Más allá de trasladarte de un lugar a otro, la bicicleta te lleva a una mejor calidad de vida y en lo social permite alcanzar ciudades más humanas y libres de los problemas asociados a los automóviles, como accidentes de tránsito, embotellamientos o contaminación. Su función como vehículo trasciende el espacio físico y nos mueve hacia dimensiones personales, sociales y políticas. Lo confirman sus protagonistas en esta ciudad: es un viaje existencial en el que bien puedes conocer tu vocación profesional o al amor de tu vida. También es una herramienta, una vil argamasa de metal y plástico que con el uso se convierte en una navaja suiza para arreglar el espacio público, la convivencia, la democracia o el cambio climático. La bicicleta es revolución en dos ruedas, un camino para cambiar tu vida.

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La bicicleta te “pone” sanamente

Mientras que el dinero no compra la felicidad, la bicicleta literalmente la genera. Pedalear hace que el cuerpo segregue endorfinas, consideradas la droga de la felicidad debido a que causan en el cerebro un efecto similar al de los opiáceos. La diferencia es que las endorfinas son naturales y están calibradas por tu cuerpo para aliviar la inflamación muscular, el cansancio y el estrés producidos por el ejercicio físico. De paso, reducen emociones negativas y generan una sensación de bienestar.

Te muestra otro ángulo de tu ciudad

Circular a 50 kilómetros por hora, hace regularmente cualquier vehículo motorizado, implica ir hiperatento al camino y a lo que hacen otros a la misma velocidad. Simplemente te impide ver nada más. En cambio la bicicleta, casi como caminar, te permite ir lento y apreciar el entorno. Aparecen entonces la fachada que nunca habías visto, el olor en la panadería de la esquina o el nuevo café que se convierte en plan de fin de semana.

Empieza con pequeños detalles, pero sigue con otra perspectiva y termina con otra ciudad: una más cercana, más afín a tus intereses y más a la medida de tus piernas.

Foto: Ilse Huesca.

Te ahorra una lana

Es mucho lo que el gasto hormiga puede significar en el mediano y largo plazo. Por el contrario, la bicicleta representa un ahorro hormiga. ¡Y es impresionante lo que puede alcanzar! Para calcularlo, sólo hay que multiplicar al año los $500 que gastas de gasolina a la semana o los $20 diarios de pasajes.

Es cierto que la bicicleta, un buen casco, las luces, la cadena de seguridad y demás accesorios cuestan, pero en esa lista tampoco estamos contando el mantenimiento del carro, la tenencia o el tiempo perdido esperando al Metrobús.

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Te aliviana cuerpo y mente

Es bien sabido: un carro consume gasolina y promueve la sedentarización; en cambio, la bicicleta cambia tu vida: consume tus calorías e impacta positivamente en tu salud. Entre 15 y 20 minutos al día en bicicleta cubren casi el 100% de la actividad física mínima recomendada por la Organización Mundial de la Salud.

No solo mejora la capacidad cardiorrespiratoria: aumenta la masa muscular, densifica los huesos y reduce el riesgo de enfermedades crónicas como obesidad, diabetes o hipertensión, sino que ayuda al cuerpo a liberar serotonina, un químico cerebral clave para contrarrestar la depresión, considerada por la OMS como principal causa de discapacidad en el mundo actual.

Reduce tu huella de carbono

El único dióxido de carbono que se genera al andar en bicicleta es el de tu respiración. Eso es una verdad fundamental en tiempos de cambio climático y en una sociedad adicta a los combustibles fósiles.

Por eso ni siquiera los autos eléctricos pueden competir con la bicicleta en evitar gases de efecto invernadero. Por ejemplo, científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático han señalado que aumentar los viajes en bicicleta entre 1 y 10% puede reducir 8.4% la cantidad de estas emisiones.

Foto: Ilse Huesca.

Sobre la bici conoces gente interesante

A diferencia de esa burbuja de cristal y acero llamada automóvil, en la que te puedes aislar por completo, la bicicleta te cambia la vida al exponerte a la calle y a las personas. Ya sea el mecánico que infla tus llantas o el profesionista que espera junto a ti en el semáforo, siempre hay un contacto que te dice algo sobre la comunidad en la que vives.

No es casualidad que muchas tiendas de bicicletas, cafés y restaurantes se hayan convertido en puntos de encuentro de banda ciclista, ni que esta convivencia se haya convertido en caldo de cultivo del activismo y las conquistas sociales hacia la movilidad sostenible en la CDMX y todo el país. En suma, la bici te ayuda a echar raíces.

La bici te vuelve resiliente

Antes de la bici eres frágil a las distancias, al cansancio, a la lluvia o al tráfico. Después, eres puro pedal y fibra. La bici te hace todoterreno para la ciudad monstruo.

Lo mejor de esto es que no se queda en la bici, sino que te acompaña como un empoderamiento personal. Después de descubrir que te bastan tus piernas para cruzar la ciudad, todo reto personal se hace más pequeño.

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