¿Qué es decidir? ¿Qué nos mueve a tomar decisiones y cuál es su alcance? ¿Quién decide en nuestra ciudad? Día con día nos enfrentamos a la toma de decisiones en distintos ámbitos, desde lo más cotidiano hasta cuestiones que definen nuestras vidas; por eso es necesario pensar sobre este poder y cómo se manifiesta. Cuatro chilangas bien decididas nos comparten sus ideas y sentires.

En la escuela nos enseñan un montón de cosas: a hacer trinomios al cuadrado en el Baldor (yo nunca aprendí), cuántos habitantes tiene la Guyana Francesa (tampoco lo sé) y que Juan Escutia no es una avenida en la Colonia Condesa sino un Niño Héroe (es broma, sí sabía), pero no nos enseñan a tomar decisiones conscientes. ¿A qué me refiero? A entender que lo que yo decida va a tener una consecuencia, positiva o negativa, y sí o sí afectará a los demás. 

Soy de la Ciudad de México. Mis papás nacieron aquí, yo nací y crecí aquí. Soy chilanga. Muy chilanga. Soy impaciente, quiero todo para ayer, ando en chinga y me cruzo la bolsa cuando camino en la calle. Siempre pienso qué me voy a poner, por aquello del acoso en la calle, y en general ando a las vivas, como decimos en México. 

Hemos avanzado poco a poco y es necesario reconocer que no es fácil quitarse tanta mentira que nos han dicho, como que “mujeres juntas, ni difuntas”; que todas debemos seguir un camino y que si te sales de ahí eres la loca perdida; que no te puede gustar otra mujer y que si te gusta es porque no has conocido a un hombre que valga la pena… Y mi favorita, que si llegaste a los 30 y no te has casado, vas a vestir santos. Es difícil romper con toda esa narrativa patriarcal y ese melodrama con el que crecimos (cof cof, Televisa y sus telenovelas).

A las mexicanas nos dijeron que una tiene que pelear por el amor de alguien más, que los hombres son los que hacen la lana, que es de mala educación ir por la vida diciendo lo chingona que eres, que las mujeres realizan actividades dentro del hogar y los hombres fuera del hogar, que los hombres pagan y “ayudan” en la casa y que no vale la pena ser tan ambiciosa con tu carrera si de todos modos vas a tener que renunciar cuando tengas hijos.

Mi generación (tengo 36 años, soy millennial) creció sin role models o mujeres mexicanas que con sus ejemplos de vida o sus historias nos inspiren. Por eso dudamos de más.  Esto de creer que somos las meras meras cuesta el doble (y no por falta de talento sino porque dudamos constantemente). Agradezco a las que abrieron el camino, a las decididas que lo hicieron antes que yo. 

Decidir y asumir, ese sería mi lema. La vida te da las mejores recompensas cuando decides por ti y para ti, y yo no quiero esperarme a tener 80 años para ver que el tema de la equidad “ahí va”. Como buena chilanga lo quiero todo para ayer, y estoy convencida que las decididas transformaremos esta ciudad y este país. Poco a poquito, pero juntas lo lograremos.

Biografía: Romina Sacre

Uno de mis proyecto más recientes es Sensibles y Chingonas, movimiento digital que impulsa a las mujeres a vivir de una manera más auténtica, creando sus propias reglas. También tengo DOGLOVE Project, una comunidad para todos los que amamos a los perros. Soy autora de Lo sensibles no nos quita lo chingonas (Planeta), un libro con el que quiero que las mujeres aprendan a crear su propia realidad y sus propias ideas sin estar  pensando todas esas cosas que nuestros papás, familia, sociedad nos han metido en la cabeza por años. Quiero que más mujeres decidan lo que quieren de su vida a full.


Este contenido es parte de “A MORDIDAS: comer a toda hora en la CDMX”, la edición de noviembre de Chilango. ¿Qué se te antoja? Te invitamos a buscar tu Chilango de noviembre en Starbucks, Sanborns, puestos de revistas y en el aeropuerto. O lee nuestros especiales online aquí.