Iztapalapa es quizá una de las alcaldías con más leyendas de la Ciudad de México; aprovechando Semana Santa, te contamos un poco la leyenda del Señor de la Cuevita y el Señor del Calvario, ambas historias suceden dentro del cuadro donde se representa la Pasión de Iztapalapa.

Leyenda del Señor de la Cuevita

Según los habitantes de los ocho pueblos —ahora barrios— de Culhuacán (Iztapalapa), el Señor de la Cuevita llegó a esta demarcación en el año de 1687. La peregrinación que trajo la imagen de Jesús de Nazaret crucificado procedía de Oaxaca, de la villa de Etla, para ser precisos.

Los registros y cronistas locales relatan que los mayordomos —cuidadores— de esta imagen religiosa venían hacia la Ciudad de México con la misión de restaurarla, pero antes de llegar a su destino tuvieron que parar en el Cerro de la Estrella para comer, beber y dormir.

Un versión señala que el ahora Señor de la Cuevita no se quiso “marchar” del lugar, pues los mayordomos intentaron seguir su viaje sin éxito, ya que la figura pesaba tanto que no se podía mover, retirar o cargar. Con los años, se erigió en su honor la que ahora es denominada la catedral de Iztapalapa.

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La versión de los pobladores, de la que no hay constancia, narra que la figura desapareció por varios días, los cuidadores y pobladores buscaron por todos lados sin señal o rastro de la figura. Una tarde, un habitante de Iztapalapa fue descubierto llevando una pieza de ocote para encender una fogata, pues en una cueva solitaria había encontrado al Señor de la Cuevita y quería que tuviera la luz necesaria.

La epidemia y la leyenda del Señor de la Cuevita

Quizá sea la leyenda que indirectamente dio origen a la famosa Pasión de Iztapalapa. De acuerdo con el registro de la Revista de Ciencias de la UNAM, en agosto de 1833, la gente de la entonces Ciudad de México y de Iztapalapa comenzó a enfermar de diarrea, deshidratación, vómito y dolores de cabeza: era la pandemia del cólera que procedía del viejo continente.

Cuando los pobladores comenzaron a morir por centenares y el panteón de Iztapalapa se vio saturado, los habitantes de la zona inmediatamente acudieron a La Cuevita para pedirle a su guardián que frenara la epidemia.

De este suceso nació la promesa de una procesión y posteriormente una representación que permanece vigente hasta nuestros días: la pasión de Iztapalapa. Aquí puedes ver una de la primeras representaciones que el INAH fotografió.

El otro señor en una cueva: Cristo negro

El pueblo de Culhuacán no olvida sus orígenes prehispánicos. Después de la conquista española, todos los adoratorios y centros ceremoniales mexicas fueron reemplazados por templos católicos. En este recuento del INAH puedes conocer su historia.

La leyenda del Señor de la Cuevita es una de las más conocidas y antiguas en Culhuacán, pero también existe otro santo del que pocos recuerdan su origen.

De acuerdo con ejidatarios y pobladores que aún permanecen en el antiguo pueblo, mientras se construía la iglesia del calvario, algunos trabajadores, escucharon lo que asemejaba el llanto de un niño; las jornadas para extraer material eran agotadoras, pero el llanto no cesaba.

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Desconcertados por aquel sonido, buscaron su origen; al excavar más, hallaron una cueva, que en su interior resguardaba la imagen de un Cristo negro. Notificaron aquel hallazgo al párroco; así nació la capilla en la cueva y la leyenda del Señor del Calvario.

Este santuario se encuentra al interior de una pequeña cueva y es un anexo a la iglesia principal (al igual que el Señor de la Cuevita), ubicado frente al ex Convento de Culhuacán, otro sitio lleno de leyendas.