«Yo
te doy todo, las tengo como princesas aunque no lo mereces, trabajo como loco
para que no les haga falta nada y no veo avances. Últimamente tu única tarea es
la nueva cama de la niña. Me quiero divorciar
», le gritó Mauricio a su esposa,
refiriéndose a la cama en forma de barco que un carpintero tallaba a finales de
febrero de 2010 para la niña de
cuatro años. Para Paulette, la cama nueva quería decir que dejaría de ser un
bebé y sería una niña grande.

Cuando por fin estuvo terminada, la pequeña vio
emocionada cómo su madre deshacía su antigua cuna y colocaba sus caballitos de
peluche en la alta estructura, a la cual incorporarían unos escalones para que
Paulette pudiera subir. Dada la altura de la cama, Lizette puso almohadas
extras en los costados para que la niña no rodara hacia los laterales. No lo
hizo así en los pies del barco de madera, donde sería hallado el cuerpo de
Paulette tiempo después. Cuando la alcoba estuvo terminada, Paulette abrazó
fuertemente al carpintero: por fin era niña grande, y ya no dormiría en la
cuna.

Pero
los problemas de los Gebara Farah estaban a punto de hacerse mayores. Apenas
quince noches después, Lizette gritaba a Mauricio que hacía nueve años que no
viajaba con sus amigos, que se la pasaba encerrada en su casa cuidando a las
niñas y a los perros, y que estaba harta de que en los paseos familiares su
esposo la ignorara y nunca hicieran nada juntos para divertirse. Amanda de la
Rosa, su mejor amiga, la había invitado a Los Cabos a festejar su cumpleaños, y
también a sanar las heridas que recientemente habían dejado la muerte de su padre
y un divorcio. Amanda insistía en que era tiempo de hacer un viaje de chicas a
la playa. Mauricio no estuvo de acuerdo con el plan, pero Lizette se aferró.
Finalmente, tras varias discusiones, él cedió.

El 18 de marzo, Farah escribió
en el muro del facebook de su amiga: «Happy B-Day. Nos vemos en el aeropuerto».
De ese viaje se ha dicho que Lizette en realidad viajó con Amanda y con un
amante. En el libro ¿Dónde está Paulette?, en el que Amanda de la Rosa relata su versión de
la historia, dice: «el hombre de Los Cabos era sólo uno, el "VTP"».

Desde Baja California,
Lizette llamó a sus hijas y esposo, quienes se habían trasladado a Valle de
Bravo para pasar el fin de semana en la casa de descanso de los
Gebara. En una de esas llamadas, oyó la voz de su cuñada Margaret que le
gritaba a Mauricio que le colgara «a la loca de su mujer». Farah supo que de
nuevo había sido excluida de un viaje familiar: Mauricio aprovechó su ausencia
para invitar a sus papás y hermanos.

El
domingo 21 de marzo las amigas volvieron al DF a las cinco de la tarde y cada
una se fue a casa. A las nueve de la noche, el celular de Lizette vibró y el
nombre de su esposo apareció en la pantalla. Mauricio le pidió que saliera a
recoger a las niñas a la entrada del lujoso edificio Porto Vita 2 ubicado en
Interlomas.

El
sitio donde vivían los cuatro integrantes de la familia Gebara Farah era el
garden house del edificio, el cual cuenta con seguridad privada, alberca,
cancha de paddle y gimnasio.

Cansada
por el viaje, Paulette estaba adormilada y fue necesario llevarla en brazos
hasta su cama. Ambos ignoraban que
sería la última vez que la niña cruzaría la puerta del edificio. En
la habitación de tonos rosados y caballitos de peluche, una suave melodía
llenaba el espacio: Paulette tenía miedo a la oscuridad, y la música que salía
de un pequeño caballo la ayudaba a dormir.

«¿Cómo se portaron mis niñas? Te extrañé
mucho, mucho -le dijo a Paulette, mientras la abrazaba. Mañana temprano me
cuentas qué cosas padres hiciste con tus primos, porque ya es muy tarde y
mañana hay que ir a la escuela», dijo Lizette. Luego arropó a Paulette en la
cama de niña grande en la que la dormiría por última vez.