejó a Carlos y Andrea perplejos. “Nosotros íbamos a hacer algo bien sencillo, al Santo Niño de la Peritonitis y ponerle tres puntitos en su abdomen”, se ríen, “de repente comenzaron a llegarnos niños súper elaborados. La neta nos dio pena el nuestro”. 100% real, no fake.

Híjole, es que el concurso de Viste al Baby Yisus estuvo reñido, cada uno de los babys tenía detalles únicos. Elliot y Maggie, por ejemplo, son fanáticos de la cultura chola y de la virgen, así que no duraron ni un segundo en hacer un Baby Terko como el de la película Ya No Estoy Aquí.

“Fuimos a la paca a conseguir ropa de bebé para intervenirla, después la peluquita que quedara igual. Hasta sus tatuajes, en la panza tiene el nombre de su clica y en la espalda a la virgen”, platica Maggie mientras nos enseña fotos del proceso creativo.

Los calcetines, la bermuda, el resorte del calzón, los simbolismos del tatuajes, hasta los Nike Cortez —por si no lo saben, estos son los tenis de la cultura chola— hechos con una pasta moldeable… se fijaron en todo. Por otro lado Brenda se animó a homenajear la peli favorita de su novio y ella: Hellboy. Para recrear al icónico personaje de Guillermo del Toro —un saludo a mi chiquito consentido— utilizó arcilla y modeló la cara hasta conseguir una baby réplica de este. Finalmente fue coronado con su botellita de agua bendita.

El Santo Niño de Zipolite, más como Baby Palazuelos, también se hizo presente en el concurso. Mientras que la diosa hindú Kali llegó a imponerse entre las favoritas con su poderoso y elaborado perfil. ¿Algún fan de Alien por aquí? Pues los chicos de Naan, un restaurante de comida india, se rifaron al xenomorfo que tanto aterró a la teniente Ellen Ripley. Para representar a México llegó el baby Danza de Tigres de Zitala, y como una fuerte declaración el Santo Niño Taurino lució algunas banderillas clavadas en su espalda. ¡Uff! Se puso bueno. La verdad es que cada uno es una pieza de arte.

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Un hervidero creativo en la San Rafa

Como dicen las abuelas, venía buscando cobre y encontré oro. Carlos y Andrea jamás imaginaron que sus conocidos se rifarían piezas tan elaboradas. Lo más chido es que tejieron comunidad con un espacio donde cualquiera puede hacer arte: Ninguno de los concursantes es artista plástico: participaron profesores, comunicólogos, tatuadores, cocineros, baristas, historiadores, abogados, escritores… personas tremendamente creativas que buscaban salir de su zona de confort y divertirse. Fuzz & Brew se convirtió en el nuevo hervidero creativo para desarrollar el talento de cualquier ‘hijo de vecino’, como dijo Carlos.

Resignificando las tradiciones

Sabemos que algunos pensarán que esto es blasfemo,incluso puede que estés de acuerdo con este ejercicio creativo pero que alguna intervención —como el baby Krampus— te incomode. Es totalmente válido. Brenda nos platica que al hacer el Hellboy su suegra les dijo que se estaban condenando, pero ella lo ve como una oportunidad para abrir nuevos discursos:

Creo que es desmitificar este asunto de que es una cuestión santa. En realidad es una representación gráfica y esa se puede modificar e intervenir.

“No es que tires mala onda a la tradición sino que se está reinventando y hace que mucha gente quiera volver a vestir a su niño dios. El chiste era ser disruptivo, pero sin ofender”, menciona al respecto Carlos. Por supuesto que algunos no aceptarán estas reinterpretaciones, pero hay que comprender que la cultura está en constante cambio y articulando nuevos discursos que se acoplan a otros públicos.

“Esto puede ser una tradición para otro tipo de banda que no sea tan religiosa, el chiste es que no se pierda”, añade Andrea.

No es exterminar el Día de la Candelaria, sino que se trata de un ejercicio creativo que abre un espacio para nuevas generaciones. Además existe la contraparte, las mamás se emocionaron de ver a sus chilpayates con un baby yisus porque “es la primera vez que ocurría algo así”, nos platican. Maggie, por ejemplo, nos contó que su mamá es el estereotipo de señora mexicana católica y aún así se emocionó de ayudarla a terminar el Baby Cholo:

El rosario lo donó mi mamá. Cuando le contamos la idea de hacer un Terko como el de la peli se emocionó y nos dijo ‘ay, sí, ponte unas cumbias’. Nos empezó a ayudar a diseñarlo y antes de traer (a Fuzz and Brew) al cholito nos dijo ‘le falta su rosario’ y fue el toque final. Pese a su catolicismo, fe y religión ella sabe que esto no significa algo blasfemo, sino que son iconos mucho más fuertes que unen de diversas maneras, como la Virgen.

A la gente le gustó salir de la rutina, tener un acercamiento a esta tradición y explorar su lado creativo; mientras que los espectadores nos quedamos con una experiencia chidísima que rompió paradigmas. Mientras los humanos articulemos nuevos discursos, la cultura estará viva dando lugar a nuevas tradiciones que cuestionen nuestras ideas. Ahora sí, va la pregunta del millón: ¿De qué hubieras vestido a tu baby yisus?