Imagina quedarte sin casa, familia y empleo a mitad de la contingencia. A eso agrega: formar parte de una minoría, ser migrante y miembro de la diversidad sexual. Puede sonar muy duro y lo es. Afortunadamente Casa Frida refugio LGBT+ surge para apoyar en estos tiempos difíciles.

Este refugio temporal atiende las violencias sistemáticas, homo y transfóbicas que la pandemia visibilizó y que se viven a diario en muchos hogares. Y para muestra, siempre hay un tuit:

Las desigualdades sociales por las que atraviesan las poblaciones vulnerables de la diversidad sexual () son el foco de atención en Casa Frida, señala Raúl Caporal, activista LGBT+ al frente del proyecto quien, junto a Guillermo Ramírez, coordina el refugio.

En la organización se da acompañamiento integral a los usuarios: salud sexual, salud mental, capacitación y adquieren habilidades para integrarse a la vida diaria. Además, se ofrecen talleres para la autogestión de recursos y emprendurismo, cuenta Raúl.

Casa Frida está pensando desde la integralidad, es un proceso de transición, además se brinda un acompañamiento: capacitación, formación y talleres de derechos humanos, talleres de identidad. También se imparten clases de inglés, historia y danza. Los usuarios encuentran un refugio y seguimiento en todas las esferas de su vida, lo que permite crear su identidad, conseguir un trabajo y tener un propósito al dejar el lugar.

Casa Frida, casa llena

En la casa viven 20 personas (capacidad máxima) a quienes se brinda acompañamiento y atención. “Se come tres veces al día. En este lugar comen 21, 25 personas”, la necesidad principal es mantenerlo en funcionamiento, que sea un espacio básico y digno para un ser humano, apuntó Raúl.

Este refugio temporal se mantiene gracias al apoyo de los chilangos y varias asociaciones civiles. Los coordinadores nos cuentan que la idea es que al salir de Casa Frida, los usuarios, tengan más herramientas para integrarse a la sociedad, sobre todo para conseguir un empleo.

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Para su labor principal, “dependemos de la solidaridad, necesitamos tener la capacidad de dar respuesta a los gastos cotidianos, estamos invirtiendo en salud física por si alguien llegó lastimado, violentado o con alguna complicación médica, que también involucra un costo… es dinero que necesitamos para ofrecer seguridad integral” narra Raúl, acerca de los apoyos que requieren.

Gran parte de los refugiados huyen de diversos tipos de violencia, mismos que el confinamiento acentúa: hay historias de algunos miembros que han atravesado por la llamada “terapia de conversión”. Prohibirlas y eliminarlas, no solo en la Ciudad de México, “es un tema que se analiza y está pendiente, este tipo de actos deben ser criminalizados por el daño a la integridad de las personas y a la dignidad humana” nos cuenta Raúl.

Los refugiados encuentran en Casa Frida descanso a las violencias que sufren en casa y a la pérdida del empleo, “chicas y chicos que tenían cierta estabilidad han perdido la capacidad de mantenerse” sigue Guillermo mientras apunta “no hemos recibido apoyo por parte de instituciones gubernamentales, todo es sostenido por la solidaridad de otras organizaciones y la ciudadanía, que colaboran para este proyecto”.

¿Quién siembra las semillas en Casa Frida?

Psicólogos atienden de 5 a 6 refugiados al mismo tiempo. Por otro lado, las áreas de salud preventiva y enfermería se encargan de hacer pruebas de hepatitis, VIH, y otras ETS para vincular a los servicios de salud, si es necesario. La red IMSS, ISSSTE o Clínica Especializada Condesa, nos sugiere Guillermo.

En el refugio no solo se recibe a mexicanos, la puerta está abierta para todes: migrantes que forman parte de la diversidad y que han quedado varados, aquellas personas que estaban haciendo un viaje, mujeres y población trans que quedaron sin hogar e ingresos.

En el caso de personas trans, muchas de ellas llegan sin haber iniciado su transición por las condiciones de violencia que vivían en su hogar. Eso no les permitía comenzar el proceso y abrazar su identidad, “iniciamos pláticas con elles, damos seguimiento de cerca, para que en algún punto se les dé terapia hormonal”, cuenta Raúl.

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Casa Frida puede ser muy interseccional. “Los refugios en CDMX muchas veces no tienen personal sensibilizado para atender personas de la diversidad sexual…. de la noche a la mañana son expulsados de sus hogares y si la familia no está presente, la situación es muy complicada” narra Guillermo acerca de la falta de estos espacios en todo el país.

El egreso exitoso, comentan Raúl y Guillermo, “es donde logramos identificar hogares aliados, o donde colocamos [a los egresados] en espacios laborales libres de discriminación”. En la Ciudad de México no existen garantías de lugares libres de discriminación, coinciden los coordinadores de Casa Frida, ellos hacen énfasis en que ayudar “en cómo hacer CV, cómo manejarse en una entrevista de trabajo” hace la diferencia.

Cuando los egresados de Casa Frida logran su primera quincena, “nosotros les apoyamos con los “Fondos Semilla” que crecen gracias al apoyo de donaciones monetarias de la sociedad civil” nos cuentan.

Los “Fondos Semilla” sirven para restablecer los casos de egreso, hacia una casa colectiva sostenible por ellos mismos, “estamos llenos sí, pero convencidos de que este proyecto pueda ser una realidad permanente y que este modelo sea una política que pueda replicarse por todo México” finalizan.

Casa Frida: el refugio LGBT+ para mujeres, migrantes y todes
Foto: Casa Frida

Dónde: Viaducto Río Becerra 26, col. San Pedro de los Pinos, Benito Juárez.

¿Qué se necesita?: despensa, apoyo o donaciones en especie, alimentos perecederos, y materia prima.