El exilio español en la Ciudad de México

Por Luis E. Pineda

El 13 de junio de 1939 arribaron los barcos Sinaia y Mexique a las costas de Veracruz con refugiados españoles que huían de la Guerra Civil y del franquismo. Aunque en 1936 habían llegado los niños de Morelia, éste acontecimiento es el que marca oficialmente el exilio español en nuestro país.

La exposición El Exilio Español en la Ciudad de México conmemora los 75 años de este suceso. Es importante decir –como dice Dolores Pla, curadora– que no es una exposición de arte –aunque es muy humanista– es más bien un estudio del fenómeno presentado en términos amenos y fácilmente digeribles para todos con un enfoque especial en los aportes de esta comunidad a la vida de la capital.

La primera sala ofrece el panorama de lo que pasaba tanto en España como en México, con fotos, algunos videos y un par de infografías que resultan bastante didácticas y concisas. Muestra aspectos del cardenismo –aquél gobierno popular cuya fuerza estaba respaldada por las grandes movilizaciones a su favor– que hicieron posibles los grandes cambios en el país.

Hay un muro en el que se muestran los papeles migratorios de estas personas, aquí hay campesinos, técnicos, empresarios, de los que normalmente no se habla pero que igual aportaron muchísimas cosas a la cultura de la ciudad y en el que se plasma la amplia gama de gente que llegó.

La exposición hace otra cosa muy buena, rompe con el idilio que se tiene sobre el fenómeno, se muestran también las partes trágicas: como las cartas de las madres de los niños de Morelia que mandan preguntar por sus hijos o en la que una acongojada madre responde tras ser notificada de la muerte de su niño.

En la sala en la que se entra de lleno al aporte cultural hay un mapa en relieve de la ciudad y en él se marcan los puntos de congregaciones de los refugiado, centros de producción y de educación: cafés, librerías, empresas, escuelas, etc. que permiten visualizar la forma en que ellos empezaron a ejercer la ciudad. Aquí acompañan fotos y otros documentos que empapan más del momento histórico.

Un par de salas hablan sobre las estrellas en distintos campos que llegaron al país y una más expone obras de Vicente Rojo que saltaré para ser fiel al discurso curatorial y por que las obras de Rojo me parece están de más.

Lo más rescatable de la exposición es la gente en la que se enfoca, porque cuando oímos de los españoles exiliados en México, inmediatamente podemos mencionar a Luis Buñuel, Remedios Varo, Joaquín Xirau, León Felipe, entre otros, pero estas eminencias sólo eran el 30 por ciento, del resto la mayoría no podríamos decir mucho. Se busca acercar más al 70 por ciento del que no se sabe nada y que no es número menor si tomamos en cuenta que 20 mil fueron los refugiados.

Es un excelente trabajo museográfico, con una narrativa que lleva fácilmente de la mano por todo el proceso para entenderlo mejor, con todos sus bemoles, sin visiones románticas y que pone de manifiesto la gran aportación cultural que un grupo migrante puede hacer a una comunidad.

De nuevo, no es una exposición de arte, pero igual es una muestra que nos puede sensibilizar a fenómenos como la migración.

mar-dom 10-18 h.