Mientras admiraba el clásico y excéntrico alrededor, el elegido llamó mi atención. Con una fachada de luz fluorescente azul y música en todo su estruendor, el lugar invitaba a cualquier transeúnte a pasar. Mi primera impresión: ¡wow! Definitivamente el sinónimo de London Blue es fiesta, el buen ambiente se contagia viralmente, todos la pasan bien.

El lugar es amplio y con el pasar de la noche la banda musical empieza a calentar a la gente. Las chicas dominan las canciones reggaetoneras con pasitos sexosos que después las llevan a concursar por el primer lugar a la más sensual. A pesar de que lo mejor de la pachanga está aquí, muchos fumadores se escapan de vez en vez para echar el cigarrillo casual en la terraza, una improvisada, pues en realidad es la azotea del edificio. Aquí sí le echan muchas ganas en consentir a la clientela, procuran satisfacer todas las necesidades de los parroquianos. El rango de edad va desde los apenas legales hasta los cuarentones. Aquí suena desde duranguense hasta rolas heavy metaleras. Eso sí, el aspecto no es glamoroso, pero sabemos que los nice prefieren mezclarse en su monótona burbuja rosa.

Cuentan con un paquete de botella, diez refrescos, cinco chelas, alitas por $1,000 o 40 chelas por $1,000.

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