“El trabajo de tus terribles sueños”

Es fácil encontrarlos en los periódicos: anuncios que ofrecen trabajo “desde casa” y que teresolverán la vida, pero que en realidad no son lo que parecen. Cada año 5,000 capitalinos sondefraudados por estos trabajos fantasma.
(…) “Al llegar a la tercera etapa, la de las “pláticas de capacitación”, Carmen ya se sentíaseleccionada. Con el dinero podría mantener a su madre y subsistir en lo que conseguía untrabajo fijo. Mientras escuchaba otra de las conferencias, oyó por primera vez el nombre de suempleador: “ACOM Empresas, Asesorías en Comercialización”.
De acuerdo con Alexis, el joven trajeado y con lengua de vendedor al que le tocaba “capacitar", la empresa contaba, sin duda alguna, «con RFC y registro ante Profeco, una empresa 100%privada y 100% mexicana con antigüedad de 11 años, encargada de hacer convenios con marcacomerciales para comprarles su producto para empacarlo y venderlo a otras empresas».
Mientrasseguía escuchando, Carmen se enteró de que su cargo era de “organizadora” y no empaquetadora.También supo que no tendría ningún tipo de prestación social.Después de repetir que todo era legal, Alexis les contó que ACOM también «vende y distribuyeproductos cosméticos a gran escala, blancos, lencería, corsetería y ofrece capacitaciónempresarial».Una vez más, les dijo que no debían desconfiar y que no hicieran caso a familiares y amigos que les dijeran que el trabajo era “puro cuento”. Su principal argumento fue: «Cuando vean que ustedes ya están llevando el producto a su casa, hasta les van a pedir trabajo; y cuando sepanque la primera semana ganan 1,500 pesos y en la segunda hasta 3,000 o 4,500, los van a dejarcallados».
Volvió a utilizar el recurso de la montaña rusa emocional: les aseguró que en donde estaban eraun lugar magnífico para trabajar, pero después les bajó la autoestima. «Durante esta plática todoestán siendo evaluados de manera visual, aunque no lo parezca. Seleccionamos muy bien a cadauno de nuestros trabajadores; no todos tienen la capacidad de estar aquí».
La forma de trabajo erasencilla: cada lunes debían presentarse a recoger su material de trabajo para entregarlo terminado ocho días después, para poder cobrar en efectivo, libre de impuestos. Dinero seguro, oyó Carmen y lo creyó. No sabía lo que le esperaba.(…)”
37349¿De tus sueños?

¿De tus sueños? (Revista Chilango.)

“Chilango action men”

Cuando en una película El Zorro o James Bond realizan escenas imposibles,quienes en realidad se enfrentan a la muerte son stunts –dobles de acción– chilangos. Éstas son las historias de los héroes que nunca figuran en las carteleras.

"(…) Tras acabar su escena, Omar Ayala de la Peña se acerca y me cuenta su historia: es elheredero de una larga tradición familiar dentro del cine. Su padre fue acróbata desde los 16 añosrecibió la invitación para participar en la cinta El águila descalza de Alfonso Arau. Ahí comenzó sucarrera como stunt que luego compartió con sus cuñados. Uno de ellos se convirtió en uno de losprimeros maestros de Omar, quien este año cumple 19 haciendo escenas imposibles.
También tiene el estereotipo que he visto antes: quijada amplia, 1.93 de estatura y más de 100oportunidad de debutar profesionalmente, pero 16 días antes de hacerlo «la vida se le rompió»,no quiere hablar de eso.
(….) Vuelvo a preguntarle sobre por qué no debutó en la lucha libre. Omar recuerda y enarcacejas. Platica que fue durante la filmación de Nacho Libre –protagonizada por Jack Black– cuandotodo salió mal. En una escena un stunt tenía que meterse a un ruedo y enfrentar a un toro. Al finanimal lo embestiría y él saldría volando.
Para realizar la escena la producción construyó un arnés que, unido a cables, haría volar al doNo se requería de ningún toro de verdad, éste se agregaría después con técnicas digitales.La acción se ensayó bajo las órdenes del operador del arnés. Desde el principio algo nofuncionaba: el artefacto no hacía volar al doble como debía hacerlo. Después de una decena deintentos, el stunt designado se negó a seguir; se había lastimado el hombro tras las caídas en la
colchonetas.
El operador no estaba conforme y buscó entre los otros dobles. Aunque su complexión nocorrespondía con la de Jack Black, el único que aceptó fue Omar, quien se sintió seguro por suentrenamiento como luchador: «A veces la fortaleza que tienes en la juventud te hace creer queeres capaz de hacer cosas que de entrada sabes que no son seguras. Ni Julián ni Balo estabanpresentes, si no tal vez el resultado hubiera sido muy diferente».
Se colocó el arnés e hizo la secuencia un par de ocasiones. En ambas tuvo que improvisar a lahora de caer para amortiguar el impacto. Los cables seguían sin reaccionar como se esperaba, peroel operador insistió en continuar. La tercera ocasión, después de volar, Omar aterrizó directamentesobre la cabeza. Su barbilla se clavó en el pecho. Ya no se pudo levantar.
El resultado: una cirugía de columna que requirió injertos de hueso y una placa de metal. Despuésvino la rehabilitación en donde dar un par de pasos era un verdadero martirio: «Era como un bebépatético para alguien acostumbrado a hacer deporte».Su dolor no sólo era físico, sino moral: el primer año de recuperación lo cubrió el seguro con el quegeneralmente cuentan las producciones extranjeras, pero Omar pasaría 12 meses más incapaci
El dinero no alcanzaba y él veía a sus tres hijos –todos menores de 10 años– pidiéndole cosas queno podía comprar. Ese segundo año lo pasó tratando de recuperar fuerzas y sobreviviendo con lastarjetas de crédito. Hasta aceptó un trabajo como cocinero.
La recuperación avanzaba y él se sentía más fuerte. Llegó una oferta de Julián Bucio para unaactuación pequeña. «Lo pensé mucho, mi cabeza decía que no, pero mi corazón decía que sí.»Regresó a ser stunt.
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Chilango (Revista Chilango.)

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