Antigua Penitenciaría de Lecumberri

Aquí se llevaron a cabo miles de torturas y asesinatos.

Este lugar se presta a miles de leyendas y cuentos de fanastamas, ya que durante la época del Porfiriato fue sede de miles de presos que habían llegado ahí injustamente. En esa cárcel pasaba de todo, pero neta de todo. Había torturas, peleas, asesinatos, promiscuidad, (la cárcel fue mixta hasta 1954), drogas, desnutrición de los reos, entre muchas otras situaciones inhumanas.

Cada celda medía 3.6 x 2.1 mts, con 4.2 mts de altura. Y hubo una época donde varios reos compartían la misma celda. Además, el nombre de “El Palacio Negro de Lecumberri” nació de las historias tétricas de los presos de ahí. Allí habitaron por mucho tiempo los asesinos más despiadados de la historia de México.

Gracias a este horrible pasado, es fácil imaginar que en Lecumberri deambulan fantasmas en pensa. De hecho, muchos de los trabajadores de este lugar que ahora es sede del Archivo General de la Nación han reportado apariciones y hechos rarísimos que no tienen explicación lógica.

Quizás la historia más famosa es la de Jacinto, un fantasma que se le apareció al intendente del turno nocturno. Mientras éste hacía el aseo habitual del lugar, escuchó que alguien respiraba a sus espaldas, cuando volteó observó a un hombre de aspecto muy demacrado que esperaba en una silla. El intendente, lleno de miedo, se acercó al hombre y le preguntó cómo había entrado y qué buscaba, a lo que el hombre contestó: “Otra vez no vino   Amalia”…

Semanas después de este hecho, aquél hombre investigó en los archivos sobre el hombre que lo acechaba y descubrió que su nombre había sido Jacinto y que en su juicio, fue acusado por su esposa Amalia, quien le prometió que iría a visitarlo siempre que pudiera. 

Amalia nunca fue a visitarlo.