El gusto de pasear por tumbas es más viejo de lo que se cree. Ahora bajo el nombre de necroturismo, pensamos que es algo muy novedoso pero, al menos en México, siempre hemos tenido la extraña atracción de caminar entre muertos. Por esto, nos gustaría invitarlos a recorrer las necrópolis que no sólo son hermosas, sino también garantizan cierta diversión sobrenatural en ellas.

Cementerio de los Niños de San Isidro

El cementerio que más historias fantasmagóricas tiene de toda la ciudad es el Panteón de San Isidro en Azcapotzalco. Muchos han visto infinidad de fantasmas: ancianas que aparecen en sus tumbas y te señalan el lugar donde murieron para que le pongas flores; voces que te susurran “véte” en el oido y que al voltear adviertes que fue solo el viento; o una mujer que, a altas horas de la noche, te pide que la lleves a la entrada de la necrópolis y luego se desvanece dentro del auto.   

Cada una de ellas ha sido contada por chilangos que visitan esta necrópolis y tienen la suerte de estar en el lugar y momento incorrecto. Sin embargo, quizá, los relatos de éste camposanto que más aterran son los relacionados con menores de edad. Y hay una razón en especial: una parte del cementerio está destinada solamente a infantes. En sus tumbas, es muy usual encontrar muñecos de peluche y otro tipo de juguetes, ya que se cree que con ellos se tranquilizan las almas de los pequeños y no salen a hacer travesuras. A pesar de ello, existen diversos testimonios de apariciones de estos seres que invitan a jugar para llevarte a su tumba y desaparecer justo frente a tus ojos. También, la gente cuenta que cuando se lleva a menores de visita en este sitio, ha habido casos de niños que se cruzan hacia la calle porque “un amigo le pidió que fuera con él”.

Se tiene la creencia que el espíritu o fantasma de un niño es mucho más peligroso que cualquier otro. Ya que no distinguen lo bueno de lo malo, lo que fue inocencia en vida se convierte en maldad en muerte. Por ello, nos atrevemos decir que si vas a caminar este panteón, algún susto te llevarás o, al menos, buenas historias de parte de sus trabajadores.

Panteón Jardín

Esta necrópolis está ubicada en la delegación Álvaro Obregón, entre el barrio de San Angel y Olivar de los Condes. Particularmente, es un sitio que no sólo se presta para encontrar arte mortuorio y fotografiarlo; sino que, al recorrer sus sepulturas, encontrarás que muchas celebridades del cine de oro mexicano descansan aquí. Personalidades como “El ídolo del pueblo” Pedro Infante, Jorge Negrete, Javier Solís, la formidable pintora Remedios Varo y el gran Germán Valdéz Tintán, son unos de muchos otros artistas que poco a poco te contarán a través de sus monumentos y tumbas, la historia de la etapa dorada del arte cinematográfico, cuando fue admirado y respetado a nivel mundial.

Sobre fantasmas, muy pocos los han visto por éste lugar aunque no faltó el listo que por querer llamar la atención y hacerse el interesante en un programa de televisión, inventó que el fantasma de Tintán rondaba su tumba por las noches. Nada más alejado de la verdad; todos sabemos que don Germán está sentado a la derecha de Cantinflas y ambos reinan el mundo de aquellos que tienen la gran cualidad de hacernos reír.

Museo Panteón de San Fernando

El recinto goza de una vida social muy intensa: recorridos; charlas culturales; y hasta obras de teatro. Por ello se considera el cementerio cultural de la ciudad de México, aunque, paradójicamente, en sus inicios fue un lugar callado y solitario. Nació gracias a la orden franciscana en 1735 pero a pesar de que era para religiosos, algún ricachón pudo darse el lujo de enterrarse en él. Después, ya en 1835 por las epidemias, abrió sus puertas al público en general; bueno, siempre y cuando tuvieras el dinero para pagarlo ya que era bastante costoso, razón por la cual grandes personajes de las clases acomodadas del periodo decimonónico, están sepultados en este hermoso espacio: presidentes, militares y artistas. Inclusive fue considerado como la primer Rotonda de los hombres ilustres.

Las 75 tumbas gozan de un orden excepcional y los dos patios con los que cuenta tienen arte mortuorio que lo hacen sumamente recomendable para los amantes de la fotografía. Es un espacio de silencio que invita a pensar en lo corta y fugaz que es una vida humana; aunque también la necrópolis tiene historias que bien podrían ser definidas como parte de la tragicomedia mexicana. La más sonada sin duda es la que protagonizan Miramón, Juárez y el bienaventurado que se le ocurrió la fabulosa idea de sepultarlos en el mismo lugar.

Precauciones en conflicto

Foto: Jorge Hernández.

Numerosos historiadores han señalado que el Benemérito de las Américas tenía ciertas precauciones con el general del ala conservadora del país. Por ello cuando tuvo la oportunidad, no dudó en mandarlo fusilar. De ahí que Conchita Lombardo viuda de Miramón, viajara de Francia a México expresamente a retirar los restos de su esposo y llevarlos a la Catedral de Puebla lejos de aquel que le quitara la vida.

Aún descansan en ese sitio los restos de Juaréz acompañado de su familia. De hecho, si te quieres tomar una selfie con él, este es el lugar indicado: di tres veces “el respeto al derecho ajeno es la paz” y no tardarán en aparecerse. Lo que no te recomendamos es pasar muy noche junto a la tumba del General Martín Carrera… Cuentan que entrada la madrugada, las cadenas que resguardan su sepultura se mueven con tal fuerza, que pueden llegar a golpearte. Quién iba a decir que de ser presidente interino en vida iba a terminar en el cementerio como espíritu chocarrero.   

Bonus: Panteón Dolores

Uno de los imprescindibles en cuanto a necroturismo se refiere. Conocido bajo el mote del panteón más grande de la CDMX, Dolores goza de tener La rotonda de los hombres ilustres. Lugar donde se encuentran los restos de personas importantes para la nación en distintos ámbitos que van desde lo político, como es el caso del expresidente Sebastián Lerdo de Tejada hasta cultural como es la actriz Dolores del Río, el pintor Diego Rivera o el filósofo Antonio Caso.

Foto: Jorge Hernández

En la Miguel Hidalgo, Dolores ofrece hermosas obras de arte que te dejan meditando sobre tu misión en este mundo; fechas antiguas inscritas en piedra que sugieren lo viejo que es ese lugar. Incluso, existen historias sobrenaturales como la del soldado Figueroa. Se cuenta que aparece entrada la madrugada marchando, como si de un guardián tratase y cuya labor es resguardar la seguridad del camposanto. Con el mismo tono espectral, existe la historia de la estatua de un querubín que, cansado de posar todo el día, baja en forma de niño travieso. Después, hace maldades a los trabajadores desprevenidos del sitio.

El primer necroturista en México

El gran escritor guerrerense Ignacio Manuel Altamirano en una ocasión se dio la tarea de visitar todos los cementerios de su época. Observó tanto a las personas ricachonas que iban en carruajes a ver a sus difuntos como a las que, a pie y desarrapadas, llegaban a los camposantos a llorar lágrimas de pulque en la tumba de su familiar, de decirle no sólo con palabras que le extrañaba. Sin saberlo, el autor de Navidad en las Montañas y Clemencia se convirtió en el primer necroturista mexicano de la historia. Por ello, no vemos entonces la razón para que tú, estimado lector, sigas sus pasos y nos cuentes cómo te fue en los lugares que te recomendamos ¿te espantaron? ¿tomaste buenas fotos? ¿viste algo inusual? Cuéntanos en los comentarios que queremos sorprendernos junto a ti.