Era una niña que tenía gusto por la lectura. Nadie iba a suponer que los libros serían su tragedia, que las historias que leía iban a convertirse en su terrible fatalidad. La inocencia infantil de dejarse llevar por la imaginación y sentirse parte de las aventuras literarias no fueron enternecedoras en su caso. Tuvo que llegar a la juventud para sufrir las consecuencias de leer a niveles obsesivos por los personajes. Fue así que surgió la leyenda de La Incendiaria en CDMX.

La leyenda de La Incendiaria en CDMX

Dicen que se aparece en la calle de Santo Domingo, lugar donde estuvo su casa en el siglo XVI. Otros cuentan que su espíritu piromaniaco ronda la calle de Donceles, sitio en que se localizó el Hospital del Divino Salvador para mujeres dementes, su última morada, ya que ahí murió tras ser diagnosticada con locura. Lo cierto es que su espíritu ronda el Centro Histórico camuflándose de distintos personajes. Es probable le hayas dado una moneda o sonreído con un performance callejero sin saber que es un fantasma. Ella fue y es Casilda Baena, La Incendiaria.

leyenda de La Incendiaria en CDMX

Devorada por las letras, consumida por la locura

Crecida en una familia adinerada y aristócrata, Casilda tuvo acceso a una considerable cantidad de grandes obras de la literatura desde pequeña. Su interés por las historias que leía fue en aumento al grado de forjar un hábito de lectura demasiado excesivo en su niñez. Con posibilidades económicas de practicar otras actividades, ella únicamente quería estar sumergida en los libros.

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El gusto por los textos escritos se transformó en una obsesión de llevar a la vida real todos los personajes detallados en cuentos, novelas y libretos de dramaturgia. Si era una trama de piratas, ella se convertía en un pirata; si era una tragedia griega, ella sentía y representaba la tragedia. Absorbía lo narrado para sentirlo e interpretarlo. Fue así como transcurrieron la niñez y la adolescencia de su vida.

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Con el deseo de ser actriz, tras insistirle a sus papás de que en el teatro estaba su futuro, fue inscrita en el Coliseo de la Ciudad de México. Allí, aparte de estudiar, empezó a introducirse de lleno en la convivencia con artistas de la época y con desenvolvimiento en el escenario gracias a pequeñas actuaciones en algunas obras.

Poco a poco fue haciéndose de más oportunidades hasta consolidarse como integrante de repartos estelares en aclamadas puestas en escena, sin embargo, en el preámbulo de su juventud, perdió la cordura. Dominada por las ficciones, atrapada en mundos ajenos a la realidad, Casilda se volvió loca.

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Su locura estalló en temporada decembrina, justo en las posadas. Primero prendió fuego a la bodega del Teatro Coliseo para que ardieran vestuarios, materiales de escenografía y bambalinas. Acto seguido corrió hacia la Plaza Mayor para quemar todo lo que hallara a su paso, fuera lo que fuera. Detenida por oficiales, Casilda fue recluida en la clínica psiquiátrica de Donceles para dar forma a la leyenda de La Incendiaria en CDMX.

¿Y tú ya la viste?

Desquiciada, fuera de la realidad, Casilda falleció en el Hospital del Divino Salvador para mujeres dementes. Antes de morir, sus personajes hablaron por ella para jurar que vivirían para perpetuar la historia, o mejor dicho la leyenda de La Incendiaria en CDMX, una actriz que no pudo despedirse de la vida en su sano juicio.

Y a esos personajes te los encuentras de día o de noche en cualquier punto del Centro Histórico sin que tengas idea de que es Casilda a quien topas. Como payasita, mendiga u organillera, la puedes ver. Es su espíritu condenado a la locura eterna por haber quemado inocentes, algo que ella nunca supo porque su locura se lo impidió, no obstante, fue maldecida por familiares de los calcinados, víctimas de una mujer que soñó con ser actriz.