Muy cerca del cruce de Viaducto y Patriotismo se localiza una de las taquerías de carnitas más famosas de la ciudad: Rincón Tarasco. Su éxito no es ninguna casualidad, pues llevan 38 años preparando a diario kilos y kilos de carne de cerdo confitado que se convierten en memorables tacos de buche, nana, maciza, cuerito y de achicalada (los gloriosos restos de las carnitas).

La historia de la familia Sapien comienza en 1978, cuando don Roberto y su esposa Socorro se trasladan a la ciudad con sus cuatro hijos para darles un mejor futuro. El medio para hacerlo fueron las carnitas. Roberto aprendió el oficio en su natal Zacapu, Michoacán, y su sazón fue muy bien recibido en la ciudad. Aunque al principio tuvieron momentos complicados, el local no deja de estar abarrotado. Es común encontrarse con automovilistas provocando tráfico en la avenida con tal de echarse uno de sus tacos.

Tacos de carnitas de El Rincón Tarasco

Foto: Diana Féito

Sal, agua y manteca, esa es la trilogía sagrada tras la receta de las carnitas de Rincón Tarasco. Patricia, una de las hijas de don Roberto, nos cuenta que además de buena materia prima, su secreto es usar el jugo de la misma carne y graduar el calor. “Las piezas más gruesas se meten primero a una temperatura muy caliente para sellar y que no se desjugue”, afirma Patricia mientras nos hace salivar del antojo.

Aunque del cerdo se come todo, el taco más vendido es el de maciza con cuerito. También tienen uno maravilloso de costilla, que viene con todo y hueso para chuparlo sin tapujos. Y siguiendo la recomendación de Patricia, hay que entrarle sin miedo al de buche o el cuero de panza. “Si el cliente se deja lo invitamos a que vayan probando un poco de todo”, confiesa la oriunda de Michoacán.

Taquería el Rincón Tarasco

Foto: Diana Féito

Aquí todo se hace al día. Desde las cinco de la mañana se comienzan a preparar las carnitas dentro del local. Se mandan recoger las tortillas de un lugar que está a la vuelta donde nixtamalizan el maíz y se preparan las salsas. Cuatro horas y media después comienza la venta. Y aunque pueda sonar cruel, el increíble sabor de sus carnitas también se debe a la frescura de la carne sacrificada tan sólo una noche antes.

Todos los tacos vienen con copia (doble tortilla) y en la mesa encontrarás limones y tres tipos de salsa para aderezarlos. La mexicana, la roja con tomate y jalapeño, y la de chile manzano con cebolla en remembranza a la tradición del vinagre. Ya que al parecer a los chilangos nos nos gusta combinar el cerdo con chiles en vinagre y los tuvieron que sacar del menú.

Foto: Diana Féito

La fama de sus carnitas rebasa los límites de la ciudad y en algunas ocasiones, del continente, pues un cliente le contó a Patricia que logró llevarlas hasta Japón. Gente de todas parte de la ciudad los visitan. “Tenemos clientes que vienen de Izcalli, Ecatepec o Cuernavaca”, cuenta Patricia con orgullo.

Con curiosidad, le preguntamos a Patricia cuántos kilos llegan a vender en un buen día. A lo que nos contesta que aproximadamente 125 kilos. “Después de 38 años, si no llegas a esas dimensiones mejor me retiro”, finaliza Patricia. Lo que nos da pie a decir que cualquiera que viva en la ciudad o pase de visita, tienes que conocer estos tacos.

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